miércoles, 24 de noviembre de 2010

Instintos Peligrosos - Cap 7 - Naty Celeste


Summary: Qué hubiera pasado si los papeles se hubieran invertido?

Disclaimer: Los personajes son de la grandiosa Stephenie Meyer, y la historia es mía =D

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Capítulo 7 Volviendo a empezar

A penas una semana después, el señor Banner ya estaba en su puesto de nuevo. Se había recuperado correctamente y las clases volvían a ser las de siempre… pero para Edward ya nada era lo mismo. Al igual que con el resto del día, todo lo que hacía era pensar en ella. Incluso entonces, cuando el profesor exponía un tema nuevo, sobre el que jamás había leído antes, todo lo que podía hacer era mantenerse callado, mirando a la nada y pensando en Bella.

Todo era simplemente demasiado. No podía conciliar la idea de que ella hubiera llegado a significar tanto para él en tan poco tiempo. Era todo lo que quería, todo en lo que pensaba, y de más estaba decirlo: lo único que ocupaba su corazón.

Y el sentimiento más horroroso… la extrañaba. De acuerdo, quizás la había visto la noche anterior, y por la mañana antes de salir a correr, pero la echaba de menos. Se la imaginó en frente de la clase, dictando los temas que daba el señor Banner ahora, logrando alterarse por la sola idea de visualizarla en el frente del salón, con tacones altos y falda ajustada.

Tuvo que evitar gruñir, por el bien de su expediente y su reputación. En los últimos días se había transformado en algo más que un animal. Deseoso, insensato, lujurioso… completamente idiota.

Al llegar de la escuela, después de las tortuosas horas de infierno en el instituto, Esme no estaba en casa, como de costumbre. Era diseñadora de interiores, así que probablemente habría conseguido un trabajo en Seattle, o algo así. Sin perder el tiempo, aventó sus libros al sillón de un lado de la entrada y subió las escaleras a la carrera. Sabía que ella estaría esperándolo. Casi podía sentirla en su habitación. Y ciertamente podía sentir la tensión en su propio cuerpo, anticipando su contacto.

Ni siquiera pudo entrar por completo a la habitación antes de que Bella estuviera en sus brazos, besándolo. Últimamente, eso era todo lo que hacían, pasar el tiempo juntos, en la cama o en cualquier rincón disponible de la casa. Y como sus padres, rara vez estaban en casa, era fácil dejarse llevar en todo momento.

- ¿Qué me dices de salir? –murmuró Edward de repente, sacando a Bella de sus pensamientos. Ambos permanecían en el cuarto de invitados, donde habían terminado ante la imposibilidad de llegar a la habitación de él con la ropa puesta. Ahora Bella descansaba su cabeza en su pecho mientras él dibujaba figuras en su espalda desnuda. Aunque nunca lo hubiera admitido, disfrutaba escuchando su corazón, pero se incorporó para mirarlo cuando habló, rompiendo el silencio.

- ¿Salir? ¿A dónde? –preguntó. Él se encogió de hombros con media sonrisa asomándosele por el rostro.

- No lo se, solo salir. A caminar, a correr, a bailar, lo que quieras –ella sonrió en respuesta. Eran casi las cinco de la tarde, pero adoraba ese pueblo. Ni un rayo de Sol atravesaba la gruesa capa de nubes, y todo lo que quería era salir… bueno, casi todo. De todos modos, pensó que él necesitaría un tiempo para recuperar las fuerzas, así que asintió enérgicamente y comenzó a incorporarse.

Al salir, caminaron alejándose del pueblo. Ambos lo creyeron prudente, pues incluso aunque Bella ya no fuera profesora en el instituto, si los hubieran visto juntos, hubiera ocasionado enormes problemas para ambos.

