miércoles, 14 de julio de 2010

Odio amarte "Cap 08" - Kokoro Black

Disclaimer: Adaptado en la novela: El ojo del tigre de Diana Palmer. Todos los personajes y nombres le pertenecen a Stephenie Meyer, aunque en las noches Jacob es mío, en el día Edward, y también me presta a Ian, a Jared y a Gabe… para los fines de semana… hahaha

MALDITA MEYER! PORQUE HACE HOMBRES TAN IRRESISTIBLES!



Odio amarte

Capítulo VIII – Enfermera al labor.



Aunque había tardado en dormirme, me levanté una hora antes a la mañana siguiente. Jacob había llamado cuando ya estaba acostada. Mi padre me había avisado, pero no quería volver a ver a Edward y le había pedido que le dijera a Jake que me llamara al día siguiente.

Estaba haciendo las tostadas cuando sonó el teléfono. Mi padre seguía acostado. Me limpié las manos y contesté.

—¿Bella?

La voz era dulce y familiar, pero no conseguí reconocerla.

—¿Sí?

—Soy Eli. Bella, siento molestarte, pero, ¿podrías venir a casa? No sé qué le pasa a Edward.

El corazón me dio un vuelco.

—¿Qué le pasa? —pregunté, apretando el auricular.

—Tiene diarrea y vomita. Está muy mal.

Respiré a fondo. Tranquilidad. Sobre todo, tranquilidad. Si me ponía histérica, no podría ayudarlo.

—¿Cuándo han empezado los síntomas?

—Hace una hora horas. Pensé que sería momentáneo, pero no es así. No puede levantar la cabeza del retrete y tiene unos retorcijones horribles. ¿Qué puedo hacer?

—Llama a la ambulancia. Voy para allá. Tardo cinco minutos.

Me vestí volando mientras me decía a mi misma que no podía pasar nada, que Edward no podía morirse. Pero no dejaba de pensar en las cosas que le había dicho el día anterior. Me sentía culpable. Él no había podido evitar su comportamiento. Era un mujeriego. Y no podía culparlo por su pasado. Ahora estaba muy enfermo. Luché contra las lágrimas. Edward era indestructible. Nunca enfermaba. Pero si Eli estaba tan preocupada, debía ser grave. Eli no se dejaba llevar por el pánico.

Me puse mi uniforme y no me detuve a maquillarme. Dos minutos después, estaba llamando a la puerta de mi padre.

—Edward está enfermo —dije sin más preámbulos cuando él me dijo que entrara—. Voy a pasar por su casa. Te llamaré más tarde.

—¿Edward?

Papá se incorporó.

—¿Qué tiene?

—No lo sé.

Crucé corriendo el vestíbulo y subí al coche. Esperaba que la ambulancia no se retrasara. La deshidratación podía ser peligrosa.

Cuando llegué a la finca, las luces delanteras estaban encendidas. Subí corriendo los escalones y Eli salió a mi encuentro en bata. Era una mujer un poco robusta, alta y con bastantes arrugas y canas.

—¿Y la ambulancia? —pregunté.

—De camino. Está en su habitación.

Me acompañó escaleras arriba explicándome lo ocurrido lo mejor posible.

—Ayer guisó el mismo pollo para almorzar. Estuve libre ayer y hoy miré los restos de su comida. No sé si será el pollo.

Tomé nota de todo. El periodo de incubación podría corresponder al de la salmonella. Era posible que hubiera puesto el pollo guisado en el mismo plato en el que había estado crudo.

Eli me guió hasta una enrome habitación decorada en tonos verdes y blancos con una cama inmensa en la que yacía Edward, gimiendo semiinconsciente. No se movió cuando le tomé el pulso, ni abrió los ojos. Cuando le solté la muñeca, tuvo un ataque de vómitos.

Junto a la cama había un recipiente y sobre la mesa un cuenco con un paño húmedo. Agarré el recipiente y se lo puse bajo la barbilla justo a tiempo. Apreté el paño contra su frente y lo sostuve hasta que terminó de vomitar. Luego lo recosté en las almohadas.

