sábado, 6 de febrero de 2010

Lazos Prohibidos "Libro 2, cap 2" - Naty Celeste



Disclaimer: Los personajes son de Stephenie Meyer y la historia es mía :D

Summary: Los licántropos encontraron formas de infectar a los humanos, pero los vampiros no se dejarán vencer en número. Una guerra atormenta al mundo cuando los dos bandos se enfrentan en una batalla sin fin. Todos deben elegir, o la elección será tomada por ellos. ¿Puede el amor de Jake y Nessie enfrentarse a cualquier cosa?

Segundo Libro: Jake’s POV

Capítulo 2: Monstruos o no, a mí me da igual

Ahora me miraba cara a cara con Embry, probablemente el único que lo entendería. Tenía esperanzas de escapar sin tener que lastimar a nadie. El enorme lobo fruncía el ceño, con expresión confundida y la mirada clavada en la de Ness.

- Embry… -lo llamé, y se tomó un momento antes de mirarme finalmente- Es Nessie, hermano. Mi Nessie. –no se movió. Sólo se quedó mirándome a los ojos- Sabes que lucharé por ella… -le advertí, pero la frase parecía fuera de lugar de alguna forma. No era del todo correcta- Sabes que moriré por ella –corregí. Dudó un segundo, aún mirándome directamente. Luego cerró los ojos un momento y al volver a abrirlos dio un paso al costado, dejando de obstruir la única salida. Tomé la mano de Ness sin despegar su cuerpo de mi espalda y me acerqué despacio a mi mejor amigo, que no hizo ademán de moverse en lo más mínimo.

- Gracias –le dije mirándolo a los ojos al pasar a su lado. Me aseguré de que no hubiera nadie más alrededor. Tenía que sacar a Nessie de aquí, y tenía que hacerlo ahora. Le indiqué con la mirada el bosque y asintió con la cabeza. La dejé correr adelante. Era muy rápida y era conveniente que yo cuidara la retaguardia. Era probable que si los chicos se acercaban lo hicieran desde detrás de nosotros. Normalmente ese era el procedimiento.

- Tenemos que encontrar un lugar para escondernos –le dije sin detenerme. Aminoró un poco el paso y me tomó de la mano. “Si te toco con la palma de la mano puedo escucharte y hacer que me escuches” me explicó. “Así nadie más escuchará lo que hablemos”. Agregó. Asentí con la cabeza, “¿Dónde nos escondemos?” le pregunté, sintiéndome un poco raro de que alguien me escuchara en mi forma humana. Dudó un segundo. “Vamos a mi casa” sugirió, pero yo negué con la cabeza. “Muy predecible” repliqué.

Salimos del bosque y corrimos por el pueblo. “¿Qué tal la iglesia?” le pregunté señalándola con la mirada. “Perfecto” contestó. “Estuvimos aquí por un tiempo hace unos meses. Nos movemos mucho, cambiamos de lugar seguido para que no nos encuentren” le expliqué. Entramos por la puerta de metal del costado del viejo edificio de piedra, cuyo cerrojo ya estaba forzado. Apenas habíamos cerrado a nuestras espaldas Ness y yo nos estamos abrazando. Nunca había necesitado tanto estar cerca de alguien. Quizás pensaba que si la sostenía lo suficientemente fuerte, entonces nadie podría quitármela de nuevo.

La escuché llorando y sentí sus lágrimas en mi hombro. No pude evitar llorar con ella. Perdí la cuenta de los minutos, o quizás horas en lo que nos quedamos así, manteniéndonos en pie el uno al otro. Cada uno evitando que el otro se derribara en el suelo.

- Debo irme –susurró con la voz quebrada. Me alejé y la miré a los ojos, confundido por lo que decía-. Debo volver –mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas, y su mano se posó en mi rostro en respuesta.

- Nos matarán si me quedo. Lo sabes –una lágrima corrió por su mejilla mientras hablaba.

- No hagas esto –le dije al limpiarla- Aún no digas adiós. No podré soportarlo. Necesito entender. Tengo que saber lo que pasó –me tomó la cara, con ambas manos ahora, y volvió a besarme. Me besó mientras yo seguía llorando, aterrado por la idea de que me dejara.

- Tengo que irme antes de que Eleonor le diga a los demás dónde están.

- ¿Eleonor? –le pregunté.

- La otra, la que estaba conmigo.

- No te preocupes. Ya deben haberse ido. Por eso no nos perseguían. Si alguien nos encuentra, nos dispersamos por tres días y luego todos nos convertimos y debatimos a dónde ir.