Para Edward hubiera significado la destrucción absoluta de una reputación que tanto le había costado, y un futuro que ya no estaba seguro de querer perseguir. Mientras que para Bella, podía significar el escándalo, y una investigación policíaca que podría llevar a descubrirla, ya fuera con los humanos, ya fuera con los Volturi. Se estremeció al pensar en lo que podría suceder si la atraparan los Volturi, no estaba segura de que perdonaran una traición como la que había cometido. Se había escapado, los había invadido, incluso había tenido que cercenar parte de la guardia para hacerlo. No estaba segura de qué tanto Aro, Marco y Cayo soportarían de la pérdida de Félix.

Pero el débil temblor en sus manos se detuvo cuando Edward notó que algo le molestaba y entrelazó sus dedos con los suyos. Sintió como el calor se colaba desde sus dedos, por su brazo, y se extendía por todo su cuerpo, alejando el miedo y la desesperación.

- ¿Todo está bien? –le preguntó con la voz baja, deteniéndose y girándose para cortarle el paso. La sonrisa que se asomó por el rostro de Bella no era real, pero tampoco era una mentira. Se trataba solo de la felicidad efímera que conlleva la despreocupación momentánea.

Edward puso su mano libre en el costado de su rostro, acunándolo y haciendo que lo mirara. Acercó sus labios a los suyos, pero no la besó, sólo se quedó a escasos milímetros de distancia, disfrutando la electricidad que le causaba el permanecer tan cerca de su piel. Inhaló con fuerza su dulce perfume y suspiró, sabiendo que estaba perdido cada vez que se permitía tenerla cerca.

- Dime qué piensas –pidió en voz aún más baja, una vez más las palabras escapándose en contra de su voluntad. Una mueca se asomó por los carnosos labios, pero no pudo acertar a interpretarla. ¿Miedo? ¿Ansiedad? ¿Dolor?

Frunció el ceño, pero no quiso seguir presionándola. Sentía como si fuera a despertar de un momento a otro, y eso solo hacía que quisiera más de ella. Que ansiara probarla, conocerla, complacerla. La besó suavemente y se alejó para mirarla a los ojos. Ahora los notaba claros, como si la luz los atravesara en tonos dorados y ocres.

Quizás solo es mi imaginación –pensó. Pero sabía que no lo era. Y aún más, sabía que no se lo preguntaría de nuevo. Estaba consiente de que ella compartiría sus secretos de ser necesario y en el caso de estar preparada. Aún así, casi no podía resistirse a preguntar sobre todo y cada uno de los detalles que la formaban. Sobre cada cosa que le intrigaba.

Algo que no fue capaz de identificar atrajo la atención de Bella e hizo que mirara hacia arriba, privándolo de su mirada.

- Comenzará a llover en unos minutos –anunció ella de forma automática. Podía oler el agua y medir la humedad en el aire. Casi podía adivinar en qué lugar caería cada gota al llegar a ellos. Para su sorpresa, cuando bajó la mirada, él le sonreía. - ¿Quieres que volvamos? –agregó cuando pensó que no le contestaría. Él se limitó a encogerse de hombros y sonreír de lado.

- Me gusta estar aquí –murmuró a modo de respuesta. Ella frunció el ceño y lo miró con curiosidad.

- ¿Qué tiene de especial? –preguntó casi sin sonido, atrapada nuevamente por el dulce y tenue tono de su voz. La sonrisa en el rostro masculino se amplió, pero la mirada era seria e inquietante.

- Aquí puedo estar contigo –susurró. Ella soltó una carcajada muda y puso los ojos en blanco.

- Puedes estar conmigo en tu casa…

- No –la cortó-. Aquí podemos caminar, hablar, tomarnos de la mano sin temor a que alguien nos atrape… aquí puedo estar contigo, no solo cerca de ti.

Hizo una pausa para prestar atención a su reacción, asegurándose de que escuchara todo lo que le decía.

- No me importa si tengo que luchar contra viento y marea para lograrlo –agregó en voz baja y luego de un segundo soltó una risa muda-. Literal o metafóricamente hablando.

