martes, 17 de agosto de 2010

Herencia Maldita - Cap 15 - Naty Celeste

Disclaimer: La Saga Twilight y los personajes originales son de la increíble Sthephenie Meyer, los personajes adicionales y la historia son mias (ojalá eso no sea algo malo XD)

Summary: El nunca quiso esto, todo lo que deseaba era ser normal, pero eso no era lo que el destino le deparaba al hijo de una híbrida y un licántropo.
Sorry por no poder subir capi el sábado, gente! Espero les guste ahora... Comenten y critiquen! Son los últimos capítulos!!! Empieza la cuenta regresiva!

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Capítulo 15 Sangrando

No solté la mano de Meg en todo el camino, mientras la dirigía por la casa, a través del jardín y hasta la puerta de entrada de la mansión principal. No quería soltarla... en ninguno de los significados posibles de la palabra: No quería dejarla ir. Abrí la puerta y entré primero para inspeccionar el lugar. El ambiente parecía más calmado de lo que había estado antes. Al parecer, Jasper había logrado controlar las cosas. Le dirigí una mirada de disculpa a mí familia mientras cerraba la puerta detrás de Meg, y luego bajé la vista al piso. No parecía ser capaz de mantenerme erguido por mucho tiempo.

- Lo siento -murmuré en voz muy baja. Escuché el leve movimiento de varios de ellos mientras asentían con la cabeza y me mordí el labio antes de continuar. Abrí la boca, pero Meg habló primero.

- Supongo que ya todos lo saben ¿cierto? -preguntó en un tono que vacilaba entre lo decidido y lo culpable. Tragué en seco mientras observaba de reojo cómo Edward asentía, y se me formó un nudo en la garganta. ¿Cuánto tiempo lo habían sabido? ¿Desde nuestra llegada? Era probable, pero prefería no preguntar. La respuesta no cambiaría nada. No lo haría si Meg no estaba dispuesta a recuperarse-. Bueno, me alegra que estén al tanto. Supongo que me quita un peso de encima -murmuró con la voz un poco irónica. Fruncí el ceño y mis manos temblaron. ¿Cómo podía tomárselo de esta forma? ¿Por qué yo parecía ser el único de los dos que estaba a punto de deshacerse en pedazos?

- Carlisle... -me quejé casi sin moverme. La mano de Meg todavía estaba entrelazada con la mía, e hizo más presión entorno a ella al escuchar mi tono de voz. Probablemente había sonado mejor antes-. ¿Crees que puedas averiguar...?

- Por supuesto -me interrumpió de inmediato. Agradecí internamente no tener que completar la frase. La sola idea de averiguar sobre lo que tenía en concreto estaba más allá de lo que podía soportar sin derrumbarme. Sentía como si mi cuerpo entero estuviera hecho de ceniza, esperando deshacerse ante la menor de las brisas-. ¿Por qué no vamos a la cocina, Meg? -le preguntó amablemente. Ella asintió y soltó mi mano para seguirlo. Me quedé exactamente en la misma posición en la que me había dejado, escuchando atentamente todos los movimientos que hacían. Cuando comenzaron a hablar de los detalles no pude evitar que un par de lágrimas se derramaran por mis mejillas. Era demasiado. Simplemente demasiado.

Sentí los brazos de alguien a mi alrededor y escondí la cara para llorar en silencio. Después de un segundo identifiqué el perfume de mi madre. Era justo lo adecuado, porque en ese momento me sentía exactamente como un niño: vulnerable, inútil... débil. Escuchaba parte de lo que Carlisle le preguntaba a Meg en la otra habitación. Estaba completamente seguro de que sabía que todos podíamos escucharlo, pero quizás se la había llevado para que ella no presenciara lo que sucedía aquí. Lo que me sucedía a mí.

Escuché cosas como "medicamentos", "tratamientos" e "inoperable". Esto último abrió un hueco más en mi pecho. No era una palabra que estuviera preparado para escuchar. Mamá prácticamente me arrastró hasta el sofá e hizo que me sentara. Apoyé mis codos en mis rodillas y escondí mi cara entre mis manos. Me sentía un idiota por ser incapaz de detener el llanto, pero simplemente era imposible.