Estaba prácticamente inconsciente. Le acaricié el cabello con ternura, retirándolo de la pálida frente. Era la primera vez que le veía desvalido. Me mordí los labios, para no llorar. Estaba muy enfermo. Iba a necesitar suero y hospitalización.

—Ya llamé al señor Carlisle ¿Se pondrá bien? —preguntó Eli muy nerviosa mientras daba vueltas por la habitación.

—Sí —dije, sonriéndole tranquilizadoramente—. Desde luego. Pero tendrán que ingresarlo. Necesita que lo hidraten con suero.

—¿Qué podrá ser?

—No lo sé.

No podía emitir una opinión médica. No sería ético.

—No se preocupe. Mejorará rápidamente. Al fin y al cabo, es un Cullen, ¿no? Es resistente.

Ella consiguió sonreír débilmente.

—Sí. Supongo que sí. ¿Dónde demonios estará esa ambu…? ¡Ah! ¡Ahí llega!

La sirena era inconfundible. A través de las cortinas de un verde claro se filtró el brillo de las luces rojas.

—Voy a decirles que suban la camilla —dijo Eli—. ¿Vas a ir en la ambulancia con él?

—Desde luego.

—Dame las llaves de tu coche. Iré en él al hospital y nos reuniremos allí.

Le entregué las llaves sin protestar. Habría sido inconcebible negarme a acompañar a Edward. Lo oí gemir y volteé a mirarlo. Apreté los dientes. Me dolía verlo así, era un ser humano.

—Todo va bien —susurré cuando él gimió—. Todo va bien. Te pondrás bien enseguida.

Los enfermeros lo colocaron en la camilla y lo bajaron. Afortunadamente, eran hombres fuertes, porque Edward no era ligero a pesar de su delgadez.

Me despedí de Eli y seguí a la camilla escaleras abajo.

—¿Qué es todo este alboroto? —protestó Heidi Volturi, abriendo su puerta.

Se quedó helada al ver a Edward en la camilla.

—¡Dios mío! ¿Está muerto?

—No —contesté—. Pero está muy enfermo. Le llevamos al hospital.

—Pobrecito —gimió la joven italiana.

Estaba guapa incluso sin maquillaje. Llevaba el pelo rubio sobre los hombros y se cubría con una bata de seda azul claro. Sus ojos azules mostraban preocupación.

—Cuídenle bien. Iré a verlo enseguida —me dijo.

—Estoy segura de que agradecerá tu visita —musité, siguiendo a los camilleros.

A mis espaldas oí la voz del padre de Heidi. Su hija le contestó, pero no entendí la respuesta.

Eli abrió la puerta principal para dejarnos salir. Me detuve un instante para tocarle el hombro en un gesto tranquilizador.

—Todo saldrá bien. Tenga cuidado al conducir.

—Tendré cuidado. Bella, Edward es todo lo que le queda al señor Carlisle.

—Lo sé. Se pondrá bien.

Sonreí forzadamente y bajé los escalones corriendo para subir a la ambulancia. Durante el trayecto al hospital, tuve agarrada la mano de Edward.

El doctor Stan Weber estaba de guardia en Urgencias cuando ingresó Edward. Le hizo un examen completo y ordenó que le administraran antibiótico y suero.

—Le acompañaré —dije—. No entro de servicio hasta dentro de media hora.

El doctor Weber asintió.

—¿Es amigo suyo?

—Sí —contesté sin vacilar—. ¿Se recuperara?

Él asintió.

—Salmonella probablemente. Lo sabremos cuando tengamos el resultado de los análisis. Lo ingresaremos y le daremos algo que corte la diarrea y los vómitos. Le alimentaremos con suero.

Este era un buen hospital, con excelentes profesionales y estaba muy contenta de trabajar aquí. Sabía que cuidarían bien de él, pero no podía evitar preocuparme. Edward era muy importante para mí. No soportaba la idea de perderle.

El doctor notó mi vacilación, algo no habitual en mí.

—Se pondrá bien. Se lo prometo —añadió con una ligera sonrisa—. Vaya, ande tranquila.

—Sí, doctor.

