viernes, 29 de octubre de 2010

Juegos Pecaminosos - 2Shot - Naty Celeste para Kokoro Black

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Koko, que te puedo decir? De verdad me cambiaste la vida. Nunca creí conocer a una persona tan comprensiva, abierta y buena como vos. De verdad significas mucho para mí, y espero que lo sepas. Por nadie mas haría algo tan alocado como esto XD
Te convertiste en una de las personas mas importantes que tengo, y tambien en mi mejor amiga. Gracias por aguantarme. Y espero serte de apoyo si alguna vez me necesitas.
Sos la mejor... y se que a veces pasa tiempo en el que no nos hablamos, pero siempre te tengo presente, y de verdad tenes un lugar en mi corazón. Muy feliz cumpleaños... que sean muchos mas en los que estemos "juntas"... Te quiero a montones!

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Juegos Pecaminosos

Moví la taza de café con la mirada ausente y luego tomé un sorbo. Ya estaba completamente frío. Hice una mueca y miré de reojo el gran reloj dorado y blanco que descansaba en la pared del pequeño bar. Marcaba casi las diez de la noche. Llevaba poco menos de una hora esperando por que apareciera.

Dirigí la vista a mi rosa blanca sobre la mesa y me pateé mentalmente por haber sido tan estúpida. ¿Por qué se presentaría a una cita a ciegas un tipo con el que jamás había hablado más que por Messenger?

Hice una mueca y miré a mí alrededor para observar los rostros de los que notarían que me habían dejado plantada. Dios, de verdad era idiota al creer que se presentaría. Por un segundo deseé haber tenido conmigo mi laptop, así podría mandarle un correo electrónico diciéndole un par de verdades, pero luego lo pensé mejor y suspiré resignada. No tenía caso. De todos modos, y a pesar de que congeniaba genial con él en nuestras conversaciones, eso no me aseguraba que fuéramos a gustarnos en la vida real.

Fuera de la computadora, el mundo era diferente -por desgracia para mí-. Suspiré de nuevo y revolví en mi bolsito buscando un billete para pagar el café. Dejé cinco dólares en la mesa y me levanté rápidamente intentando que nadie lo notara. Ya era lo suficientemente humillante tener que marcharme. Ni hablar de hacerlo con todas las malditas personas de ese bar de segunda mirándome fijamente.

Hice una mueca amarga mientras salía por la puerta de vidrio y marco de madera. Por lo menos nadie me conocía en esta ciudad. No tenía qué hacer por los próximos dos días, pero al menos nadie lo sabía. Elevé la frente y caminé por la fría calle con paso lento. Aún llevaba en mi mano mi rosa blanca, aquella por la que se suponía me reconociera el idiota que no se había presentado.

Bufé en voz alta y apuré el paso. Estaba bajando la temperatura, y el frío estaba empezando a molestarme. ¿Por qué nunca podía lograr que mi loca y mente dejara de funcionar? Justo entonces no paraba de pensar en las razones por las que pudo haber fallado a nuestra cita. Por las que pudo haberme fallado a mí. Sentí la ira correr por mis venas y deseé con todas mis fuerzas poder propinarle un buen puñetazo. Escuché rechinar mis propios dientes, e intentando relajar la mandíbula caminé aún más rápido.

Tardé unos quince minutos en notar que no tenía una puta idea de dónde estaba. Maldije a la nada y me apoyé contra una pared intentando calmarme. No llegaría a ningún lado si seguía sin poder concentrarme. Gruñí cuando las espinas de la rosa me lastimaron la mano y la arrojé a un lado y hacia atrás, a un pequeño recoveco en el que esta casa y la de junto formaban una especie de callejón.

- Entiendo que me arrojes flores… pero no tienes por qué llorar, estoy disponible –murmuró una voz desde la oscuridad. Me sobresalté, despegándome de la pared y levantando ambas manos en la dirección de la que provenía la voz.

- ¿Qué demonios-? –casi grité.

- Que cambiante… -soltó la voz luego de una risita. Fruncí el ceño-. Primero lloras por mí y luego te pones histérica.

- No estaba llorando –repliqué entrecerrando los ojos para verlo-. Y mucho menos por ti.