Ella sonrió y disfrutó de su mirada, envuelta en su suave tono de voz y en sus dulces palabras. ¿Cómo era posible que un humano fuera tan profundo? ¿Tan increíblemente apasionado? Se puso en puntas de pie y lo besó de nuevo sin poder evitarlo. Nadie nunca le había hablado de esa forma, y mucho menos pareciendo tan sincero.

La primera gota cayó a unos cuantos metros, pero las miles que siguieron no interrumpieron su beso. Solo después de unos cuantos minutos lograron alejarse el uno del otro, escurriendo el agua fresca por todos los recovecos de sus cuerpos y sus ropas.

Él temblaba, pero no por el frío. Solo por la ansiedad que le provocaba probar su cuerpo, saber lo mucho que la necesitaba. Lo mucho que lo desesperaba no ser capaz de tomar su mano en cualquier lugar y en todo momento.

Eso era todo lo que quería. Todo lo que deseaba para el futuro ahora. Ellos, ambos, juntos para siempre. Pero por más que lo intentaba, no lograba imaginarse a sí mismo con canas y sentado en un porche rodeado de pequeños niños. No lograba imaginársela a ella a su lado, con el paso del tiempo dibujado en sus facciones.

Había algo mal en la imagen, que se negaba a formarse del todo en su mente, pero sin embargo, no acertaba a identificar qué. Sacudió la cabeza, suplicando por que el sentimiento de temor e inseguridad se apartara, pero todo lo que consiguió fue que las gotas de lluvia de su cabello cayeran con más velocidad hacia sus ojos.

- Caminemos –susurró cuando sintió la mano de Bella quitándolas de su rostro. La besó de nuevo, rápidamente y dio la vuelta para comenzar a caminar mientras la tomaba de la mano, aferrándola como si con ese solo gesto pudiera asegurarle que todo estaría bien. Y en realidad, lo estaba, siempre y cuando no se soltaran.

Caminaron bajo el agua, demasiado fría para considerarse agradable, pero demasiado grata para ser una molestia. El agua bien valía la posibilidad de caminar como lo hacían entonces. Despreocupados, hablando de cosas sin importancia.

Bella le había preguntado cómo se llevaba con sus compañeros de clase, en un intento de hacer que continuara hablando, para que su voz aterciopelada pudiera continuar envolviéndola.

- Bastante bien. No es que tenga muchos amigos, pero al menos más de los que solía tener –sonrió ante el pensamiento. No confiaba en cualquiera, esa era la razón por la que no socializaba demasiado. Normalmente era bastante bueno leyendo las intenciones de las personas, y no todas las que conocía cumplían con sus altos estándares e ideales.

Negó con la cabeza y bufó por lo bajo. No podía creer lo mucho que había cambiado. Lo mucho que había madurado en estas últimas semanas. Su vida entera había dado un vuelco, desorientándolo en un principio.

- ¿A qué te refieres con lo de “mas de los que solía tener”?

- Al crecer… yo siempre… -era increíble que no encontrara las palabras adecuadas para hablarle. Eso no le sucedía muy a menudo-. Desde pequeño he querido unirme al ejército –explicó al fin-. Era mi sueño –añadió. Bella frunció el ceño al imaginárselo en medio de una batalla, indefenso como era por el simple hecho de ser un humano, luchando con arma en mano y muerte a su alrededor. Sintió como la piel se le erizaba.

- ¿Por qué querrías hacer eso? –soltó en un susurro, aterrándose por la idea, pero aún más de la reacción que le había provocado. No era nada a lo que estuviera acostumbrada, preocuparse de esa forma por alguien más… mucho menos por un humano. Edward se encogió de hombros y levantó el rostro hacia el cielo, dejando que las gotas escurrieran por su piel.

- Por el honor –dijo en voz baja pero orgullosa-. Por la disciplina que se gana al levantarse cada mañana… por la dignidad que se consigue solo por hacer todo lo que esté a la mano para defender ideales de grandeza –explicó.