- Fenitoina, benzodiacepinas, corticoides… -enumeraba Meg, uno a uno, los medicamentos que debía tomar. Se me puso la carne de gallina de solo escuchar esas palabras, que para mí no significarían nada de no ser por el hecho de que era ella quien las pronunciaba. Intenté concentrarme en otra cosa. La charla me estaba volviendo loco.

- Muy bien... creo que deberíamos ir a la sala -murmuró Carlisle después de un tiempo. Me obligué a mí mismo a tragar el nudo que se había formado en mi garganta y a limpiarme el rostro lo mejor posible. Fui capaz de levantar la cabeza, pero a pesar de mi supuesta frente en alto, no pude despegar los ojos del piso. No podía mirarla sabiendo que la perdería.

Meg se sentó en un pequeño sillón a un lado del que yo ocupaba. No intentó acercarse demasiado. Quizás sabía que eso solo lo empeoraría. Carlisle, por su parte, permaneció de pie en un costado del círculo improvisado que se había formado en la habitación.

- Bien... -dijo en voz alta, aunque no hacía falta atraer la atención de nadie: todos estábamos en perfecto silencio, esperando que hablara-. Megan tiene un tumor cerebral primario -anunció. Me resultó extraño escuchar el nombre completo de Meg, pero probablemente lo usaba para mantener un tono profesional-. Lo detectaron cuando cumplió los dieciocho años. Se comenzó a realizar un tratamiento, pero no tuvo continuidad -hizo una pausa y yo evité soltar un sollozo-. El tumor es maligno, como ya sabrán, y -aunque debería realizar unas cuantas pruebas, para asegurarme-, según los dictámenes médicos de hace dos años, resulta completamente inoperable.

Tragué en seco y sentí como ardía mi pecho con la certeza de que me dejaría. De que no había ninguna salida.

- La solución más obvia, por supuesto... y la primera que propusieron algunos -señaló haciendo una pausa-... es la de transformar a Meg -las manos me temblaron y apreté los dientes. Ya sabía cuál era su reacción ante esa idea-. Pero Meg parece decidida a continuar siendo humana -concluyó Carlisle, asegurando lo que yo ya sabía. Levanté la vista y miré a Meg entre mis dedos con los ojos llorosos.

- ¿Por qué? -susurré negando con la cabeza. Necesitaba escucharlo. Incluso si nos llamaba "monstruos" y se estremecía por el miedo. Así al menos habría una razón.

- Oh... -escuché decir a Edward a mis espaldas. Meg hizo caso omiso de su intromisión y bufó en mi dirección.

- ¿Y todavía me lo preguntas? -soltó levantando una mano para señalarme, indicando a lo que se refería. Bajé la vista y noté que todo mi cuerpo temblaba. No lo había notado antes.

- No había considerado eso -murmuró mi abuelo en tono pensativo. Volteé en mi asiento para verlo. Él permanecía de pie con sus manos en los bolsillos del pantalón, y miraba a Meg directamente, concentrado en lo que pensaba.

- ¿Qué? -le pregunté con tono monocorde. Después de un segundo su mirada bajó a mí y su ceño se frunció. Las palabras sonaron dudosas al salir de su boca.

- Al parecer, Meg ha notado tu... condición.

- ¿Mi condición? -pregunté. Volteé de nuevo al escuchar a Meg.

- De lobo, Will -susurró. Intenté comprender lo que me decía, pero algo no parecía encajar con la forma en la que hablaba, y con el tono que había adoptado su voz. Parecía... ¿feliz? Complacida, quizás.

- ¿Qué hay con que sea lobo? -murmuré con los dientes apretados.

- Claro... -esta vez fue la voz de mi padre la que me distrajo. ¿Qué… todo el mundo entendía excepto yo?

- ¿Podría por favor alguien... explicarme qué rayos sucede? -pregunté.

- Meg no quiere ser un vampiro si tú eres un lobo, William -esta vez fue Rosalie quien habló, pero su voz sonaba seca, inexpresiva. Me quedé en blanco cuando lo comprendí. Sopesé la idea por un segundo. Quizás no había querido ver lo obvio: Meg se negaba a continuar conmigo... por mi causa. Por mí. La habitación pareció doblarse en la dirección equivocada, volcando todo su peso sobre mí de repente.

