sábado, 6 de febrero de 2010

Felíz día de no-aviversario "Oneshoot" - Leda

Summary: Parece que Edward se ha olvidado del primer aniversario de su noviazgo con Bella. Esta historia intenta permanecer fiel al la historia de Meyer, nada de sexo hasta el matrimonio ¿verdad? mmmmmmmmmmmmmmm.


Feliz día de no-aniversario


N/A: He querido ser fiel a los libros, por eso he intentado escribir un lemmon... sin lemmon.

***

Un aniversario es un aniversario. Siempre es importante. Eso lo sabe cualquiera. Así que cuando llegué a casa desde la escuela y no vi allí tampoco a Edward empecé a extrañarme. Miré otra vez el calendario del móvil: sí, era mi aniversario. Pero nada, Edward no aparecía por ningún lado.

Revisé el móvil. Nada. Los mensajes. Nada. El correo electrónico. Nada.

Estaba empezando a sentir una creciente oleada de ira subiendo por mi estómago.

Bien, Bella, respira. Concéntrate en respirar. Es Edward, sabes que tiene algo preparado. Es más, tiene algo llamativo y muy costoso preparado.

-como se le haya olvidado.

-¿has dicho algo?- me preguntó Charlie dejando de comer un momento.

-no, papá, no he dicho nada- le contesté con fastidio. Parece que él sólo se preocupaba de que la cena estuviera lista, pues ya está, ya tenía su cena y podía tragarla rápidamente para irse corriendo a ver la tele.

-¿te pasa algo Bella?

-No papá. -vaya, justo hoy decidía fijarse en mí.

-¿enfadada con tu novio?-Charlie usaba su mejor tono sarcástico para preguntar.

-no es nada que no tenga solución, papá, no te preocupes.

-no tendré tanta suerte.-murmuró.

-¿has dicho algo? No te oí bien, lo siento.-tenía que dejar aquella conversación, porque estaba empezando a descargar mi enfado sobre mi padre.

Me levanté y empecé a recoger la cocina, pero como estaba enfadada todo eran golpes y ruidos.

-Bella, será mejor que yo recoja.- Charlie me quitó los guantes de las manos y le miré furiosa. Pero tenía razón.

-me voy a estudiar. Buenas noches.-intenté despedirme un poco más relajada y subí a mi habitación.

-y tampoco está aquí.-dije para mí misma en cuanto entré en la habitación. Cogí mi móvil y volví a marcar su número, él siempre me había dicho que si le necesitaba en 2 minutos le tendría conmigo. Tic, tac, tic, tac. Un minuto. Tic, tac, tic, tac. Dos minutos.

Bufé de rabia y me puse el pijama, me lavé los dientes y me duché y me metí en la cama tapándome con las mantas todo lo que pude. ¡esto era el colmo¡ ¡ni siquiera venía cuando le llamaba¡ estaba demasiado enfadada para leer o lo que fuera, y estuve despierta mucho tiempo, pensando distintas formas de gritarle en cuanto le viera.

¡nuestro primer aniversario y lo había olvidado¡

¡y era un vampiro¡ ¿no se supone que tiene memoria?

Me dormí muy tarde y me desperté en cuanto oí a Charlie hacer ruido en la cocina. Era domingo y se iba de pesca. La verdad es que agradecía quedarme sola, tarde o temprano volvería Edward y prefería que no hubiera nadie alrededor para poder gritarle a mi gusto.

Estaba dando vueltas en la cama enfadada otra vez, esto no tenía sentido. Me levanté y fui al baño a ducharme, por lo menos podía aprovechar la mañana poniéndome al día con los deberes.

-buenos días, Bella. -estaba tumbado en la cama con los brazos detrás de la cabeza. Parecía relajado y feliz. Por un momento todo mi enfado se disipó y sólo pensé en tumbarme a su lado y besarle, tenía que recuperar casi dos días sin besos. Pero estaba tan furiosa que esta vez pude reponerme al poder que sus ojos tenían sobre mí, así crucé los brazos y le miré intentando expresarle todo lo que sentía.

-ven aquí.-se tumbó de lado y palmeó la cama- te estaba esperando.

-oh, me estabas esperando.-comencé a andar por la habitación mientras notaba como mi enfado me iba haciendo perder la calma.