Tras la última mirada a la inmóvil figura de Edward, me volteé y comencé a recorrer el largo pasillo. A mitad del camino, me encontré con Carlisle Cullen, pálido y esperando -al parecer-oír lo peor.

—Estuve a punto de irme de viaje de negocios, me devolví en cuanto me habló Eli. ¿Puedo verlo? —preguntó.

—Sí. Pero primero tiene que darle cierta información a la recepcionista —añadí, tomándolo del brazo—. Mientras, le harán un análisis de sangre y le instalaran en una habitación. Cuando lo vea, estará mucho mejor.

—Debería habérselo impedido —murmuró él mientras avanzábamos—. Iban a salir a comprar algo de comer, pero Volturi quiso ver unos videos de mis nuevos potros y Heidi no sabe guisar. Edward tiene un apetito tremendo.

—La salmonella no es grave si se pilla a tiempo. Eli actuó correctamente —dije, sonriéndole—. Vamos, no se ponga más nervioso. Mientras contesta a las preguntas de la recepcionista, le traeré un café.

—Eres una chica estupenda. Estaba asustadísimo cuando me enteré. Gracias por venir.

—Le tengo afecto a Edward.

—¿Sólo afecto, Bella? —preguntó él con delicadeza.

—Mire, ahí está Eli. —dije, ignorando la pregunta. Nos reunimos con ella y después los llevé a la recepción.

Se los presenté a la otra enfermera y fui a la cafetería por un café. Se lo llevé al señor Cullen y me senté en silencio a su lado mientras el contestaba las preguntas necesarias. Cuando terminamos, Edward estaba instalado en una habitación privada y dormía plácidamente. Le habían puesto suero y la enfermera del turno de noche estaba comprobando sus constantes vitales cuando entramos.

—¡Gracias a Dios, que voy a salir ya! —exclamó Jessica Stanley al verme—. He tenido dos ataques cardiacos está noche. Ha habido muchísimo trabajo.

—Me lo imagino. Cuando he llegado, Urgencias estaba desbordado. ¿Cómo está? —pregunté, llevando a la otra enfermera a un lado mientras Carlisle y Eli se sentaban en sillas junto a la cama de Edward.

—Sus constantes se han estabilizado ya. Se pondrá bien, pero está deshidratado. Lo trajeron a tiempo.

Asentí y le eché un vistazo a Edward.

—Me alegro que el doctor Weber haya puesto a Edward en mi planta. Es una especie de amigo de la familia.

Jessica me observó atentamente.

—Sí. Bueno, te veré mañana.

—Que pases un buen día.

—Pienso pasarlo durmiendo. Gracias.

Me acerqué a la cama y toqué a Carlisle en el hombro. Edward seguía pálido, pero tenía mejor aspecto.

—Tengo que incorporarme al trabajo. Se pondrá bien.

—Gracias a Dios. En toda su vida, sólo ha estado enfermo una vez. Tuvo una mala caída cuando tenía diez años.

—Estará dormido un buen rato. Pero ustedes pueden quedarse. Pasaré por aquí más tarde.

Asintieron.

—¡Oh! Ten —dijo Eli.

Me tendió las llaves del coche.

—Gracias por traerlo. ¿Cómo volverán a casa?

Carlisle hizo una mueca.

—Nos iremos con los Volturi —dijo con desagrado—. Mis huéspedes comienzan a hacerse pesados. Y lo último que Edward necesita es a Heidi arrullándole cuando apenas esté consciente.

—No se preocupe. Le diré a la enfermera Hale que los eche a los diez minutos de haber llegado. Esa mujer no se tienta el corazón.

Los dos sonrieron. Les guiñé un ojo, miré a Edward una vez más y lo dejé con los que lo amaban.