- No... -susurré-. No soy un lobo... -miré las caras de mi familia rápidamente. Mi padre fruncía el ceño profundamente, su expresión me desmentía-. No lo era -me corregí. Me puse de pie con una nueva esperanza dándome fuerzas-. Puedo cambiarlo -agregué antes de comenzar a moverme, impulsado por una fuerza mucho mayor que la mía.

- Detente -me congelé en mi lugar al escuchar la voz de Meg a mis espaldas, sonaba autoritaria en cierta forma. Me di media vuelta y por un momento, todo lo demás desapareció de mi mente. Sólo la vi a ella. De pie, enfrentándome. Las manos me temblaron de nuevo, pero esperé a que hablara.

Después de un minuto de silencio, solté el aire que guardaba en mis pulmones en un suspiro que se asemejaba demasiado a un quejido.

- No quiero que hagas eso… -murmuró finalmente.

- ¿Qué haga qué? –susurré a mi vez.

- Volver… No quiero que vuelvas a ser infeliz por mi causa –me acerqué a ella muy rápido, hasta que mi rostro quedó a menos de veinte centímetros del suyo y apoyé mi mano en su mejilla. Hablé a través de los dientes apretados y la mandíbula tensa:

- ¿Es inoperable? –asintió. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas, pero no creí que mi expresión hubiera cambiado demasiado-. ¿Cuánto tiempo? –escupí. Frunció el ceño. Intenté tragar el nudo de mi garganta sin éxito y reprimí un sollozo mientras apoyaba mi frente en la de ella-. ¿Cuánto tiempo? –repetí en un tono más bajo, casi un susurro.

- Me hicieron el diagnóstico hace dos años –murmuró. Cerré los ojos.

- ¿Cuánto te queda ahora? –pregunté. Tardó bastante en responder, pero no fui capaz de abrir los ojos. No podía enfrentarme a su mirada.

- Un año… -susurró casi sin aire. Apreté los párpados y las manos me temblaron aún más-. Quizás menos… -agregó. Esta vez no fui capaz de retener las lágrimas. Sin abrir los ojos la besé una sola vez en los labios, como si así pudiera mantener su sabor en mi boca por siempre, y luego volví a recargar mi frente en la suya.

- No es suficiente –solté como pude y volteé para salir de la habitación. La escuché dar un paso en la misma dirección-. Que no me siga –pedí a mi familia cuando la puerta se cerró detrás de mí. No esperé a que se mostraran de acuerdo, simplemente me eché a correr hacia el bosque. Necesitaba volver a ser lo que era… necesitaba cazar.

La simple sensación de alejarme de ella, aunque solo fuera por un par de horas, hacía que mi cuerpo entero temblara y se retorciera. Quería transformarme, más que cualquier otra cosa… bueno, más que casi cualquier otra cosa. Lo único que deseaba más que transformarme en ese preciso momento era encontrar una solución para Meg. Pasar toda la eternidad con ella.

Sacudí la cabeza mientras corría para quitar esa idea de mi mente. Tenía que concentrarme, y definitivamente, pensar en perderla no me ayudaba. Llegué a un punto alejado en el bosque después de unos minutos. Apoyé la palma de mi mano en la fría superficie del tronco de un árbol y jadeé como si de verdad necesitara el aire, como si la carrera pudiera llegar a cansarme. Mi estómago se anudaba y se retorcía con el dolor. Solté un grito desde el fondo de mi pecho, por fin dejando salir el dolor como correspondía.

Caí de rodillas al piso, aun recargándome en el tronco, y lloré un buen rato… lloré como no podía permitírmelo frente a ella. Pero sabía que eventualmente tendría que moverme… avanzar. Sentí el familiar calor de la transformación en mi estómago y me estremecí por lo bien que se sentía. Pensé por un momento que ya nunca más lo sentiría extenderse por mi cuerpo… por lo menos no por mi decisión. Ya nunca correría por el bosque en mis cuatro patas, sintiéndome parte de todo lo que me rodeaba.