-sí. Bueno, dime, ¿qué era tan urgente para que me llamaras ayer mil veces al móvil?.-y todo esto lo dijo allí tumbado, tan a gusto, sonriendo como si no pasara nada.

-no tienes que preocuparte, Edward, tan sólo fue que te necesitaba. ¿cómo era eso de “en dos minutos” estoy contigo?

-Bella, eso es sólo si hay una emergencia. Alice no vio nada peligroso. -me miraba como si estuviera tratando a un bebé.

-¿le preguntaste a Alice?-le dije asombrada.

-sí, cuando llamaste fue lo primero que hice. Estábamos cazando juntos. -se levantó y se puso frente a mí, poniendo sus brazos alrededor de mi cintura.- ¿qué te pasa Bella? ¿qué ha sucedido?

Su tono seguía siendo casual, y su mirada no mostraba preocupación.

-Edward, ¿por qué no viniste cuando te llamé?- le pregunté intentando entender qué había pasado.

-Ya te he explicado, Bella. Alice me dijo que no pasaba nada grave. Estábamos cazando, Bella, era una cacería divertida, y hacía tiempo que no lo pasaba tan bien con los chicos. Pensé que si era grave llamarías a Carlisle.

Se apartó un momento y me miró serio por primera vez.

-Bella, te dije que iba a pasar la noche fuera, que no volvería hasta hoy por la mañana.

Me miraba con aquella sonrisa suya, como si nada hubiera sucedido.

-Sí Edward, llevas razón, me lo dijiste.

-Bien, todo bien entonces.- volvió a tumbarse en la cama en uno de esos movimientos tan elegantes y rápidos y se colocó el flequillo.- ven aquí, te he echado de menos. Charlie no volverá en todo el día. ¿has planeado algo?

La ira y el enfado estaban empezando a dar paso un gran nudo que se me estaba haciendo en el estómago, mientras las lágrimas se agolpaban en los ojos.

Y yo que había pensado que me tendría algo especial preparado. Ni siquiera se había acordado.

-Bella ¿qué te pasa? ¿por qué estás triste?-ahora su cara ya no era tan alegre, se le veía preocupado.

Me senté a su lado en la cama, me sentía como una tonta, no podía evitarlo. Edward me atrajo hacía él y me acurruqué en su pecho, un segundo después estaba llorando.

-Amor, mírame.- me dijo intentando que levantar la cabeza.-¿crees que se me ha olvidado, verdad?

Levanté la cabeza y le miré sorprendida, mientras dejaba de llorar instantáneamente.

-¿tú lo has hecho aposta, Edward.? ¿me has dejado plantada en nuestro aniversario aposta?-le pregunté cada vez más confusa.

-Bella, cariño... déjame explicarte.-me besó en los labios muy dulcemente, y no pude resistirme a él, siempre me pasaba igual, mi corazón ya estaba galopando alocadamente mientras me sumergía en la sensación de sus suaves y fríos labios sobre los míos. Él se separó de mí muy despacio cuando fue necesario que tomara oxígeno.

-me advertiste que no querías nada para nuestro aniversario.-comenzó. Yo protesté, pero él puso uno de sus dedos en mis labios para indicarme que mantuviera silencio.- eso dijiste, y me hiciste prometer que no haría nada, y que no gastaría dinero en nuestro aniversario. ¿recuerdas Bella?

-Si, Edward, pero... -otra vez no me dejó terminar.

-sé que puede haber sido cruel por mi parte, y que muy probablemente no merezco que perdones algo así, Bella, pero ¿sabes lo doloroso que fue para mí que me hicieras prometer algo así? Tenía tantas ideas para ese día... ¡Un año Bella¡ llevaba semanas preparando todo, quería que fuera un día inolvidable. Nuestro primer aniversario. Y tú, con tu obsesión por no gastar nada, por no ser el centro de atención, con todos tus pequeños complejos que no te dejan sentirte merecedora de lo que puedo darte... y es tanto, Bella, quiero darte tanto, pero tú nunca me dejas ni siquiera hacerte un regalo. ¿sabes lo doloroso que es para mí?

Edward estaba un poco más erguido en la cama y yo le miraba muy seria, nunca me había parado a pensar en su punto de vista, era cierto.

-Lo siento, Edward, no sabía...

-Espera Bella, no he terminado.-Su voz era muy seria, pero no sonaba enfadado- así que ideé esta pequeña venganza. Ahora me doy cuenta que he sido muy cruel y te he herido, lo siento de veras. ¿me perdonas Bella?