- ¿“Debatimos”? –repitió dejando caer sus brazos a los lados de su cuerpo.

- Nos escuchamos –expliqué- Cuando estamos en nuestras formas de lobo, escuchamos todo lo que piensan los demás. Los unos a los otros. Se llama mente colectiva –lo pensó por un momento-. Así que no tienes que irte. Jamás tendremos que separarnos de nuevo.

- Si tenemos, Jake –susurró.

-No, Ness, no dejaré que te atrapen, lo prometo. Nadie te hará daño.

- No es eso, no temo a que me atrapen, créeme –me quedé en blanco por un segundo, pero luego todo tuvo sentido. No me había detenido a pensar en esa posibilidad, pero era lógico pensar que ella no quería hacerlo. Había pasado mucho tiempo. Además, yo era un lobo. No era la misma persona que una vez había sido. Quité las manos de su rostro con pesadez y ella buscó mis ojos al tiempo que yo bajaba la mirada.

- ¿Jake?

- Lo entiendo –mentí en un balbuceo casi ininteligible, en el que mi corazón entero cayó a pedazos a mis pies.

- Jake ¿Qué entiendes? ¿Qué sucede? –sonaba alarmada y se acercó rápidamente, tomándome la cara con ambas manos de nuevo, buscando que la mirara. No lo hice. Me encogí ante el contacto de forma automática. No podía verla a los ojos y notar que no me amaba- ¡Jake! –gritó y me obligó a mirarla- Jamás. Nunca jamás digas eso. Ni siquiera lo pienses.

La miré confundido y ella bajó una de sus manos hasta mi hombro y me sacudió ligeramente, como si estuviera intentando despertarme o algo así. Pero no podía salir de mi burbuja. Había soñado tanto con esto, con encontrarla y que estuviera bien, que nunca me había detenido a pensar que quizás eso no era suficiente. Que no era suficiente que la amara más que a nada. Que quizás me había olvidado. Con el tiempo, o quizás con alguien más. Junté valor, la miré y noté que lloraba.

- No… -susurré, pasando mi mano por su mejilla para secarla. Me importaba poco que mi corazón se encontrara en el piso hecho añicos. Verla llorando era la peor de las torturas-. No llores por favor, lo entiendo… todo está bien, lo entiendo –mentí de nuevo. Se puso en puntas de pie para que nuestros ojos quedaran a la misma altura.

- Jacob, lo único que tienes que entender es que te amo. Que lo eres absolutamente todo para mí. Que el tiempo no significa nada y que te amo sin importar lo que seas, ni la forma que tengas.

- Pero-

- No –me cortó en tono seco-. Tiene que quedarte claro. Tienes que saber que no mentía cuando te dije que siempre te amaría. Sin importar lo que pasara.

- ¿Pase lo que pase? –susurré interrumpiéndola.

- Para siempre –contestó segura y volví a besarla. Si lo que decía era cierto, no podía pasar ni un minuto más sin sentirla mía.

- Soy tuya, Jake –murmuró en mi oído entre beso y beso a mi cuello-. Siempre lo he sido –agregó justo antes de que volviera a besarla en la boca. Necesitaba tenerla, y ahora. Creo que fui un poco brusco al apretarla de la cintura contra mi, pero no pareció quejarse, más bien lo que soltó sonó como un tenue gemido.

Ya ni siquiera sentía miedo o ansiedad porque nos encontraran, sólo podía sentirla a ella. A mi Ness. “Tu Ness… me gusta como suena eso” se escuchó en mi cabeza. “Pero sólo si tú también eres mío” agregó en tono sexy después de un segundo. Sonreí en sus labios y bajé mis manos por su espalda para tomarla del trasero de repente. Se sobresaltó cuando la levanté y rió un poco cuando sintió mis manos aferrándola a mi cuerpo.

Nos quedamos así un buen rato, sólo quería saborearla. Luego me arrodillé en el piso sin separarla de mi cuerpo. Necesitaba algún punto de apoyo si no quería salir volando entre las nubes, bueno, así era como me sentía. Como si sólo estuviera aferrado a ella ahora. Como si ella fuera lo único que me mantenía sujeto a la Tierra. Ya no había gravedad, ni Sol, ni oxigeno, ella lo era todo. Por ella apagaría el Sol y renunciaría al aire.