- Me ofendes –dijo en tono irónico, y luego una pequeña luz iluminó parte de su rostro cuando le dio una pitada a su cigarrillo. Soltó el humo al aire despacio, y su silencio hizo que me acercara un paso hacia él.

- ¿Quién eres? –pregunté de repente, sin poder controlar el impulso de hacerlo.

- ¿Quién quiere saberlo? –fruncí el ceño de nuevo y me quedé quieta. Noté que me había estado acercando bastante, y ahora estaba a solo unos metros de él.

Mis ojos se habían acostumbrado bastante a la falta de luz, así que ahora casi podía verlo. Permanecía sentado sobre un bote de basura cerrado, descansando su espalda contra la pared. Parecía relajado, despreocupado. Llevaba lo que parecía un par de texanos desgastados y una chaqueta de cuero negra. A un lado del basurero estaba la rosa que había sido mía.

- Diablos, ¿te causé un derrame cerebral? No habrá sido una pregunta demasiado difícil para ti, ¿cierto? –se burló.

- Soy Kokoro –lo corté con voz seca, diciendo el apodo con el que me llamaban mis mejores amigos. Me daba desconfianza decirle mi verdadero nombre. Además, el tipo parecía un idiota, de seguro si se lo decía lo usaría para ponerme los nervios de punta. Detestaba ese nombre. Me pareció verlo sonreír, pero no estaba segura del todo.

- Yo soy Jace –se presentó mientras se incorporaba y extendía su mano frente a sí mismo, para que la estrechara. Entrecerré aún más los ojos y me quedé donde estaba. No parecía malo, pero tampoco demasiado bueno. Se encogió de hombros y volvió a relajarse-. No eres de por aquí ¿o sí? –preguntó.

- No, no lo soy… -me quedé callada.

- ¿Y de dónde eres, Corazón? –sonreí por la forma en la que me había llamado y me mordí el labio. Su tono había sido increíblemente sexy.

- De México –respondí con la voz baja, y agradecí internamente que no pudiera notar la forma en la que lo miraba.

- Lindo país… -murmuró distraídamente, quizás para sí mismo-. He ido un par de veces.

- Y tu ¿Qué haces aquí?

- Fumo –me respondió con un tono condescendiente, como si fuera demasiado obvio. Deseé poder levantar una ceja para fulminarlo con la mirada, pero me limité a soltar una carcajada muda.

- Oh, ¿en serio? ¡No lo había notado! Que increíble –rió por el tono sarcástico que le puse a la frase.

- Sí, bueno, suelo ser increíble –soltó con suficiencia mirándose las uñas. Puse los ojos en blanco, pero no pude evitar reírme con ganas.

- Salgo a fumar porque mis “amigos” –dibujó las comillas en el aire- se quejan del humo. Así que me obligan a congelarme los huesos aquí –agregó en voz más alta, dirigiendo el rostro hacia una puerta que yo no había notado hasta entonces, claramente intentando que lo escucharan. De todos modos no escuché nada del otro lado. Me reí de nuevo, esta vez, un poco más disimuladamente. Me miró con cara de pocos amigos.

- Bueno, ¿y tú qué haces aquí? –preguntó con la voz más tensa. Un poco menos amable… aunque en realidad nunca lo había sido.

- Me perdí –admití en voz baja. Para mi sorpresa, no se burló.

- ¿Por eso llorabas? –diablos, hubiera preferido que se burlara.

- Claro que no –me puse a la defensiva.

- Entonces admites que estabas llorando –sonrió con sorna. ¡Demonios!

- ¡No! –me corregí.

- Acabas de decirlo –soltó como si nada, su voz un poco más áspera. Abrí la boca para replicar algo, pero fui interrumpida cuando la puerta se abrió.

- Oye, chimenea, ¿por qué estas tardando tan…? –La voz del hombre se fue desvaneciendo cuando sus ojos se posaron en mí, y una sonrisa enorme se asomó por su rostro-. Hola… -murmuró con un tono un poco más grave, sin dejar de mirarme. Se acercó con una mano extendida-. Soy Jake –se presentó. Estreché su mano con confianza y le devolví la sonrisa sin poder evitarlo. Era un muchacho joven, alto, bien formado, de espalda ancha, piel morena y cabello corto, con unos ojos profundamente negros y brillantes. En pocas palabras: El chico estaba más que bueno. Pero lo que más me impactó fue lo cómoda que me sentía con él. Como si lo conociera de hacía años. Soltó una risa muda y volteó la cabeza hacia Jace-. ¿Le sucede algo?