-Sí, Edward, pero ¿por qué no me lo dijiste? Me pasé el día buscándote, y anoche me sentí muy sola.

-Lo sé, y lo lamento. Cada vez que veía una llamada tuya se me rompía el corazón por no contestarte.

-¿y por qué no lo hiciste, Edward? -me costaba imaginar que fuera tan frío y calculador para dejar que el teléfono sonara sin cesar, sin preocuparse por mí como siempre hacía.

-Bella, fue muy difícil. Me sentía tan mal. Pero Alice me retuvo... ella sabía que estabas bien, y me ha ayudado en este pequeño plan.

-¿te ha ayudado en el plan? ¿Alice? Creí que era mi amiga.

-Y lo es, Bella, lo es. Verás, te prometí que no planearía nada para nuestro aniversario pero no te prometí que no haría nada cualquier otro día ¿verdad? -puso aquella sonrisa torcida que me volvía loca y yo sonreí como una boba mientras me sentía de repente absolutamente feliz. Él no había olvidado nuestro aniversario, sólo lo había pospuesto. Más tarde aclararía que había sido una absurda idea dejarme sola todo el día... aunque no podía negar que me lo había merecido un poco.

-Charlie no volverá hasta la noche, tenemos todo el día para nosotros.- se acercó otra vez a mí y posó sus labios muy despacio bajo el espacio de mi oreja, haciendo directamente que una descarga eléctrica recorriera mi cuerpo.- tengo ganas de estar contigo... he estado demasiadas horas sin ti...

Sus labios dejaron un suave rastro por mi garganta y yo había empezado a respirar jadeando.

-Sabes, Alice me dejó un libro... -susurraba en mi oído mientras me acariciaba con la punta de la lengua.- ella dice que te gustaría.

Noté como tenía las manos tensas, no tenía ni idea de lo que estaba pensando, pero de repente caí en la cuenta que si unías las palabras libro,aniversario y Alice ….

Como pude dirigí mis labios a los suyos y él volvió a besarme, pero podía notar como estaba pensando sin parar.

-Bella, tal vez hay algo... -comenzó otra vez, y a regañadientes me separé de su boca para intentar averiguar de qué se trataba, algo me decía que tendría que llamar a Alice luego para darle las gracias.

-dime, Edward, ¿que has pensado? -le miré todo lo seductoramente que pude. Tal vez este sería el día en que daría un paso más.

-verás, en el libro ponía que, bueno, no sé como explicarte -sonreí ante la imagen de Edward azorado ante mí, diría que si pudiera estaría sonrojado.- creo que es una idea buena para nosotros, pero la verdad es que es atrevida, y tal vez tú...

-bueno, por qué no me lo muestras en lugar de contármelo.

-Quiero darte lo que quieres Bella, necesito que lo entiendas, te amo y odio tener que alejarme de tu cuerpo, si supieras lo difícil que es...

-No lo hagas, no te alejes.-le dije, y me abracé a su cuerpo pegándome todo lo posible, haciendo que se le escapara un gemido.

Me agarró de los brazos y los puso otra vez a lo largo de mi cuerpo, separándose levemente.

-Edward, no te entiendo, deja que te abrace.

-Bella, voy a decirte algo, y si te niegas, si no quieres, olvidaremos esto y prométeme que nunca más hablaremos de ello. ¿de acuerdo? -de repente estaba muy serio y me asusté un poco, ¿qué tendría pensado proponerme?

Aspiró aire lentamente, hizo una pausa y comenzó a hablar lentamente.

-esto es tan difícil... pero tengo que hacerlo. Es mi regalo para ti.

Se levantó de la cama y se puso de pie al lado de la ventana. Cerró la ventana y la cortina. Fue hacia la puerta y la cerró, luego apagó nuestros teléfonos móviles. Por último apagó la luz. Le oí respirar lentamente otra vez.

-por favor, si no quieres, dilo ¿de acuerdo? Si te sientes incómoda, si crees que es una locura... sólo dilo.

-Edward, por dios, me estás asustando.-estaba empezando a estar un poco asustada. ¿y si había pensado transformarme? No, no podía ser eso, no lo haría en mi casa, además se suponía que eran varios días.

-Bella, es tan... bueno, será mejor que sea rápido. Probablemente me hagas salir de tu habitación inmediatamente. Me iré en cuanto lo digas ¿de acuerdo?