Ella lo pensó por un momento, pero de todas formas no pudo conciliar la idea. Las guerras siempre le habían parecido masacres injustificadas. Claro que antes solía verlas con algo más de sadismo… en pocas palabras, solía verlas como un desperdicio innecesario de comida, de sangre. Se estremeció ante la idea de la sangre de Edward esparcida al azar por un suelo arisco, manchando un campo de batalla.

- ¿Ya no quieres hacerlo? –preguntó con la voz ahogada por la impresión. Él volvió a encogerse de hombros. No se sentía capaz de contestar a esa pregunta con la verdad. No podía decirle, luego solo de un par de semanas de haberse conocido, que preferiría amarla para toda la vida que cumplir todos sus demás sueños.

Enlistarse en el ejército, acudir a la guerra, sólo significaría mantenerse alejado de ella, y esa era una tortura que no se sentía dispuesto a afrontar.

Luego de un par de semanas, los paseos ya se habían convertido en un hábito. Ella jamás lo admitiría, pero nada la complacía más que simplemente hablar con él… bueno, casi nada.

Pero el hecho era que el chico había resultado ser una gran compañía. Incluso si no tuviera en cuenta la atracción, la química, esa electricidad que le recorría la piel cada vez que la toca, él la continuaría cautivando. Eran sus palabras, sus miradas, todas y cada una de sus ideas. Estaba completamente perdida.

Simplemente podría demostrarse con la forma en que lo observaba ahora. Lo había acompañado a un juego de beisbol con sus amigos. Él jugaba en la parte más lejana del campo. Solo se trataba de unos cuantos amigos íntimos, así que no tenía por qué esconderse. Permanecía sentada, no muy apartada de la acción, llevando el tanteo del juego.

Se había excusado de jugar, por temor a hacer algo que pudiera exponer sus habilidades. Así que solo se dedicaba a mantener sus ojos en él. En la forma despreocupada que reía de vez en cuando, y en cómo podía correr rápidamente para atrapar una bola si se lo proponía. Sonrió de lado cuando Edward golpeó con el puño en el brazo de uno de sus amigos, en un gesto de camaradería. Y más tarde contuvo el aliento cuando se deslizó por la tierra, temiendo que algún raspón en su piel lo arruinara todo.

No podía ser de esa forma… ya no podía permitirse verlo de esa manera. Él se había transformado lentamente, y casi sin ser previsto, en lo más importante que había en su vida. En lo único que hacía que su corazón se sintiera vivo de nuevo.

Claro que justamente por eso fue su nerviosismo unos días mas tarde, cuando Edward insistió en que Bella conociera a su madre. En un principio, debía conocer a su padre también, pero un compromiso en el trabajo lo había retenido en el hospital hasta después de la cena.

De todos modos, Bella sentía que sería mejor si no los conocía, pero a la primera palabra de súplica que salió de los labios de Edward, ella ya estaba completamente entregada a cualquier cosa que le pidiera. No hubiera sido justo, si él no se sintiera exactamente de la misma forma cada vez que ella miraba en su dirección: total y completamente indefenso y a su merced.

- Así que… -murmuró Esme, intentando entablar conversación-. Edward me dice que no eres de por aquí –terminó, para luego darle un pequeño sorbo a su té helado. El de Bella descansaba delante de ella, en la mesa. De vez en cuando recorría con los dedos las líneas que las gotas dejaban en el vidrio por el frío de la bebida.

- No… -murmuró intentando no mentir. No estaba segura de por qué, pero no deseaba mentirle a esa mujer de rostro dulce y mirada cálida-. Originalmente soy de Phoenix.

Sonrió para sus adentros al advertir lo diferente que debía ser la idea que la mujer se formaba, a lo que realmente había sido su niñez humana. En realidad no recordaba mucho, pero muchas cosas cambiaban en tantos años.