Sentí un inexplicable nudo en mi garganta. No podía sentirme mal por dejar algo que a penas y había probado. Me pasé las manos por la cara, secándola y sacudí la cabeza poniéndome de pie. Carraspeé un par de veces para aclararme la garganta e intenté mantenerme sereno. No podía permitirme perder el control a partir de ese momento… nunca más.

Inhalé con fuerza y cerré los ojos concentrándome. Hacía años que no cazaba, pero supuse que nada había cambiado. Escuché una manada de siervos a un par de kilómetros al Este, y corrí en esa dirección concentrándome solo en eso. Esperaba que la sed me quemara la garganta al permitirme percibir el perfume de esa forma. Me habría parecido tan tentador en otras épocas… ahora simplemente olían como un montón de animales. No como sangre, sólo como animales.

Me escondí detrás de un árbol observando a la manada. Fruncí el ceño a la nada cuando noté lo diferentes que eran mis movimientos y mis acciones. De haber sido unos cuantos meses antes, me hubiera abalanzado sobre uno de ellos, dominado completamente por la sed… pero ahora solo los observaba, nervioso por la ausencia de la dulce tortura que sería la sed para mí en este contexto.

Suspiré y me puse en movimiento casi en contra de mi propio cuerpo. Salté sobre uno de los animales más grandes y lo sostuve por el cuello para morderlo. Evité tomarme demasiado tiempo y lo desnuqué antes de clavar mis dientes a través de su piel. Cerré los ojos y succioné el cálido líquido exactamente por cinco segundos antes de apartarme y devolver violentamente todo lo que había llegado a beber. Me tomé el estómago con fuerza para intentar mantenerme en una pieza y tosí contra el suelo para expulsar los restos de sangre que quedaban en mi garganta.

Escupí un par de veces y luego gruñí al sentir el calor en mi estómago de nuevo en lugar de sentirlo en mi garganta. Grité con todas mis fuerzas mientras intentaba controlarlo con desesperación. Me parecía imposible. Inclusive me sentía a mí mismo pensando como un lobo, comportándome como tal.

La imagen de Meg se formó ante mis ojos tan claramente como si la estuviera viendo. No podía permitirme fallar. Fallarle. Casi me arrastré entre los temblores para alejarme de la sangre, al parecer eso era lo que me hacía sentir a punto de entrar en fase. Caí de rodillas de nuevo a unos cuantos metros y mi estómago volvió a retorcerse provocándome arcadas. Ya no había nada que expulsar, así que solo sirvió para que la cabeza me diera vueltas.

Mi mano se apoyó sobre una rama y la hice pedazos al apretar el puño a su alrededor, descargando en ella el exceso de fuerza. Cerré los ojos y lloré en silencio. Tenía que seguir, levantarme e intentarlo de nuevo… pero no tenía la fuerza para contrariar mis instintos de esa manera. No sabía cómo.

Quizás fue por el olor nauseabundo de la sangre… quizás porque me había acostumbrado tanto a su perfume dulzón que ya no me llamaba la atención, pero sé que no fui consciente de su presencia hasta que habló.

- ¿Will? –preguntó mi hermana en voz muy baja. No abrí los ojos. No me limpié el rostro. Ella era la única persona a la que le habría permitido verme en ese estado: miserable, humillado, perdido… derrotado. Arrugué la nariz cuando se acercó y me maldije a mí mismo internamente por hacerlo. Como si necesitara otra confirmación de que no era más que un simple lobo.

Hizo caso omiso a mi gesto, se puso a mi altura y me levantó un poco para poder abrazarme. No la había visto en todo el día, y me pregunté brevemente si estaba al tanto de lo que sucedía, pero luego descarté la idea. De no saberlo ya me hubiera preguntado algo. Me sentí seguro rodeado por sus pequeños brazos, como si ella pudiera protegerme del dolor que sabía que sentiría por fracasar.

Era muy idiota pensar eso. No tenía sentido, pero aun así era cierto. Lloré como bebé en los brazos de mi hermanita por quién sabe cuánto tiempo, y cuando me calmé se alejó para mirarme. Sus ojos estaban negros por la sed, y una puntada de envidia me invadió sin que pudiera evitarlo.