-Sí. Cuando quiera que te vayas te lo diré.-le contesté, me sentía ansiosa con todo esto.

-Bien, primero... desnúdate Bella.- lo dijo muy rápido, como si soltara las palabras después de haberlas retenido con fuerza en los labios. Tuve que pensar dos veces si había oído lo que creía que había oído. No daba crédito. Tal vez por eso estaba todo a oscuras. Y cuando estuve totalmente segura de lo que me había dicho, decidí hacerlo, no fuera que cambiara de opinión después de todo.

Así que comencé a desnudarme. En realidad llevaba poca ropa, me había puesto un pantalón corto y una camiseta para estudiar, nada más. Bueno sí... ahora quedaba la ropa interior. Parece que iba a ser un poco vergonzoso para mí. Quería asegurarme que era esto lo que quería.

-Todo Bella.- añadió con voz ronca, como si supiera la causa de mi duda.

Pensé durante un segundo en la situación, Edward estaba de pie al lado de la puerta de mi habitación viendo como yo me desnudaba, sin duda la oscuridad no presentaba un problema para él. Su voz había sonado ronca. ¿estaría excitado? Despacio me quité el sujetador, dándole la espalda, y me senté en el extremo más alejado a él de la cama. Necesitaba tomar aire para hacer esto.

Entonces noté una brisa fría y supuse que se había movido. Fui a darme la vuelta para ver donde estaba pero me dio un beso en el hombro, estaba a mi espalda.

-no te muevas. Quédate muy quieta.- durante un momento que pareció eterno no escuché más que el sonido de mi corazón galopando.

-te explicaré lo que vamos a hacer. ¿de acuerdo? Y si hay algo... si tú crees que no es oportuno, sólo dilo y saldré de aquí rápidamente. ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza, no era capaz de hablar a estas alturas, el aliento de Edward me estaba acariciando la espalda y sentía una corriente eléctrica chocando con mi cuerpo.

-no te tocaré, Bella, no tengas miedo.-fui a protestar pero él continuó hablando con aquel tono extrañamente grave que nunca había oído hasta hoy.- probaremos este juego, dicen que el sexo más excitante se puede tener sin llegar a... bueno, Bella, digamos que sigo manteniendo mi promesa de hacerte mía en la luna de miel. Pero voy a intentar hacerte un regalo. Es difícil para mí, tendré que concentrarme. Pero sé que me ayudarás y serás buena, ¿verdad Bella?

Volví a asentir con la cabeza y me concentré en respirar despacio.

-Bien, ahora cierra los ojos. No los abras hasta que yo te lo diga. ¿de acuerdo? ¿confías en mí Bella?- dijo esto mientras me soplaba suavemente en la nuca.- cierra los ojos.

Cerré los ojos y me quedé quieta como él me decía. Al principio no pasó nada. No había ruido, sólo se oían los árboles en la calle, la casa estaba silenciosa. Me sentí un poco inquieta.

Y entonces sentí una suave brisa en mi espalda, fresca, que iba recorriendo muy despacio de hombro a hombro. Mi pelo se había movido ligeramente con ella. Se me puso la piel de gallina y me moví un poco. Seguía con los ojos cerrados, como me había mandado Edward, y eso hacía que mis otros sentidos estuvieran mucho más despiertos.

La brisa recorrió varias veces mis hombros, lentamente, y luego fue muy despacio siguiendo el camino de mi columna hasta llegar al final, haciendo que sin querer mi espalda se curvara y mis caderas cambiaran un poco la posición.

Y otra vez comenzó el mismo recorrido, un ligero soplo bajando, una y otra vez. En su tercer recorrido mi cabeza calló hacia atrás y gemí sin poder evitarlo.

Esta vez cuando la brisa llegó al final de mi espalda en lugar de volver a su recorrido fue hacia mi cadera, esto fue una sorpresa y se me escapó otro gemido.

Estaba empezando a sentir calor, paradójicamente aquella brisa fría estaba haciendo arder mi cuerpo al despertar todas las terminaciones nerviosas de mi piel. Deseaba ver el rostro de Edward, y sobre todo besarle, y sin darme cuenta entreabrí mis labios. Pero su beso nunca llegó. En su lugar llegó un suave movimiento y me estremecí, adoraba cuando me soplaba en la oreja, esto era demasiado para mí. Mi corazón se paraba esperando el siguiente recorrido de su aliento, y comenzaba a latir desaforadamente cuando le sentía sobre mi piel.