Apoyé un brazo en una de las bancas de la iglesia cuando fui bajando hasta apoyar a Nessie en el suelo, pero sus piernas se apretaron alrededor de mi cuerpo y mi mano atravesó la madera del asiento. Quité de inmediato el puño con cara de inocente y ella soltó una pequeña risita, una risa perfecta, dulce y sincera. Reí con ella y luego solté el pedazo de madera lejos para poder volver a besarla y poder deslizar mis manos por su cuerpo.

En este momento era como si el tiempo no hubiera pasado. Cómo si todo el mundo se hubiera paralizado para nosotros. O quizás era lo que mis sentidos me hacían creer… todos ellos estaban embriagados por esta mujer. Su perfume, su suave piel, los sonidos y suspiros que soltaba constantemente… todo me embriagaba. Todo evitaba que pudiera pensar en cualquier otra cosa.

Bajé mi mano por su costado hasta su cadera y arqueó la espalda con el contacto, pegando sus pechos al mío. Incluso a través de la tela podía sentir sus pezones erguidos, esperándome. No pude evitar bajar mi rostro para besar su cuello. Yo sólo traía mis pantalones, así que sus manos podían pasearse libres por mi espalda y mis hombros. No era justo, pero no tardaría en equilibrarnos. No con lo poco que podía contenerme estando junto a ella. Tocándola de esta manera.

Me apreté contra ella para que pudiera sentirme también, sentir cómo me tenía. Cómo me provocaba. Pero seguro no hacía falta, estaba completamente seguro de que leía todo lo que pasaba por mi mente. “Cada palabra” escuché en mi cabeza. Primero me reí y luego me separé lo suficiente de su piel para poder hablar.

- ¡Que atrevida! –solté fingiendo un tono ofendido. Se rió un momento.

- Bueno, ¿que te parece si a cambio… mmm… dejo que me hagas todo lo que quieras?

- Suena justo… –sonreí- aunque no sé si realmente te estás sacrificando mucho –susurré en su oído mientras movía la mano que mantenía a un lado de su cadera hacia su entrepierna. Cuando moví mis dedos la pequeña risa que el comentario había provocado se transformó en un gemido en todas las de la ley.

Seguí moviéndome por un segundo, y luego en un movimiento rápido, metí la mano entre su pantalón y su ropa interior. Gruñí al notarla húmeda por la excitación y volví a posar mi boca en su piel. Ahora me dedicaba a besar el hueco de detrás de su oreja. No me detuve hasta que la sentí correrse en mis dedos, debajo de mi cuerpo.

Solo cuando su respiración se cortó por el placer y la desorientación, fue que dejé de mover mis dedos. Sólo cuando logró volver a abrir los ojos, fue que quité mi mano despacio y aferré los dedos al elástico de su pantalón para quitarlo lentamente. Me arrodillé frente a ella para deslizarlo por sus piernas mientras ella misma se encargaba de quitarse la sudadera de algodón. Debajo llevaba puesta ropa interior de estilo deportivo, simple y blanca. De nuevo me dediqué a deslizarla despacio por sus cremosas piernas, para luego subir las manos por los costados de su cuerpo hasta llegar al borde de la tela de su sostén. La tomé entre mis dedos y lo quité por encima de su cabeza justo antes de volver a besarla en los labios.

No tardó demasiado en bajar sus manos por mi espalda para bajar mi pantalón justo lo suficiente. Y en cuanto lo hizo la acorralé contra el piso, obligándola con mi cuerpo a que se recostara, y apretándome contra ella. La besé lentamente desde la mandíbula hasta el hombro mientras la penetraba. Un pequeño suspiro de alivio salio de mis labios en cuanto la sentí a mí alrededor. Se sentía tan natural, tan lógico. Éramos las dos partes de un rompecabezas, destinados a encajar perfectamente.

Cuando su agarre de mis hombros se aflojó un poco y soltó el aire que mantenía guardado en sus pulmones, comencé a moverme de nuevo. Adoré descubrir que la sentía exactamente igual que antes. A pesar de todo lo que había cambiado, esto continuaba exactamente igual de placentero, igual de perfecto, o incluso más. Me valía un cuerno lo que fuéramos, éramos perfectos el uno para el otro.

Una de sus manos voló hacia un costado cuando aumenté la fuerza con que la embestía, y destrozó parte del asiento que se encontraba a un lado de nosotros. Reí con la boca pegada a su cuello y ella intentó en vano ahogar un gemido.

- Creo… que tenemos… un problema… con la madera –le dije como pude, entre la respiración agitada y la garganta seca. Soltó una risa que se transformó en un grito cuando nuestros cuerpos chocaron de nuevo.