- ¿Cómo lo haces? –me quejé. Su mandíbula se tensó aún más y recordé que estaba prácticamente cubierto de sangre-. Oh… lo siento –murmuré con la voz aun ahogada por el dolor, alejándome como pude de ella.

- No te preocupes –murmuró entre dientes-. No molesta tanto –mintió.

- Sé lo mucho que molesta –repliqué poniéndome de pie lentamente-. Solía sentirlo ¿recuerdas?

Me ofreció una mueca amarga. Recargué la espalda contra el árbol más cercano y cerré los ojos.

- ¿Por qué no puedo regresar? –susurré más para mí mismo que para ella. Sabía que me refería a volver a ser un híbrido.

- No lo sé –concedió después de un momento de silencio. Apreté los párpados con más fuerza y solté un suspiro largo antes de abrirlos finalmente.

- Tengo que intentarlo de nuevo –dije con un tono que pretendía ser seguro. Asintió una vez con la cabeza.

- Voy contigo –aseguró.

Tres intentos fallidos más fueron los necesarios para que Lexy comenzara a buscar otras alternativas. Una y otra vez había rechazado la sangre, temblando y sacudiéndome anticipando una transformación que luego era a penas capaz de reprimir. Estaba completamente exhausto, pero no podía volver sin una respuesta. Había aprendido a recuperarme con más rapidez de las náuseas, sin importarme demasiado si no remitían para lanzarme al siguiente intento.

- Quédate aquí –me había ordenado mi hermana cuando parecía que ya no había esperanzas.

La escuché, intentando mantenerme sereno y no hacer preguntas. Tenía una vaga idea de lo que se traía entre manos, pero realmente esperaba estar equivocado.

Esta vez sí la escuché antes de que hablara, aunque sus pasos era increíblemente sigilosos. Cuando levanté la vista vi lo que me temía: Lexy traía consigo una pequeña bolsa que me resultaba demasiado conocida. Me estremecí. La idea de probar sangre humana, incluso si no debía matar a nadie para conseguirla, era… inconcebible.

Se me formó un nudo en la garganta mientras se acercaba a mí lentamente. No podía quitar los ojos de la sangre que cargaba. Casi no podía olerla, o quizás solo no quería hacerlo. Quizás… solo quizás no quería percibir la nota de humanidad en esa sangre, la nota de monstruosidad en lo que intentaba hacer. Lexy se detuvo a un par de pasos de mí y colocó el envase en el suelo, delante de mis ojos.

- Estaré en la casa –murmuró luego en voz muy baja y asentí con la cabeza sin levantar la vista del líquido carmesí. Sopesé por largos minutos lo que planeaba hacer, en lo que pensaba convertirme. Todo lo que había sido, todo lo que había odiado por años. Recliné la cabeza contra el árbol en el que me apoyaba y cerré los ojos. Detrás de mis párpados se formó la clara e inconfundible imagen de Meg… y luego a su lado, igualmente cristalina, la de Becky. La vida que había robado, y quien me había robado la vida. Ambas hombro a hombro en mi mente.

¿Cuántas “Beckys” morirían por mi egoísmo? ¿Por mis ansias de mantener a Meg conmigo? Me cubrí el rostro con las manos y solté un quejido. Intenté borrar la imagen de Meg, sentir lo que sería que desapareciera de mi vida, y el dolor fue simplemente insoportable. Tenía que hacerlo. Perderla no era una opción.

Me incorporé y me estiré hasta tomar la bolsa con mi temblorosa mano. No tenía otra opción. Rasgué una de las esquinas con cuidado y olisqueé el contenido: grave error. Eso fue más que demasiado para mí. Esta vez los temblores fueron incontrolables, implacables… inevitables. Antes de poder entender por qué la bolsa había caído al suelo, ya estaba sobre mis cuatro patas. El dolor de la transformación había vuelto, pero solo se sumaba a los demás, siendo imposible de comparar con el del fracaso que me embargaba. Era imposible. La certeza hizo que aullara sin poder evitarlo. Era un lobo… y siempre lo sería.