Podía olerle ahora con más facilidad, así que imaginé que estaba frente a mi. Y apreté los brazos sobre mi pecho, que había mantenido tapados de esta forma durante todo este juego.

Su lento recorrido continuó. Primero lo sentí en mis labios, que tenía entreabiertos esperándole, pero él no llegó, solo su aroma, que me llenaba y me mareaba un poco como siempre. Mi lengua lamió mis labios intentando obtener algo de su sabor, y él sopló de nuevo de una forma muy suave, y la saqué un poco de mi boca entreabierta la punta de mi lengua sintiéndole de una forma increíble, el aire sabía a él. Me deleité en su gusto y respiré profundamente el aire que él exhalaba y me sentí un poco mareada. Fue suavemente acariciando de esta forma mi rostro, mis ojos, mis mejillas, y luego la línea de mi mandíbula... para arrancarme otro gemido al llegar a mi oreja.

Cuando pensaba que había terminado volvió de nuevo sobre mi cuerpo.

Esta vez estaba en mi garganta, aprovechando que yo tenía ligeramente inclinada hacia atrás la cabeza, soplaba hasta llegar a la base de mi cuello, y como siempre repitió su pequeño camino varias veces, pero siempre bajaba un poco, cada vez más osado, y yo sentía que mi pecho se llenaba de aire cuando su aliento bajaba hasta mis pechos, porque era eso lo que estaba haciendo. Deseaba tanto sentirle allí, y el agarre de mis brazos alrededor de mi cuerpo era cada vez más débil.

Cuando sopló entre la línea de mi pecho por tercera vez, retiré mis brazos anhelando sentirle allí.

Escuché un gemido y noté el aire moverse de la habitación. Tal vez Edward se había ido. Pero no me moví, algo me decía que estaba allí, podía sentirle en la habitación. Sólo esperé.

Después de unos minutos que me parecieron eternos, repentinamente volví a notar una brisa en mi cara. Mi cabeza volvió a caer hacia atrás y un fuego fue prendiéndose por mi piel inmediatamente después de que su soplo pasara. Y llegó de nuevo al centro de mis pechos. Yo respiraba agitadamente, y tenía que concentrarme en estarme quieta, mi cuerpo quería moverse, pero me obligué a mí misma a permanecer allí sentada. Sólo tenía que esperar.

Y lo sentí. Mis pezones se endurecieron y abrí mis labios para jadear. Aquello era mucho más de lo que nunca hubiera podido imaginar. Tenía apoyada mis manos en la cama y sabía que había ido moviendo mi cuerpo intentado sentirle. Cuando creí que me volvería loca de sentirle soplar haciendo formas sobre mis pechos, alternado uno y otro, él se detuvo. Agradecí la pausa, necesitaba recuperar un poco el ritmo normal de la respiración.

Edward comenzó otro pequeño camino por mi cuerpo, esta vez en mi hombro, bajando por mi brazo lentamente, y llegó a mis manos, que moví ansiosamente para sentirle en mis dedos, soplándolos ligeramente en las puntas.

-Bella, túmbate y levanta los brazos. No abras los ojos, por favor.

Había sido un susurro tan suave que en realidad podría haber sido un sueño, pero sabía que era él. Notaba su boca tan cerca de mi oreja que me estremecí. Todo mi cuerpo estaba comenzando a arder por culpa de él. Nunca hubiera pensado que fuera capaz de hacer algo así. Y mi piel, era como si hubiera despertado a sensaciones totalmente inimaginables, podría decir que nunca había pensado que mi pecho pudiera ser tan sensible.

Me tumbé en la cama y levanté los brazos como había dicho. En seguida noté como el colchón se hundía un poco a mi lado, y supe que él estaba allí.

Era tan excitante saber que él estaba a unos centímetros, que su boca estaba pasando por mi cuerpo tan cerca, y yo estaba desnuda para él.

Comenzó muy suave, desde la palma de mi mano hasta mi cintura, todo el costado, haciendo que yo me retorciera un poco. En seguida fue al otro lado, sin dejar que me recuperara. Era tan lento que parecía que no olvidara ni un milímetro de mi piel. Y yo estaba ardiendo. Creo que a partir del cuarto recorrido ya dejaron de preocuparme mis jadeos y gemidos, simplemente no podía controlarlo. Esperaba que esto no detuviera a Edward en su juego.