- Creo que tiene problemas para recordar su nombre –se burló él, de nuevo de buen humor. Lo miré con cara de pocos amigos.

- ¡No los tengo! –lo contradije-. Soy Kokoro –declaré finalmente. Jake hizo una mueca.

- Yo también lo olvidaría –murmuró de nuevo con esa sonrisa-. ¿Qué tal si te llamo Koko? –agregó luego. Le sonreí y asentí con la cabeza.

Jace soltó una risita, pero no me molesté en preguntarle qué era gracioso. Aunque Jake lo miró con cara de pocos amigos.

- Disculpa a mi amigo –dijo en voz más baja, aunque perfectamente audible-. Bueno… tiene una condición especial. En términos sencillos, él… es un idiota –soltó dramáticamente. Me reí con ganas y Jace le arrojó la colilla del cigarrillo, golpeándolo en la nuca-. ¡Hey! Iba a notarlo tarde o temprano –bromeó. Volví a reírme, y el muchacho rubio saltó del basurero y se puso de pie. Lo miró con los ojos entrecerrados, pero luego los puso en blanco y negó con la cabeza.

- El muerto se asusta del degollado –murmuró propinándole un pequeño golpe en el hombro al moreno.

- ¡Oigan, no me hagan ir a buscarlos! –se escuchó desde adentro. Era una voz más grave y un poco más áspera.

- ¡En un segundo! –respondió Jake con un grito, volteando la cabeza hacia la puerta. Luego volteó de nuevo y me miró con sus grandes ojos-. Oye… Jace, unos amigos y yo estábamos jugando al póker, ¿quieres entrar?

Me mordí el labio, dudando. De verdad deseaba entrar, pero no estaba segura de que fuera lo correcto.

- Yo sí voy –anunció Jace entrando-. ¡Y cerraré la puerta en treinta segundos! Hace un frío de los mil demonios afuera –gritó cuando ya no pudimos verlo. Jake me miró con expresión de cachorro y me estrechó la mano con más fuerza. Miré hacia abajo sorprendida. No había notado que no lo había soltado desde que se presentó. Sentí la sangre inundando mi rostro y cuando subí la vista noté que sonreía-. ¿Por favor? –dijo con tono suplicante. Me mordí el labio con más fuerza y luego de mirarlo un segundo, asentí con la cabeza muy lentamente-. ¡Genial! –soltó entusiasmado y comenzó a caminar tirando de mi mano para que lo siguiera.

Me dejó pasar primero, y entré sintiéndome un poco incómoda. Dentro, una cocina iluminada con luces amarillas me dio una sensación de bienvenida, aire ligeramente más cálido me rodeó e hizo que me estremeciera.

- Pasa, no te preocupes –dijo Jake al notar que no avanzaba-. ¿Quieres algo de beber? ¿Un café? ¿Una cerveza? –preguntó.

- ¿Quizás luego? –respondí. La frase sonó como una pregunta, por lo que él asintió. Abrió la nevera y sacó dos cervezas de todos modos. Abrió una con un imán en forma de destapador y volvió a colocarlo en su lugar luego de tomar un trago de botella abierta.

- Por aquí –me guió apoyando su mano libre en la parte más angosta de mi espalda. Puede que fuera mi imaginación, pero sentía esa parte del cuerpo más caliente que el resto. Me estremecí, pero no creo que lo haya notado. Me condujo a través de una puerta hasta la pequeña sala. Donde había al menos diez personas más.

Varias conversaciones se cortaron cuando entré, pero nadie parecía enojado. Solo vi muchos rostros curiosos.

- Todos… ella es Kokoro –anunció en voz alta, y luego comenzó a señalar a uno por uno indicándome sus nombres. Cada quién asentía al escuchar el suyo-. Koko, ellos son mi padre, Billy, Jeb, Jared, Sam y Emily, Alice y Jasper, Jamie, Kyle y Sol, a Jace ya lo conoces… -dudó un segundo buscando qué rostros no había nombrado y señaló a dos que lo miraban con mala cara-. Oh, y Alec e Isabelle –añadió sonriéndome de nuevo.