11 comentarios:

  1. ohhh, por favor!!!!
    como pretende volver a ser un hibrido, eso es imposible pero debe ser el dolor el k lo cega para pensar de esa forma....no deberia convertirse en humano y luego k lo mordieran seria lo + logico (aunk no hay mucho tiempo para eso, cierto?)

    k horror, lo hacs sufrir mucho y Meg es muy necia aunk sus razones son comprensibles.....

    eres muy buena escritora, pero siempre me dejas con ese (arghhhh se akbo y ahora k paso?)

    espero st sabado con ansias

    Vivianne, Colombia

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  2. OOOOOO MI DIOOOOOS NATY POBRE WIILLL!!! POBRE MEGG
    POBRE TODOS LOS CULLEN COMO SUFREN POR ESE AMOOOR.....
    OH WILL NENE NO LUCHES CON TU PARTE LOBUNA.... POR DIOOOS QUE SUCEDERAAA MI NATY ME DEJAS *O**O* ENSERIOOO MUJER DIEM COMO LO HACES ......
    QUE PASARAAA EL POBRE SANGRA POR SU MEGG!!!!! nO QUIERO QUE SE ACABE SE QUE SUENA EGOIOSTA PERO NO QUIEROOOO!!!!!UU
    TE AMOOOOO MI NATY Y AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU

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  3. Casi lloro.. pobre Will..
    espero y no le llegue a pasar
    nada a Meg.. hay seria muy
    triste y feo..

    Actauliza pronto..

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  4. Espero y esto no los separe..

    Hay que solucione este problema.. seria orrible que no se solucionara..

    Esta genial la historia.. pero realmente me deprimio y casi lloro por lo que siente Will..



    Bye.. que estes bien..

    -/*-B.y.C-*/-

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  5. huy pero esta mneg tambien si es la unica forma de estar con el cual es el problema q ella sea un vampiro y el un lobo vamos cheeeeeeeeeeeeeeeeee

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  6. aii diooss... ¿que pasará ahora con meg? ¿y con will?
    diooss estoy k me como las uñas del nerviosismoo
    espero que encuentren una solución prontooo :S

    bsssss naty!!

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  7. Ohlaa!! azO azO estta enialisimO amm perO qee pasara?? estOii asi :O jjajja perO sip, cOncuerdO cOn la amiga diana cual es el problema con qe el sea lobo y ella vampiro?? pero nfn aver con qe nueva sorpresaa nus salees ;DD xaO besOs sabOr cereza-extrazidittha ii auuuuuuuuuu xDD

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  8. QUE DOLORRR..!!! POBRE WILL MI VIDAA....TAN SEGURO Y TAN CIERTO SE QUE ES UN LOBO Y NO PUEDE EVITARLO, NO PUEDE NEGARLO...LO LLEVA EN SU SANGRE EN SU SER, HASTA LO MAS PROFUNDOOO..!!!
    TODO LO QUE HABIA ODIADO SER UN HIBRIDO Y AHORA QUIERE VOLVER, SOLO POR ELLAA..!!
    LO QUE HACE EL AMOR AHH..?? DIOS Q DECISION....TANTO DE ELLA, COMO DE ELL..!!!
    NO SE QUE PASARA DE AHORA EN ADELANTE...ME PONE LOS PELOS DE PUNTAAA..!!
    DESDE YA TE DIGO QUE FUE UN CAPITULO HERMOSOOO...LOS SENTIMIENTOS DE WILL A FLOR DE PIEL...Q SON TAN REALES TAN VERDADEROS QUE PARECE Q SE SIENTEN EN CARNE YH HUESOOO..!!!

    ESPERO EL PROXIMO CAPITULO..
    BESOS ENORMES..!!!

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  9. ohhhhh que genial ojala actualices pronto me muero de la curiosidad pobre will
    :'(
    que pena pero al final meg tiene q cambiar como hace el jake
    ..........si al final seran felices
    un beso naty
    bye

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  10. quiero apludirte y llorar al mismo tiempo no es posible buaaa!!!!!!!!! ya sabes que eres la mejor bueno sayo

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  11. ¡Dios!
    Naty, a cada capitulo me djeasmás en shock, afortunadamente, aun tenog un capi más para calmarme, auqneu se que eso no me ayudara del todo XD
    Voy por el más actual... BL's! XD

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...