Edward no recobró el conocimiento hasta última hora de la mañana. Estaba débil y pálido y apenas podía levantar la cabeza. Su padre y Eli se habían marchado unos minutos antes, y los Volturi habían estado unos minutos antes de que la enfermera Hale se encargara de ellos. Me había sentido muy mal viendo a la joven italiana besar a Edward cariñosamente. No podía evitar los celos. Había compartido con Edward algo que no quería compartir con nadie más, y detestaba que Heidi lo tocara y estuviera con él. Era insoportable. Al verla besarlo, había sentido un horrible vacío. Había comprendido que Edward nunca había sido mío. No había tenido su amor, ni tendríamos ningún futuro común. Él se casaría con alguien como Heidi y yo me quedaría sola. A pesar de desearme, Edward nunca podría darme lo que más deseaba: su amor. Como odiaba amarlo de esa manera.

—Uniforme incompleto —dijo él débilmente, intentando sonreír mientras le ponía alrededor del brazo el manguito para medirle la presión.

—¿Cómo?

—Tu toca.

Suspiré.

—Me la deje en casa. Eli me llamó cuando estaba haciendo el desayuno. Apenas tuve tiempo de vestirme.

Él me tomó la mano cuando retiré el instrumento y me apretó los dedos.

—Gracias —dijo en voz baja.

—Es mi trabajo.

Retiré la mano suavemente y me la puse sobre el pecho.

—Ahora, descansa. Has estado muy enfermo.

—Ya dije… que mis guisos… podían ser… mortales.

—Casi lo han sido.

Me incliné y le retiré el liso cabello de la frente. Estaba húmeda y fría.

—Tienes que descansar. Has pasado una noche fatal.

—Tengo agujetas en el estómago.

—No me extraña, con todos esos espasmos. Por la mañana te encontraras mucho mejor.

—Quédate conmigo —susurró Edward, agarrándome por la falda.

Aquella suplica me conmovió profundamente. Estaba bajo los efectos de un sedante y seguramente no sabía lo que decía. Pero era maravilloso oír que deseaba mi compañía.

Le sostuve la mano entre las mías hasta que se quedó dormido. Luego, lo tapé cuidadosamente.

"Que duermas bien, cariño mío", pensé con ternura. Tuve que hacer un esfuerzo para dejarlo solo.

Carlisle regresó antes de las tres, cuando estaba terminando el turno. Le dije cuál era el estado de Edward y que estaba dormido. Carlisle dijo que esperaría hasta que yo entregara mi informe para invitarme un café. Estuve a punto de negarme, pero él parecía muy solo.

—De acuerdo. Me reuniré con usted en la cafetería dentro de diez minutos.

Entregué rápidamente mi informe y quedé libre. Carlisle estaba sentado en una mesa de la pequeña cafetería contigua a las salas de espera.

—Ha sido un día muy largo —dijo con una sonrisa.

—Me lo imagino. Está mucho mejor, pero muy débil aún. Mañana estará gritando que quiere marcharse de aquí. Espere y verá.

—Después de esto, no me molestará oírle gritar.

Carlisle se recostó en su silla y observó mi cara ojerosa.

—Aún duele, ¿verdad?

Levanté la barbilla.

—Eso se acabó.

—No te creo. Eli me dijo que cuando te llamó esta mañana, estabas tan asustada como ella, a pesar de tu experiencia profesional.

Le sonreí con aire desdichado.

—Supongo que sí —admití—. Es un hombre muy especial.

—Eso es lo que yo opino. Lo malcrié. Pero no lo lamento. Yo no tenía nada. Todo lo conseguí con mi propio esfuerzo. Si su madre no hubiera muerto al darle a luz, las cosas podrían haber sido diferentes. Pero después de perderla, él se convirtió en todo mi mundo. Hubiera hecho cualquier cosa por él.

Tomé un sorbo de café.

—Las mujeres también contribuyeron a echarlo a perder.

—Sí.

—Cuando te marchaste a Phoenix, se pasaba todo el tiempo hablando de ti.

Levanté la cabeza.

—¿De verdad?

—Entonces me extrañó —confesó él—. Sobre todo porque sólo había salido contigo una vez. Además, estaba comprometido con Tanya. Pero sólo hablaba de ti.

Suspiré.

—Salió conmigo para darle celos a Tanya, para que aceptara su proposición de matrimonio. Nos utilizó a las dos y le salió bien.