Apreté los ojos y escondí mi cara en su hombro al notar los movimientos que trazaba con la cadera. En cuestión de minutos, aferró sus piernas alrededor de mi espalda y comenzó a indicarme la fuerza que su cuerpo era capaz de soportar. Había sido bastante delicado hasta entonces, por miedo a que mi nueva condición de licántropo pudiera lastimarla, pero ahora sabía que no era necesario.

Seguí el ritmo que sus caderas marcaban y vi como sus ojos se volteaban hacia arriba una vez más. Sonreí y volví a apretar el rostro contra su piel, en un intento de que la expresión de placer en sus facciones no me tentara a seguirla. Continué moviéndome, aunque bajé un poco la velocidad, y cuando noté que su agitada e irregular respiración chocaba contra mi espalda de nuevo, volví al ritmo de antes, sólo que con un poco más de impulso. Casi no lograba contenerme. El miedo a hacerle daño y las ganas de entregarle todo lo que tenía, debatían en mi interior como perro y gato. Pero mi mente tenia la batalla perdida. Mis instintos la sofocaban, haciendo que ya casi no funcionara en absoluto.

- Jake… -dijo en un gemido que sonaba como los dioses, y fue demasiado para que mi pobre cerebro pudiera seguir defendiéndose. Mi cuerpo comenzó a trabajar por su cuenta, sin necesidad de que le diera ninguna orden conciente. O mejor dicho: Sin posibilidad de aceptar ninguna orden conciente. La tomé por debajo de la cintura y la levanté pegándola a mi cuerpo y quedando sobre mis rodillas. No paró de trazar los círculos con su cadera, ni siquiera parecía haberse dado cuenta de que la posición de su cuerpo había cambiado.

Bajé mis manos a su cadera y comencé a moverla de arriba a abajo, apretándola contra mí con todas mis fuerzas. Así, solo me faltaba un poco de espacio para poder entrar completamente en su cuerpo. Los gemidos que me dejaba escuchar en mi cabeza eran incluso más frecuentes que los que soltaba a un lado de mi oído. Subí lentamente una de mis manos por su cuerpo y noté que a pesar de que no la dirigía, su ritmo y movimiento seguían siendo los mismos, así que puse una de mis manos en su espalda y la otra en uno de sus pechos. Tal como lo había previsto, Nessie arqueó la espalda al sentir mis dedos aferrándose a su pezón, y la sostuve firmemente por la espalda, a la altura de su cintura. Todo parecía sincronizado… como si ambos necesitáramos lo mismo en el mismo momento, como si cada uno supiera exactamente qué hacer para volver completamente loco al otro, o al menos como si hubiéramos llevado años planeándolo.

Reemplacé mis dedos con mis labios y lamí su pezón, metiéndolo completamente en mi boca y mordiéndolo con los labios. Aumentó la fuerza, como si tampoco ella pudiera controlarse… me encantaba esa idea. Quité mi boca y soplé su piel al tiempo que sentía la primera oleada de placer. Me mordí el labio con fuerza, intentando distraerme, y luego me dediqué a su otro seno, que me llamaba a gritos con el movimiento que le provocaba la forma en que Nessie se movía sobre mí. Saboreé uno de sus pechos mientras masajeaba el otro con mi mano libre. Podía sentir cómo aumentaba el calor de nuestros cuerpos, al unísono, como si fuéramos uno sólo.

Ella gimió con fuerza una vez más, y esta vez me dejé llevar cuando sus músculos se apretaron a mí alrededor. Ya no podía mantener a raya el placer que me provocaba. Ya no podía contenerlo, ni restringirlo. La miré mientras apretaba los ojos y se mordía el labio al correrse y luego tragué en seco intentando volver a respirar.

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Cuando desperté, rogué porque todo no fuera solo un sueño. Estaba aterrado de que todo fuera un producto de mi imaginación, y de despertarme nuevamente con el corazón roto y deseando estar muerto. Y luego la sentí removerse en mis brazos.

- Estoy aquí… -susurró plantando un beso en mi pecho, que se infló con un suspiro de alivio. Abrí los ojos y la vi mirándome. Le sonreí y sus ojos brillaron.

- ¿Me escuchabas? –le pregunté señalando con la mirada la mano que mantenía apoyada en mi pecho.

- Tu sueño era lindo –comentó mientras sus mejillas se coloreaban. Se veía tan dulce y hermosa que no pude evitar desearla de nuevo. Por supuesto que ese pensamiento sólo hizo que bajara la mirada y se tornara aún más roja. Tenía que pensar en otra cosa.