- Hola a todos –dije levantando una mano para saludar quedamente. La mayoría sonrió, y varios solo asintieron con la cabeza.

- Ponte cómoda –me dijo alejándose para retomar su lugar en la mesa de juego que ocupaba el lugar principal de la habitación. Le dio la cerveza a uno de los jugadores, que la abrió con el borde de la mesa y un golpe seco. Dudé un segundo mientras miraba cómo Jake tomaba el mazo de cartas y lo mezclaba con habilidad. En la mesa estaban Jeb, Billy, Jake, un tipo grande con una chica en el regazo, que si bien no estaba segura, creí entender que se llamaban Kyle y Sol, una muchacha pequeña de cabello negro y sonrisa amplia, y el tipo de la cerveza, un hombre musculoso que usaba una camiseta sin mangas. Este último, cuyo nombre no recordaba, no me había mirado hasta que yo comencé a mirarlo fijamente.

Levantó la vista como si hubiera sentido mis ojos en su pecho, y me quedé muy quieta, como un ciervo atrapado por los faroles de un auto. El tipo estaba de las mil maravillas. De hecho, había varios hombres buenos… me pregunté por un segundo con qué rayos los alimentaban en este lugar, tendría que pedir la receta más tarde. Me reí de mí misma para mis adentros y negué con la cabeza.

Me mordí el labio y despegué mi mirada de la suya con dificultad. Miré a la demás gente, aquella que no estaba apostando y localicé a Jace sentado sobre un mueble de altura baja, con las piernas dobladas bajo su cuerpo y jugando con la tapa de una cerveza entre sus dedos. Me acerqué despacio.

- ¿Tú no juegas? –le pregunté. No me miró.

- Nadie quiere que lo desplume –respondió en voz alta mirando a la mesa. El hombre de cabello blanco soltó un bufido, así como también varias de las otras personas en la habitación.

- Lo siento chico, pero no creo que puedas desplumarnos si ya no tienes fichas –le dijo con una sonrisa asomándose por debajo de la tupida barba. Las arrugas alrededor de sus ojos se intensificaron, indicando que estaba bromeando.

Jace lo miró entrecerrando los ojos, pero luego se encogió de hombros.

- No es mi culpa que todos sean tan buenos mentirosos –replicó con tono tranquilo, pero claramente queriendo provocar al hombre. Éste solo rió y le guiñó un ojo antes de voltear para subir la apuesta. No pude creer que supiera de qué iba el juego cuando había estado prestando atención a Jace.

Después de unos cuantos minutos, me relajé bastante. El ambiente era ameno, casi familiar, y me sentía increíblemente a gusto. Un rato después, la chica de cabello corto y negro se salió del juego y le hizo señas al chico más pequeño para que la reemplazara. Él fue entusiasmado y se sentó en su silla. Al parecer, el dinero no era un problema para ella.

- Hola –me saludó con voz aguda y alta-. Soy Alice –se presentó con una sonrisa que le devolví gustosa.

- Kokoro –dije. Debió haberme hablado de quinientos temas en los veinte minutos que les tomó a los más adultos decidir retirarse. Jeb había deshecho a la mayoría de los otros jugadores, y al parecer, a nadie le gustaba perder.

- Bueno, creo que es todo por hoy –murmuró el hombre de pelo largo de color negro empujando su silla hacia atrás. Hasta entonces no me había percatado de que era una silla de ruedas. Jake Soltó las cartas que tenía en la mano y se puso de pie apresuradamente.

- Hola de nuevo –me dijo mientras se sentaba a mi lado en el sofá, haciendo que Alice se moviera a un lado. Me pasó un brazo por detrás de los hombros y me dio un beso en la mejilla antes de sonreírme. Sentí como me ponía colorada. Fui vagamente consiente de que los demás lo miraban.

- Yo puedo darte un aventón, Billy –se ofreció Jeb con tono cómplice. La sonrisa de Jake se amplió.

- Genial –murmuraron ambos.

- Jake, ¿te quedas aquí? –preguntó su padre. Él miró a Jace y al hombre de camiseta sin mangas. Ambos se miraron entre sí y se encogieron de hombros al mismo tiempo, como si se hubieran puesto de acuerdo.

- No causes demasiados problemas –le indicó su padre.