- Suena como un buen lugar para crecer –sonrió amablemente y Bella se sintió un poco más cómoda-. Edward era de Chicago –agregó luego. Él le había explicado sobre sus padres biológicos, y cómo los Cullen lo habían adoptado de pequeño. No era un tema que le agradara tocar, pero se había propuesto no ocultarle nada.

- También es lindo lugar –comentó ella a modo de respuesta-. Aunque Forks tiene su encanto –agregó luego, pensando en la forma en la que podía salir tranquilamente durante el día, sin preocuparse de que notaran lo que era.

La charla continuó amena. La dulce mujer no parecía mostrar desencanto con la idea de que ella fuera mayor que él. Incluso parecía… feliz. Claro que si hubiera sabido qué tan mayor era…

- Todo fue bien, deja de preocuparte –murmuró Edward en su oído haciendo que se estremeciera y suspirara. Ya estaban fuera, a un lado del carro de Bella, despidiéndose por la noche. O al menos hasta que ella pudiera esconder el vehículo y regresar a su habitación, como lo hacía prácticamente todas las noches desde hacía bastante tiempo.

Se alejó para besarla y por un momento se perdió en ese simple beso.

- ¿Te veo luego? –susurró aún mas bajo al separar sus labios. Ella solo sonrió y asintió una vez con la cabeza. Aún le resultaba curioso lo difícil que era formular frases coherentes cuando la miraba de esa forma.

Ella estaría en su habitación, esperándolo, incluso antes de que él pudiera despedirse de su madre y darse una ducha.

En las semanas siguientes, poco a poco, todo fue volviéndose más fácil. Cuando la sed resultaba demasiado agobiante, Bella volvía a cazar en el bosque, presa del miedo de descontrolarse si lo hacía cerca de Edward. Además, quisiera admitírselo a sí misma o no, en realidad no quería matar a nadie en ese pueblo desértico. Cualquier muerte hubiera resultado demasiado obvia para los habitantes… y bien podría tratarse de alguien a quien el muchacho le tuviera afecto.

Justo entonces mantenía una charla amena con Esme. No podría decirse que se habían vuelto unidas, pero al menos disfrutaban de la compañía de la otra en los pequeños momentos en los que Edward las dejaba a solas.

- ¿Segura que no quieres algo de comer? –le preguntó con tono preocupado la mujer. Comenzaba a notar que jamás comía, pero tenía la delicadeza de no comentarlo.

- No gracias, estoy satisfecha –respondió poniéndose de pie para evitar su mirada. Esme solía ser muy suspicaz, y eso no le gustaba ni pizca.

Así que en lugar de enfrentarla, recorrió con la vista el aparador repleto de fotos familiares, reparando en algunas de Edward cuando era pequeño. Sonrió inconscientemente y alargó una mano para rozar las mejillas coloradas del pequeño de cabello cobrizo y unos relucientes agujeros entre los dientes.

- Eso fue cuando comenzó preescolar –le comentó Esme en tono de conversación, pero aún así sobresaltándola. No la había escuchado aproximase, incluso a pesar de su oído sobrenatural.

- Era muy bonito –murmuró sin quitarse la sonrisa del rostro.

- Lo es –corrigió Esme con voz dulce. Bella pensó que se hubiera ruborizado de ser posible y bajó el rostro avergonzada. Si alguien sabía lo hermoso que era Edward, esa era ella.

Observó las demás fotos, pero sus ojos regresaban a esa continuamente. Había algo en esa fotografía que hacía que se sintiera con ganas de llorar y reír al mismo tiempo. Una sensación extraña, demasiado inquietante.

Esme la levantó al notar la forma en que la observaba, y sonrió con dulzura. Acarició con delicadeza el vidrio, pero luego abrió la parte de atrás del marco.

- Toma, puedes quedártela –le dijo en voz baja, acercándola a sus manos. Bella miró el trozo de papel con ternura y lo tomó sin poner objeciones.