- ¿Qué soñaba? –le pregunté para distraerme. “Cierra los ojos” me indicó dentro de mi cabeza. Aún no me acostumbraba a eso. Le hice caso, y unas imágenes pasaron por delante de mis ojos, como una película vieja. Colores brillantes y vivos me rodeaban, me sentía seguro y libre. Y de pronto reconocí el lugar. Era el lago al que habíamos ido de vacaciones una vez mi padre, Mary, Nessie y yo. Ness pasó corriendo a mi lado como un cometa y gritó “¡Te apuesto a que llego primero!” mientras lo hacía. La escuché tan claro como si todo estuviera pasando en ese momento.

Me vi a mi mismo, un poco más joven, parado del otro lado. Le contestaba “tramposa” en tono juguetón y la perseguía, para luego lanzarme al agua justo después de ella. Ambos salimos a flote y nos reímos como niños. Sonreí cuando las imágenes se acabaron y apreté a Ness contra mi pecho. Ese verano había sido el último que pasaría con mi padre, y sin duda, el mejor de todos los de mi vida.

- ¿Recuerdas lo que pasó después? –le pregunté, y ella sonrió levemente y frunció el ceño medio en broma.

- La hiedra –musitó de mala gana y yo asentí con la cabeza. Después de nadar, y al salir del agua, nos habíamos sentado a un lado del lago y Ness se había apoyado en hiedra venenosa.

- Justo antes de que lo notaras, cuando charlábamos. En ese momento estuve a punto de decírtelo todo.

- ¿Todo? –me miró curiosa, esperando a que le explicara a qué me refería.

- Que te amaba, que siempre lo había hecho –le aclaré.

- ¿Y por qué no lo hiciste? –me encogí de hombros.

- En parte por miedo, en parte por estupidez… y en parte porque comenzaste a gritar cuando notaste lo de la hiedra –me golpeó sin fuerza en el pecho, nos reímos un rato, y después de unos minutos, apoyó su cabeza en mi pecho y suspiró cerrando los ojos y quedándose quieta… muy quieta.

- ¿Qué sucede? –le pregunté en un susurro, acariciando su cabello con los dedos.

- Solo… creí que nunca lo escucharía de nuevo –contestó apretando su oído contra mi corazón. Esa frase me devolvió a la realidad más rápido que un rayo.

- ¿Ness…?

- ¿Sí?

- Antes dijiste que tenías que irte –susurré dudoso. No quería que se fuera, pero necesitaba explicaciones, necesitaba entender porqué estaba decidida a dejarme. Se incorporó sobre sus codos, acomodándose a un lado de mí para poder mirarme a la cara.

- No es que vaya a dejarte. Es que necesito volver.

- ¿Por qué? –susurré casi sin sonido.

- Te dije lo que era.

- Una híbrida –corroboré y ella asintió.

- Para serlo, debes beber veneno –creo que hice una mueca, por que se quedó callada por un segundo y luego suspiró y apoyó su mano en mi pecho de nuevo. “Tengo que beberlo cada quince días” lo pensé un momento. “¿O si no?” le pregunté. Todo quedó en silencio. No estaba dispuesta a contestarme.

- Oh… -dije en voz alta y frunció el ceño- ¿Hace cuanto lo tomaste? –la arruga de su frente se profundizó.

- Siete días –murmuró entre dientes y cerré los ojos con fuerza. “tengo que mostrarte algo” musitó casi sin volumen dentro de mi cabeza. “¿Sí?”. En mi mente apareció la imagen de un jardín. Era de noche. Era como estar dentro de los recuerdos de Nessie, la miraba alternando entre observar las estrellas y contemplar el brazalete que le había regalado cuando niños. Una voz llamó su atención, y volteó a ver al vampiro que se dirigía a ella. Era la sanguijuela del callejón. El parásito con el que había estado obsesionado todo este tiempo, aquel contra el que había jurado venganza.

Me dio tanto asco que arrugué la nariz ante el hedor dulce que en realidad no percibía. Me acerqué caminando fuerte e intenté agarrarlo por el cuello, pero mi mano lo atravesó como si yo hubiera estado hecho de humo. Me alejé de nuevo y observé la escena intentando calmarme. Ness parecía tratarlo como a un amigo… y el tipo era más que amigable con mi Ness. Ella le preguntó una serie de cosas sobre la transformación, y él las contestó una a una. Apreté los puños y los dientes cuando le dijo que tendría que besarla. Comenzaron a temblarme las manos.