- Vale, vale… -respondió él en tono queda y se incorporó para empujar la silla de ruedas hacia la salida. En el mismo automóvil se fueron Jeb, Billy, el chico más joven y una de las parejitas: un tipo alto y de piel olivácea con una mujer de cabello oscuro que le caía por los hombros. No había hablado demasiado con ellos durante la noche, pero los saludé de todas formas.

- Bien, ¿quién quiere ver una película? -preguntó Alice casi saltando de la emoción. Había demasiado entusiasmo en sus grandes ojos, así que nadie pudo decirle que no, incluso aunque Kyle y Sol parecían ansiosos por marcharse. Terminamos viendo una de terror. Francamente, no eran mis favoritas, así que me pasé casi todo el tiempo soltando gritos y tapándome los ojos. Cuando el asesino estaba a punto de descubrir a una de sus múltiples víctimas, Jace bostezó y se estiró en su asiento.

- Esto es basura -murmuró entre dientes y se puso de pie de mala gana para luego marcharse a la cocina. A través de la puerta entreabierta podía escuchar lo que hacía. Le presté atención a todos los sonidos que llegaban a mis oídos, como si cada uno pudiera permitirme verlo. Quería verlo...

Noté que había dejado de temblar, y me puse de pie muy lentamente, con la mirada fija en la luz que se derramaba por el piso de madera.

- ¿Todo bien? -me preguntó una voz aguda, sacándome de mi burbuja. Pestañeé de nuevo a la realidad y noté que caminaba con la mirada ausente, la mano derecha extendida hacia la puerta. Volteé para mirar a Alice y fingí una sonrisa.

- Claro, solo... necesito algo de beber -mentí. ¿Por qué había mentido? Oh, claro: por que era demasiado psicópata decir "sí, perfectamente, solo quiero ir a mirar tu amigo... por cierto, él está como quiere". Me reí de mí misma y continué caminando.

Cuando empujé la puerta, vi a Jace sentado sobre el aparador, jugando con algo entre sus manos. Por un momento pensé que era un cuchillo, pero luego noté que se trataba de una pluma. Entrecerré los ojos para identificar lo que hacía. Dibujaba sobre su propio brazo, como si siguiera el diseño de un tatuaje.

- ¿Qué haces? -pregunté en voz baja. No se sobresaltó. Ni tampoco subió la vista, como creí que haría... solo me mostró una pequeña sonrisa de satisfacción. Tardó un segundo en responder, así que terminé de entrar y cerré la puerta despacio detrás de mí.

- Te esperaba -contestó simplemente. Fruncí el ceño.

- ¿Cómo sabías que vendría tras de ti? –pregunté. Subió la vista de su dibujo y me miró.

- Todas están tras de mí… es natural. “Inevitable” si así lo prefieres -dijo.

- Wau… -musité asintiendo con la cabeza- ¿Siempre eres así de idiota? ¿O tienes descansos semanales? -pregunté con tono irónico.

- No, es todo el tiempo… pero eso no quita que sea el hombre mas hermoso que jamás has visto -sonrió de nuevo y volvió a su dibujo.

- Sí que te crees mucho –dije esperando que sonara convincente. En realidad era cierto, el tipo estaba de las mil maravillas. Claro que no pensaba decírselo. Soltó una carcajada muda y se encogió de hombros, de un modo en el que indicaba que no le preocupaba mucho lo que pudiera decirle.

- No… -dije después de un segundo, pero me detuve. Y entonces levantó la vista.

- ¿Sí? -preguntó. Hice una mueca con la boca.

- No creo que hayas venido a esperarme -confesé. Otra vez se encogió de hombros. En tanto no se quitara ese estúpido hábito, iba a arrojarle con algo, solo para dislocarle un hombro. Al parecer se aburrió de lo que hacía y bajó de un salto de la mesada para ir hasta la nevera. Sacó una cerveza y la abrió con una navaja que sacó de su bolsillo antes de beber un trago. Guardó la pequeña navaja plegable antes de hablar.

- Te ofrecería, pero es la última -soltó antes de tomar otro trago. Me acerqué lentamente y mirándolo a los ojos. La quité de su mano con movimientos suaves y bebí un poco, sin quitar mi vista de la suya-. Supongo que podemos compartirla -musitó con tono irónico. Le sonreí triunfante.