- Gracias –murmuró tomándola y mirándola una vez más. Esa noche, mientras permanecía inmóvil en la pequeña cama, recordando las anécdotas que Esme le había relatado, todo lo que podía pensar era en ese chiquillo de poco más de seis años. Su sonrisa alegre, su mirada llena de sueños. Y por alguna razón, mientras escuchaba la respiración uniforme de Edward, en el medio de la oscuridad de la noche… su corazón se estremeció.

12 comentarios:

  1. Natyyy! siempre me dejas con mas ganas! Y con esta historia aun mas! Cada dia miro si actualizas y me impaciento por ello! Te animo para que sigas escribiendo esta historia y todas las que te propongas porque escribes de LUJO como dicen en mi tierra! Por favor! continua escribiendo y no te canses de ello pq la recompensa es tu satisfaccion y la nuestra! besos enormes!

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  2. Ame el capitulo con toda mi alma Tufla ♥ TE QUEDO SUBLIME!! lo ame, lo ame, lo ame!!

    este edward cada vez me encanta massss!!!!

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  3. nati!!! que pueod decir me quedo sonando eso de mi corazon se estremecio!!! es uan gran frase... la relacion de estos dos avanza rapidamente y pues me desvelos pensarno enlso vulturis aqui ahi mas secretos y pues aaaaa ya quieor leer

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  4. Awww.... Este capii me encanttoo estta muu bonitooo :D

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  5. hay q lindoooo siiiiii pr dios!!!!!

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  6. AHHHHHHH... KE TIERNO...KE ROMANTICO...KE LINDO...ME ENCANTO EL CAPI...WUAHHHHHHHHHHHH.... ME SORPRENDES CADA VEZ KE ESCRIBES NATY....ESTOY EN ESTADO DE TERNURA...JAJAJJA.... AHORA SI KE PUEDO DECIR KE KIERO UN EDWARD...JAJJAJAJA... ME HACES AMAR A ESTE HOMBRE....JAJAJAJ.... ME GUSTA EL ED HUMANO...NO EL VAMPIRO....EXCELENTES PALABRAS ESCRITAS....SIGUE ASI KE LO HACES GENIAL.... ME ENCANTO EL BESO EN LA LLUVIA.....KIEN NO HA SOÑADO CON UNO ASI...JAJAAJA.... ME PREGUNTO COMO ED NO SE CUESTIONA KE ELLA LO VEA TODA LAS NOCHES....NO SE SI PENSARA KE ES UNA SUEÑO O ES DE VERDAD...JAJAJA....PERO KE VA GENIAL...GENIAL...

    BESOS

    kAMMY

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  7. naty mo tu forma de escribir me super enkanto pero Where is the lemon? jajajj

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  8. oie xq osea no entiendo como puedes dejarnos asi eres mala son las 2:30am y o dspierta paq tu me ejez a si q mala ehehehe
    spro el proximo capia pronto ehehehe linda cuidate bss

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  9. jajajajaa staan ansiosos x el lemon
    jajaja nadaa staa hrmosoo d vdd zx'
    & tienees muchoo talentoo
    djaas mpapaadas a las personas de tus relatos
    son muuy buenaas
    & mee gustaa el cambioo dee Bella'
    dee un vampireza cruel & sensualmnt sedienta de sangre
    a confundida & totalmnt enamorada de qien seriaa su presaa !

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  10. ella mato a sus padres? S:

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  11. aaaaaaaaah me encantaa! *_____*
    espero impaciente el momento en que edward se entere de que es una vampira..seguro que no le importa porque la amaa!!...o quizá si..uuiish qué intriga!
    espero el proximo capitulo pronto!! ^^

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  12. NATI ME ENCANTO ESTE CAPI SIGUE ESCRIBIENDO YA QUIERO VER UN POCO DE ACCION PORFA SOY DE PARAGUAY...

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...