—Bueno, consiguió a Tanya. Pero una vez conseguida, no tardó en librarse de ella. La descuidó, la ignoró deliberadamente hasta que ella rompió el compromiso.

—Según él, yo herí su consciencia.

—Las utilizó a las dos, pero le salió el tiro por la culata. Eres muy importante para él, de verdad. Fue una pena que te marcharas de la ciudad.

—¿Eso piensa?

—No permitas que esa potranca italiana lo arrastre hasta el altar, Bella. Lo desea y él podría decidir que nada le retiene aquí.

—Harían una buena pareja, ¿no cree? Ella es rica y bien educada, Encajará en su mundo perfectamente.

—¿Y crees que tú no lo harías? ¡Tonterías! Mi hijo no es un esnob y yo tampoco, Bella. Serás más que bienvenida a nuestra casa en cualquier momento. Y no empieces a recordarme que eres la hija del carpintero. ¡Eso no funciona conmigo!

—Es usted un viejo feroz, ¿eh?

—Puedes estar segura.

Carlisle terminó su café.

—Me gustas, muchacha. Tienes estilo y un temperamento similar al de mi hijo.

—Usted también me gusta —repliqué—. Tengo que ir a casa a dar de comer a mi padre. ¿Me avisará si hay algún cambio?

—Desde luego. ¿Quieres venir a quedarte esta noche con él?

Lo deseaba desesperadamente. Pero negué con la cabeza.

—Será mejor que se quede usted. Lo veré mañana. Cuide de él. Y cuídese usted.

Él asintió.

—Gracias de nuevo por todo lo que has hecho.

—Sólo he hecho mi trabajo.

Sonriéndole, eché mi vaso vacío a la basura y me marché.

Fue una noche larga. Di vueltas y más vueltas hasta que mi padre sugirió que jugáramos una partida de ajedrez. Fue aún peor, porque me acordé de Edward y de momentos más felices.

—¡Por amor de Dios! ¡Ve a verlo si estás tan preocupada! —sugirió papá.

—¡No estoy preocupada!

—Es un chico duro. Se pondrá bien. Me lo dijo Carlisle. Pasó por aquí a decirme que Edward estaba mejorando. Dijo que Eli le había contado que no sabía cuál de los tres tenía peor aspecto cuando partió la ambulancia. Cuando viste a Edward, Eli temió que te desmayaras.

—Tenía muy mal aspecto —murmuré evasivamente.

—Me lo imagino. Probablemente nunca volverá a probar sus propios guisos. Me alegro de que el chico esté bien. Le tengo mucho cariño.

Y yo también. Demasiado. Pero no dije nada.

Edward estaba sentado en la cama cuando entré de servicio a la mañana siguiente. Seguía pálido como vampiro, pero estaba impaciente por levantarse.

—Ya era hora de que aparecieras —gruñó cuando entré— Una mujer horrible me ha despertado y me ha lavado a la fuerza. Tenía las manos heladas. Luego un médico me ha estado hurgando y pinchando. Y otro tipo me ha sacado la mitad de la sangre con una aguja espantosamente larga. ¿Dónde estabas?

Tuve que luchar para contener la risa.

—En casa, durmiendo, como es lógico —repliqué, acercándome a la cama—. Tienes mucho mejor aspecto hoy. ¿Cómo te encuentras?

—Hambriento. ¿Qué tal un filete? O, mejor aún, ¿qué tal un cordero asado?

Le eché un vistazo a su grafico y sonreí.

—Ni hablar. Hoy sólo líquidos y semisólidos. Si todo continua igual, quizá te demos algo más sustancioso.

—Es una conspiración —me acusó él—. Ese médico y tú están de acuerdo.

—Desde luego. Formamos un equipo profesional encargado de cuidar de ti.

—Me estás matando de hambre. Eso es lo que estás haciendo.

—La comida es lo que te ha traído aquí —le recordé—. Ten.

Le metí el termómetro en la boca. Luego, le tomé el pulso.

Mientras le medía la presión sanguínea, su escrutadora mirada era francamente molesta.

Cuando terminé, anoté los nuevos datos en el grafico.