- Supones bien -repliqué, y le entregué la botella de nuevo. Bebió un trago mirándome también y yo lo esquivé para sentarme en el aparador, a un lado de donde se había sentado antes. Me costó un poco subir, ya que era bastante alto, pero lo logré sin hacer un ridículo demasiado grande. Me acomodé y lo miré, extendiendo la mano para que me pasara la botella. Medio sonrió de lado y se acercó para dármela. Se sentó a mi lado mientras yo bebía.

- Así que… -murmuré- ¿Qué hacías aquí? -le ofrecí la botella. Ahora su expresión era más seria. Suspiró.

- Sólo… me aburrió la película -se excusó. Puse los ojos en blanco. ¿Qué clase de respuesta era esa? Estaba más que claro que mentía, pero no dije nada al respecto. No parecía muy dispuesto a hablar, y no quería presionarlo.

Lo miré por un segundo, pero cuando me devolvió la mirada, tuve que bajar la mía a mis manos. Tenía un color de ojos muy intrigante, pero increíblemente imponente a la vez. Parecían dorados. Luego de un minuto de silencio, buscó algo alrededor y encontró la pluma con la que había estado dibujando su piel.

- Extiende el brazo –soltó de repente. Lo miré curiosa y luego me mordí el labio. Hice lo que me decía, y él lo volteó para dibujar en la cara interior de mi muñeca. Le había dado el brazo izquierdo, el que no estaba de su lado, así que ahora estaba medio vuelta hacia él, mirando como dibujaba concentrado. Me mordí el labio con más fuerza, cada vez el trazo de la pluma subía más por mi brazo. Y para colmo, luego de pasar con suavidad la pluma, soplaba ligeramente para secar la tinta.

Me pregunté si estaba intentando matarme de la excitación, pero tampoco entonces dije nada. Solo continué mirándolo con atención, intentando memorizar cada una de sus facciones, la forma en la que tensionaba su mandíbula de vez en cuando.

Se había quitado la chaqueta, así que parte de sus brazos estaba al descubierto, por la playera de mangas cortas. Comencé a desear morderlo, así que cerré los ojos e intenté quitar esos pensamientos de mi mente. Cuando los abrí, me concentré en algo más que sus músculos definidos. Su ceño estaba fruncido. Parecía… ¿dolido?

- ¿Por qué viniste aquí? –le pregunté en un susurro. Y por una vez, pensé que decía la verdad.

- No estaba… bien ahí dentro –soltó sin levantar la vista. Hizo una pausa para soplar con delicadeza en mi brazo, y luego continuó hablando-. Ya vi esa película. La próxima persona que matan es el padre del protagonista.

No comprendí, pero no me atrevía a pedirle que siguiera hablando.

- Oh… -dije en lugar de eso. Levantó la vista para mirarme, y de nuevo sus profundos ojos me atraparon.

- Perdí a mi padre cuando era pequeño –explicó. Hice una mueca con la boca.

- Lo siento mucho –bufó y yo lo miré, curiosa.

- ¿Por qué todo el mundo se disculpa por las cosas que no son su culpa? –me preguntó. Fruncí el ceño.

- Se llama empatía –solté sin pensarlo demasiado-. Es cuando te importa lo que le sucede al otro –aclaré-. Cuando deseas que no hubiera tenido que pasar por algo que le pasó.

Volvió la vista al dibujo y mi corazón se aceleró. Estaba dibujando justo en el pliegue interno de mi codo. Por un momento deseé que dijera que mi camiseta le estorbaba. O mejor aún, la suya.

- Si, bueno, nada puede hacerse –replicó. Su tono era bajo, casi penoso. Lo miré por un largo rato, pero solo siguió dibujando. Sopló una vez más en mi brazo, con su rostro muy cerca de mi piel, y no pude evitar estremecerme. Levantó la vista y mi pecho se movía agitado por mi respiración, a solo unos centímetros de su rostro.

Me mordí el labio de nuevo, y su mano, la que sostenía mi brazo para que no lo moviera, subió por mi piel. Tocándome solo con las yemas de los dedos, llegó hasta mis labios, y los rozó con suavidad. Primero miraba mi boca, pero luego subió los ojos y los trabó en los míos. Se sentía como si nada más existiera. Y luego sus labios estaban sobre los míos, y mis manos se deslizaban por sus hombros.