Nunca había pensado que mi cuerpo pudiera estar tan vivo. Era capaz de sentir cada centímetro de mi piel, cada poro. Sentía como el bello fino se me erizaba cuando su aliento se acercaba, igual que se mueve el trigo en un día de verano cuando le acaricia el viento. Era capaz de sentir mi sudor evaporándose de la piel, como se evapora esa gota de rocío con el primer sol de la mañana. Podría jurar que era capaz de sentir una pequeña corriente eléctrica que me conectaba al cuerpo de Edward, y sabía que él mantenía sus labios a tan sólo unos centímetros de mi piel, a veces tan cerca que podía notar la promesa de una caricia de su lengua.

Y mi lengua, mi lengua saboreaba el dulce aroma de Edward que parecía flotar en el ambiente, me deleitaba con él, lamía mis labios y podía sentir su esencia precipitada en ellos.

Al principio había disfrutado del silencio sólo roto por algún ruido del exterior, pero ahora, avanzando los segundos, escuchaba el ruido de la cama al ajustarse a la figura de Edward cuando él cambiaba de lugar, y también era consciente del ruido de su ropa al moverse, haciendo que me anticipara a su movimiento. Pero ahora podía percibir el ligero ruido que hacían los labios de él, dejando escapar el aire suavemente sobre mi piel.

Y tal vez había creído que no podría verle, pero no era así, le veía claramente con mis ojos cerrados, no podía ver otra cosa que su mirada, y sus pupilas estaban negras como aquella vez en el prado cuando me dejó acariciarle por primera vez.

Todas estas sensaciones mandadas a mi cerebro hacían que mi cuerpo se mantuviera en una clase de éxtasis completamente desconocido para mí. Nunca pensé estar tan viva. Y mi cuerpo ardía lentamente con aquella brisa helada recorriéndole.

Su camino hasta mi cadera fue simplemente una tortura, y cuando se dirigió a mi ombligo creo que me moví como una serpiente en la arena, ondulante, persiguiendo alargar el recorrido de su aliento que iba de una cadera a otra. Comenzó a bajar por mis piernas, por el lateral exterior, y llegó a mis pies. Fue un agradable cambio, la sensación de unas cosquillas suaves, y mi cuerpo se relajó ligeramente, perdiendo esa tensión dolorosa que había acumulado. Pero cuando su soplo fue subiendo otra vez por mi pierna a mi cadera otra sensación fue haciéndose cada vez más fuerte en mi cuerpo, la sangre me latía a un ritmo rápido, intentando llegar a cada parte de mi cuerpo para no perder ninguna sensación. Y poco a poco era consciente de que todo se conectaba de alguna forma en un punto, cada sensación alimentaba un poco aquella creciente tensión en mi cuerpo, justo bajo mi ombligo y muy cerca de mi columna, y desde allí parecía que ahora se dirigía mi cuerpo entero.

En un nuevo modo de hacerme estremecer, su aliento subió muy lento de nuevo pero esta vez entre mis piernas, que yo mantenía cerradas, y me dí cuenta de que las aflojaba involuntariamente, como si mis rodillas perdieran fuerza, cuando llegó al punto de unión de mis piernas simplemente sentí un tirón en todo el cuerpo, ahora sabía perfectamente cuál era el lugar en que mi cuerpo se estaba concentrando. Me arrepentí de no haberme quitado las braguitas, pero sólo pude pensar un momento, luego mi cerebro no volvió a hacerlo, ocupado tan solo en procesar cada diminuto punto de placer que sentía.

Otro camino ascendente y mis piernas se separaron unos centímetros, con vida propia, mi cuerpo anhelando sentir aquella deliciosa tortura en toda su extensión. Y en otra pequeña línea que trazaba soplando ligeramente sobre mi cadera, parándose en mi ombligo, y cambiando el rumbo abruptamente para bajar, mis rodillas se separaron a la vez que un fuerte gemido salió de mi boca.

Mis manos estaban agarrando la almohada por encima de mi cabeza, todavía en la posición inicial, y mi cabeza apoyada algo inclinada hacia atrás, y sentí de nuevo una caricia en mi boca, suave, fresca, que me dejaba su sabor con el aire. Bajó dibujando una línea en mi cuerpo y como si estuviera atada a él por algún hilo invisible mi espalda fue separándose formando un arco y mi cuerpo se apoyó en mis tobillos, también con las rodillas ahora ligeramente elevadas.