—¿Cuándo voy a salir de aquí? —preguntó él.

—Hoy no. ¿Quieres algo para leer?

Él suspiró exasperado.

—Mi padre me traerá el Wall Street Journal cuando venga.

Arqueé la ceja.

—¿Sabes que en Forks tenemos un diario local?

—La gente lee ese periódico únicamente para averiguar quién ha cazado a quién.

—¡Cínico!

—Tengo más motivos para ser cínico que la mayoría. ¡Dios! ¡Qué aspecto tan encantador tienes con el uniforme!

Evité mirarlo directamente a los ojos.

—¿Te apetece beber algo?

—Un ángel de misericordia —dijo él con una sonrisa—. Sí, eso es. Siempre te has preocupado de la gente, incluso de niña. Te gustaba curar a tus compañeros de juegos.

—¿Cómo sabes eso?

—Por tu padre. Hemos hablado mucho de ti —replicó él.

Cruzó las manos sobre su pecho desnudo. La sabana se había deslizado hasta su delgada cintura. Estaba segura de que tampoco llevaba pantalones de pijama.

—Deberías de llevar un camisón de hospital.

—¿Por qué? En casa duermo desnudo y esto es una habitación privada.

—Hay estudiantes en prácticas, jovencitas que no tienen necesidad de verte así si entran cuando tú estás saliendo del cuarto de baño, por ejemplo.

Él levantó una ceja al advertir que yo evitaba mirarle el pecho.

—¿Te molesta que esté así?

—Soy enfermera hace cuatro años.

Lo miré directamente.

—Además, te he visto sin ropa una vez. ¿Recuerdas?

—¡Bravo, encanto! ¿Sabes que es la primera vez que sacas tú el tema?

—Como ya te he dicho, hace mucho tiempo que ocurrió.

—No tanto como para haberlo olvidado —dijo él, buscando mi mirada—. Me tienes embrujado.

—Contrata a un exorcista —sugerí antes de consultar mi reloj—. Tengo que irme. Tenemos un exceso de pacientes. Mujeres en su mayoría.

Le sonreí.

—Han debido de enterarse de que estabas aquí y se han sentido repentinamente enfermas.

Él sonrió.

—¿Eso es lo que crees?

—¡Oh! ¡Seguro!

—¿Tienes que irte?

—Eso me temo. Soy la ayudante de la enfermera jefe. Eso significa que, si el supervisor no me localiza, mi cabeza podría rodar.

—Triste destino para una cabeza tan bonita. ¿No podrías sentarte aquí a sostenerme la mano?

—¿Estoy segura de que la señorita Volturi se encargará de tu mano —contesté con admirable indiferencia—. Si necesitas algo toca el timbre.

—Te necesito a ti ¿Vendrás si lo toco?

—Sólo si se trata de una urgencia —dije riéndome—. Hasta luego.

Fue un día extremadamente satisfactorio. Pasé a ver a Edward siempre que pude y él se dedicó a flirtear descaradamente conmigo. Ignoré sus provocativos comentarios y mi comportamiento fue estrictamente profesional. Él parecía sorprendido al verme desarrollar mi trabajo de un modo competente y seguro en un puesto de responsabilidad.

—Aquí eres diferente —comentó Edward después de comer, mientras retiraba los platos y me disponía a medirle las constantes vitales otra vez—. Una chica muy profesional. ¿Te gusta?

—La responsabilidad pesa a veces —confesé—. Pero, sí, me gusta mucho.

—Andas todo el tiempo de un lado para otro —rezongó él mientras terminaba con mi tarea y me guardaba la pluma en el bolsillo.

—Tengo que hacerlo —dije, sonriéndole—. En esta planta tengo pacientes mucho más enfermos que tú. En la 4B hay un infarto. En la 4F, una úlcera sangrante. En la habitación continua, una apendicetomía. Una neumonía al otro lado del pasillo…

—Me hago idea —dijo él secamente—. Ven aquí.

El corazón me dio un vuelco, pero conseguí sonreír.

—¿Para qué?

—Porque yo te lo pido.

—Lo siento. No se nos permite confraternizar con los pacientes.