Me besó con suavidad. Casi con timidez. No creí que un hombre como él besara de esa manera. Pero luego alejó su rostro un par de centímetros y me miró a los ojos. Acorté la distancia antes de que pudiera hablar, y entonces sí se permitió besarme con todas las de la ley.

Sentí su mano escurriéndose por mi cintura y me pegó a su pecho presionando mi espalda. Jadeé en su boca en respuesta, y a penas tuvo oportunidad, sentí su tibia lengua abriéndose paso entre mis labios, para rozar la mía.

Ambos nos sobresaltamos cuando escuchamos la puerta del frente abrirse, pero luego de un segundo de mantenerse atento, Jace volvió a besarme, ahora, enredando sus dedos en mi cabello.

No creí que la noche pudiera ponerse mejor… de verdad no lo creí.

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Bueno, espero que te guste la primera parte!!! :D La segunda te la debo, de verdad me pedís cosas raras XD Y por eso te adoro... FELIZ CUMPLE!!!
Naty

7 comentarios:

  1. BRAVO!!!!! PREMIO NOVEL DE LITERATURA!!!

    Definitivamente!! Eres mi perfecto Jace Wayland y por eso debes de cuidarte porque si no voy a llegar y te voy a robar y a violar y hacer que la hagas de Jace siempre... ah cuando me aburra te hare que la hagas de Jake Jojojo.

    ¡LAPUTAQUETEPARIO! En serio me volviste locaaaaaa. Y sabes que es cierto, porque me viste leyendolo, así que no te miento cuando te digo que me chorrié xDDDDD

    Soy muy feliz de tenerte a mi lado. No puedo tener mejor amiga que tú Naty. Gracias por compartir un año más a mi lado. No cabe duda que eres la mujer con el corazón más hermoso que conozco. Te quiero por lo que somos juntas y por lo que eres por ti misma.

    Siempre pienso en ti, y siempre lo hare...

    Mi IAE
    Mi imprimación
    Mi mejor amiga

    te amo con todo mi corazón y siempre te llevo conmigo... a donde vaya...

    Te amo Naty Celeste y gracias por este precioso regalo... espero la otra parte! xDDDDDDD

    Besooooooooooooos mi amooooooooor

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  2. Ohhh Natyy que hermsoooo regalooo
    Kokoro si que eres suertuda de tner a ese hombre y a mi naty.,, de nuevo FELIZ CUMPLEAÑOS MI ALPHA!!!!AAAAAAAAUUUUUUUUU
    Naty ya iba a pedir la contiuancion menos mal aclaraste que vien luego .... estuvo maravilloso

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  3. Feliz Cumple Kokoro
    Mi querida Lobita...espero que hoy estés de lo más feliz..
    Sólo quería dejarte un pequeño regalo de mi parte..
    Por que gracias a ti estoy en este mundo de las letras . Gracias a tu carta..que me respondiste muy amablemente me incorporé al mundo de los Fics..
    Eres genial..Lobita... Y espero..que te venga de regalo ese gran Lobor Negro..que quieres :) Besos y en mi Blog preparé un pequeño presente..espero con mucha ansia que lo vayas a buscar
    Rohayhu Rochie Cullen

    http://rohayhuetereichupekuera.blogspot.com/2010/10/felizcumple.html

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  4. Vaya, me dejaron con la intriga, y que de perdonajes, no me esperaba por donde iba a salir esta historia, ademas me imagine a una Kokoro bellisima entre tanto hombre baron, jajajajjaaja muy buen regalo nena, no me extraña que la haya gustado porque esta incleible, un beso para ambas y que cumplas muchos Koko

    Irene

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  5. Que suerte tiene Koko de tener una amiga como tu, mi Naty, que escribes con tanta pasion, que desearia no tener que parpadear XD
    Pf, feliz cumple Koko, con este regalote... mmmmh (:

    Un abrazote para las dos :D

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  6. Que historia taaaaaan fabulosa...me quedaré esperanod la segunda parte..;) y FELÍZ CUMPLE KOKO!!! te deseo lo mejor del mundo y que recibas toooodo lo bueno que te mereces ..besos cariño

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  7. wow me encanto! la verdad que estubo mmmuuy caliente..ni me imagino la segunda parte

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...