Cuando dejé de sentir la presión de la ropa fui consciente un momento de que había roto la prenda en los laterales, y ese había sido el ligero ruido de rasgar que había oído.

Mi cuerpo ardía, las sensaciones se concentraban de forma intensa y jadeaba buscando aire, necesitaba llevar más oxígeno, necesitaba alimentar aquel fuego helado que me consumía. Y sus caminos eran cada vez más intensos, ahora recorría todo mi cuerpo provocando pequeños temblores y gemidos.

Y cuando su sutil caricia fue de nuevo a las cimas de mi pecho mi cuerpo se tensó y abrí la boca para dejar escapar un quejido jadeante. Rápidamente fue su aliento el que me llenaba, y mi lengua lo saboreaba lujuriosamente mientras yo abría los labios para llenarme de él. Estaba en otro mundo, uno en el cual todo lo que me rodeaba era Edward, y el placer que sentía era otra clase de vida, simplemente, todo mi cuerpo absolutamente acariciado por él en un deleite inhumano, marcado y con rastro de su esencia, como si mi piel pudiera saborearle.

Bajó muy suave por mi barbilla, la línea de mi cuello, mi cuerpo entero volvió a elevarse al paso de su aliento helado, y miles de pequeñas descargas partieron de cada parte de mi cuerpo hasta concentrarse en el punto que él atendía, y como si toda yo estuviera conectada, me estremecí mientras él seguía enloquecedoramente lento y sutil su camino descendente. Entonces una brisa más fuerte apartó las braguitas hacia abajo y lo sentí. Eran miles de descargas de energía recorriéndome, mis gemidos llenando la habitación, mis piernas tensas separándose, y por un momento mientras él subía de nuevo siguiendo el interior de mis muslos hasta mi dentro, mi respiración se detuvo y todo pareció estar flotando. Y entonces miles de pequeños cristales estallaron en mi cuerpo produciendo cientos de olas que flotaban de todos los puntos hasta aquel en el que soplaba su aliento frío Edward. Me estremecí y respiré dejando quejidos de placer, el temblor recorriendo suave pero sin detenerse mi cuerpo de nuevo una y otra vez, hasta que poco a poco se fue disipando, al igual que la brisa sobre mi cuerpo.

Pude sentir mi corazón fuerte como nunca lo había sentido, mis pulmones llenos, pero mi cuerpo... mi cuerpo era como si hubiera sido acariciado por el sol, pero por un sol helado que enciende tu fuego con una sensación absolutamente enloquecedora.

Escuché un ruido fuerte y me sobresalté, tan intensas recibía todavía todas las sensaciones. Me paré a pensar un momento y me di cuenta de que había sido la cortina, y el viento rápido probablemente había sido Edward. Abrí los ojos sabiendo que no le encontraría allí, pero sin dejar de tener una suave sonrisa en mi cara. Edward se había ido, pero no era capaz de enfadarme, en realidad no era capaz de hacer ningún proceso mental. Me estiré y pensé que ahora parecía más un gato, y se me escapó una pequeña risa para mí misma. Me sentía deliciosamente bien, increíblemente viva.

Entonces vi una nota en la mesilla de noche, con una flor encima. Sin duda era de él, era una freísia.

Extendí perezosamente el brazo para cogerla y la leí. “volveré a la hora de la comida, siento no poder quedarme contigo en el momento en que más lo deseo. Eres lo más hermoso que he podido encontrar en mi vida. Te amo. Edward.” Sonreí y sacudí la cabeza, era verdaderamente Edward, la mezcla exacta entre culpa y deseo. Me acerque la flor para disfrutar de su aroma y mis sentidos que estaban todavía completamente alterados por la experiencia que había tenido, respondieron llenándome de satisfacción y felicidad, y me quedé adormecida mientras poco a poco la electricidad abandonaba a mi cuerpo lentamente.


3 comentarios:

  1. que bonito, muy tierno y romantico, gracias.

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  2. kokorooooooooooooooo ya no vas a escribir tu tampoco????????? porque nos hacen esto, al menos digannos en que les podemos ayudar????

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  3. lemmon,sin lemmon¿¿??
    mmmm.......raro pero geniial jejejej =D

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...