—Yo no quiero confraternizar —replicó él, sonriendo maliciosamente—. Sólo quiero tumbarte a mi lado para que vuelvas a tomarme el pulso.

La imagen me hizo sonreír.

—¡Libertino! O te portas bien o te mando a la enfermera que te bañó.

Él se estremeció.

—¡Dios no lo permita!

—Entonces vigila tus modales —ordené, volteándome hacia la puerta—. O… ¡Oh!

—Perdone —dijo Heidi Volturi dulcemente, cuando me empujó al abrir la puerta—. Lo siento enfermera. ¡No la había visto!


Ahahahhaha Moraleja… nunca pongan el pollo ya cocinado en donde tenían el crudo XD Ahahahahaha Besos.

Kokoro

23 comentarios:

  1. hay dioss!! q molestaaaaaa!!! porq no la internan a ella tambiennn molestaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar
  2. OMG!! Mi Koko me encanta este fic. y como por fin Bella pone a mi Edward en cintura, aunque a veces, solo a veces, me da pena con el, jajaja!!!

    Cariños,

    Shandra

    ResponderEliminar
  3. AYY NO XE HEIDI!!!! TAN INOPORTUNA ¡RAYOS!
    OJALA Y BELLA YA DE SU BRAZO A TORCER ¿NO? JIJIJIJ KOKO UN MUASKKKK ENORME NNA SE ME VA HACER UNA ETERNIDAD EL SIGUIENTE CAPI !!!! :P

    ResponderEliminar
  4. waaaaaaaaaaaaaa
    el dia de oy estoy inspirada!
    sera porke es temorano?
    pero bueno el chiste de esto
    es ke siempre ponen a edward como el tipo invensible, al ke nunca le pasa nada, y este nuevo giro me gusta
    edward pokito enfermo! y con pollo! ke ironias de la vida!!!!
    pero ash cuando ya se recupero...dios ke malcriado!
    jajjajaj pero me divierten sus pleitos con picones incluidos! agarro cura!
    y mas me gustan los celos, y el echo de ke bella no aya llegado a la hora del baño...ke lastima!
    jajajjaja pobre edward, fue maltratado por una enfermera....pero creo ke en algun sentido se lo meresia..y luego...!
    la maldita heidi anexada!
    ke hace ahi!
    ash me pone de malas..pero siempre tiene ke aber algo...de celos!
    waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    genial amo este fic, y ps espero el siguiente cap
    y para mas informacion yo amo amar este fic
    jaja
    besos

    ResponderEliminar
  5. Es que es un incodio...
    por que no se ca con su papaíto ya y deja vivir al resto en paz? Oh!! Que cansina es!!
    otra vez con la intriga!!!
    Me vasi a matar
    Besos

    ResponderEliminar
  6. POBRESITO POR POCO SE SUICIDA EL MISMO
    TAN DULCE Y PREOCUPADA ESTUVO BELLA POR EL
    LO CUIDO ESTUVO A SU LADO, QUE GRAN ENFERMERA ES RESPONSABLE
    ADEMAS HEIDI LA ODIO PERRA
    SORRY
    A VECES MIS MODALES LOS PIERDO CON ZORRAS COMO ESAS
    JAJA
    BUENO ESPERO QUE EDWARD LA ENVIE POR UN TUBO BIEN LEJOS
    BELLA DEFIENDE LO TUYO

    SALUDOS
    MARJHON

    ResponderEliminar
  7. diiiooosss miiiooo que jodida es esa heidi por que no la matan o se va! este edward siempre tratando de seducir a bella jajaja me encanto el cap espero con ansia el proximo capitulo

    ResponderEliminar
  8. me encantó... Pusiste a un Edward vilnerable, que bien, y a una Bella practica y decidida. En serio estuvo muy bueno.

    Saludos, Koko.