- ¿Quieres que me detenga? –me preguntó en voz alta, recordándome que ahora estaba conmigo. Abrí los ojos, mirando fijamente al techo.

- No. –Intenté tranquilizarme- Quiero saberlo –agregué después de un segundo y volví a cerrar los ojos. El chupasangres la besó, pero ella no le correspondía. La conocía lo suficiente como para saber que esa no hubiera sido su elección. Abrí los ojos de golpe, agradeciendo que hubiera terminado.

- Lo siento tanto –me dijo con la voz quebrada. Me tomé un segundo para calmarme y luego la miré a los ojos. Apoyé una mano en su rostro, dudando de preguntar lo que estaba quemándome la lengua. Suspiré antes de hacerlo, en un intento de que mi voz fuera menos seca.

- ¿Estás… con él? –sonó casi sin volumen.

- ¡Dios! ¡Claro que no! –solté el aire que tenía guardado en los pulmones-. Eso fue todo lo que pasó –suspiré aliviado, aunque sabía que no hubiera tenido derecho a reclamar nada si algo más hubiera pasado.

Nos quedamos en silencio unos minutos, en los que me calmé bastante. Como lo veía, no había habido otra opción. Y de todas formas, si yo hubiera muerto en verdad, no hubiera querido que se metiera a un convento. Hubiera deseado que fuera feliz, que amara, que la amaran. Claro que nunca nadie podría amarla tanto como yo lo hacía, pero me hubiera gustado que siguiera con su vida. Por mucho que me costaba admitirlo ahora.

- ¿Qué pasó contigo? –me preguntó sacándome de mis pensamientos.

- ¿A qué te refieres? –pregunté un poco confundido.

- Cuando nos separaron ¿Qué sucedió? ¿Cómo te convertiste en lobo?

- Oh… bueno, de hecho, me transformaron los chicos… Jared.

- Puedes pensarlo si quieres, comentó apoyando su mano en mi pecho una vez más. Apoyé la mía sobre la suya y la apreté con fuerza. La había extrañado tanto… dudé qué debiera contarle todo. No quería que sufriera por mi causa.

- Quiero saberlo -susurró infundiéndome coraje. Cerré los ojos y suspiré.

8 comentarios:

  1. :O naty a stado muy bueno...ese lemmon haha stuvo genial! espero con ansias el otro capi sigue asiii!

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  2. woowww....!!! ya estaba esperando desde esta mañana jaja..Que emoción..Lloré cuando Nessie le dijo que se tenia que ir y Jake penso que era por que ya no le amaba aaawwwww amo a ese lobito..la mejor pareja..!! jajaja vamos a ver que pasa con Jeremy...soy mala pero no lo soportaba...Esperando con ansias el proximo capitulo..!! exitos, saludosss

    Montse :*

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  3. Iuuu!!
    Ya quiero saber que paso con Jake! ;)
    vamos Naty, no nos tortures! :)

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  4. Naaaty ... me encanta .. me fascina ... lo amo lo amoooooo.. mileees de besooos.. abrazooos ... genial capitulo

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  5. QUE BUENO ESTUVO ESTE CAPITULO NATY, ME ENCANTO CUANDO LE DICE QUE SE TIENE QUE IR, ME IMAGINO LA CARITA DE JAKE TAN TRISTE AAAAHHH!! POBRE.

    OYE ME INTRIGA UNA FRASE, JAKE LE DICE:SABIA QUE NO HUBIERA TENIDO DERECHO A RECLAMAR NADA SI ALGO MAS HUBIERA PASADO. HAAAAAYYY, SOLO ESPERO QUE NO SEA LO QUE CREO, QUE NO HAYA METIDO LA PATA EL LOBITO, JAJA AHORA SI QUEDA LA FRASE. EL LEMMON GENIAL, TAN SINCRONIZADOS, QUE LINDO.

    BESOS, NATY, ESPERO EL SIGUENTE CAPITULO.

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  6. Naty Naty Naty
    aaaa fue perfectO
    como todo en este fiic
    s hermoso y bello bello
    Ya q sea sabado xDD
    besiitOs

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  7. Naty preciosa capitulo. Me encantó me habría encantado aunque no huviese lemmon. Al fin estan juntos!!. Estoy deseando saber la versión de Jake. Genial, estupendo. Adoro este fic.

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  8. Guau mi Naty genial! El amor supera las barreras, rompe ligaduras y nos libera. Demos pues paso al amor. Besotes mi loba de las pasiones

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...