    ResponderEliminar
  9. vaya con la Vulturi, me desespera, jajaajajajajajaj
    y es que yo tambien cuidaria asi a mi Edward, ajajajaja
    estoy deseando siempre esta historia, cariño me tienes enganchadita, espero que no se demore mucho el siguiente capi, por que me como las uñitas
    y ver a mi Edward malo, mmmmm, eso me dolio hasta a mi, ajajjajaj
    te mando un beso mi koko, no olvides nunca dos cosas, la primera que siempre que me necesites aqui estare, y la segunda que te quiero mucho reina
    Irene

    ResponderEliminar
  10. MALDITO ED es muy malo kon BELLA
    ojala ke llegara JAKE a visitar a ED
    y se cachondee a BELLA jajaja se enfermara
    mas jajaja AMO EL FIC MI AMOR
    te amoooooooooooooo <3

    ResponderEliminar
  11. Diosssssssssss esta buenisimo kokoro me ecanta esta historia, como odio a esa Heidi... y como le gusta filtrear a Edward no?? jeje adore el capi y espero el siguiente....

    ResponderEliminar
  12. pobre Edward!!! que le perdone ya de una vez.... yo no podria resistirme, XD!!!!

    ResponderEliminar
  13. Hay ya quiero que esten juntos
    otra vez.. Y que Heidi desaparesca
    de sus vidas y todas y cada una
    de las mujeres que quieren atrapar
    a Edward y que el ya le diga a Bella
    que la ama con locura... ahi.. que lindo
    creo que me proyecte.. :)

    Espero que esto sea pronto..


    Realmenete me encanta la historia..


    Actualiza pronto please..


    Ya quiero que todos esten felices
    y contentos en la historia..

    Bye.. que estes bien..


    -/*-B.y.C-*/-

    ResponderEliminar
  14. hay que tiernos, me gusta muchisimo esta historia y edward es muy lindo siempre provocandola jajaja.
    los quiero ver juntitos ya, pero por que bella no baja la guardia un poco con el, que pasa que todas se han dado cuenta que el esta enamorado menos ella.
    besos guapa

    ResponderEliminar
  15. wow que padree pobree edward, sii tan solo edward dejara a heidi le demostrraria que si la quiere ejej
    me encanta tu historia :D

    ResponderEliminar
  16. OMG!!!!!!!!!!!!!!! seguire el consejo mi alpha..... Aaa digamenme loca pero esto cada vez tiene pinta de ponerse mas bueno y mas caliente que pasara con la Heidi!!! aaaaaaaaa me mataste con ese Ed enfermo y picaro ... te amoo mi Alpha

    ResponderEliminar
  17. guapa me encanto!!! estuve toda la semana loca por el capi gracias por subirlo... uy me encanta!!!! te vere en el proximo jajaj besos guapa!!!

    ResponderEliminar
  18. hola esta buenisimo como siempre
    deberian poner a bella a bañar a edward eso estaria padrisimo jajaja

    ya estoy ansiosa por el proximo capitulo y para mi q los vulturi tuvieron algo q ver no se lo presiento.

    a si otra cosilla mas ¿cuando vas a poner el ultimo capitulo de nuestra luna de miel ya lo quiero? ojala sea pronto nos vemos besos bye.

    ResponderEliminar
  19. PLIS PLIS EL OTRO CAPI
    PORFA!!!! ME E LEIDO LA HISTORIA EN
    DOS DIAS Y YA NO PUEDO ESPERAR MAS POR FAVOR




    ATTE.JESS

    ResponderEliminar
  20. sta muy bonito pero pobre edward, pero bueno el siguiente capitulo lo stare sperando ajaja auuuuu!!!! ggg besos

    ResponderEliminar
  21. Y AQUI TERMINA OMG TENGO Q ESPERAR HASTA EL PROXIMO MIERCOLES...u.u VALE MI KOKO TE ADORO Y LA HISTORIA ME TIENE ATRAPADA ENSERIO...

    ResponderEliminar
  22. me encanto el capitulo que mal que se puso mal peroq ue bien que Bella fue a cuidarlo

    ResponderEliminar
  23. hay al volver a leer este capi me a encantado aun mas
    y sabes x3 !!! gracias a este capi se que no debo poner el pollo cocido en el mismo plato que donde estuvo crudo xDD eso si no quiero ir al hospital lol

    ResponderEliminar

Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...