miércoles, 7 de julio de 2010

Odio amarte "Cap 07" - Kokoro Black

Disclaimer: Adaptado en la novela: El ojo del tigre de Diana Palmer. Todos los personajes y nombres le pertenecen a Stephenie Meyer, aunque en las noches Jacob es mío, en el día Edward, y también me presta a Ian, a Jared y a Gabe… para los fines de semana… hahaha

MALDITA MEYER! PORQUE HACE HOMBRES TAN IRRESISTIBLES!



Odio amarte

Capítulo VII – Insistente



Poco después de medianoche, Jacob me llevó a casa. Aún seguía molesta por haber tenido que cenar con Edward observándome. ¿Habría sido una coincidencia o le habría contado mi padre dónde iba a llevarme Jacob? Tenía que averiguarlo.

—¡Vaya, vaya! Tenemos visita —rió entre dientes Jacob mientras aparcaba delante de mi casa.

Vi el Volvo plateado y se me revolvió el estomago.

—¡Por el amor de Dios! —rezongué.

—¿Dijiste que no está interesado? —bromeó Jake—. Pues a mí me parece una autentica persecución.

—¿Te importa entrar a tomar un café?

—Me encantaría, pero papá regresa de su viaje y tengo que estar en el aeropuerto a las cinco. Siento que no hayas podido conocerlo. Esperábamos que estuviera de vuelta para la fiesta.

—Otra vez será —comenté. Hice una mueca—. No quiero entrar ahí.

—¡Ánimo, chica! Recuerda que en esta ocasión la víctima es él, no tú. Ahora entra ahí y cuéntale que soy maravilloso y lo mucho que te ha gustado mi familia. ¡Y que estoy a punto de pedirte en matrimonio! Exagera todo lo que te apetezca.

Lo observé atentamente.

—¿Has pensado en hacerte entrenador de un equipo de fútbol profesional?

—Alguna vez, pero primero resolveré tu asunto. Ven aquí. Se han movido las cortinas —murmuró sonriendo. Me acercó y me besó en los labios.

—Estupendo.

Se echó a reír.

—Como comer algodón dulce. Ahora, entra ahí y dale una ración de su propia medicina.

—Sí, señor.

Le devolví el beso y salí del coche.

—¿Estoy lo bastante despeinada?

—Tienes un aspecto delicioso —dijo él con añoranza—. Bueno, tengo que irme. Mañana te llamo.

—Buenas noches. Gracias por la invitación. Lo he pasado muy bien.

—Yo también, encanto. ¡Adiós!

Lo vi alejarse con cierta nostalgia. Era un hombre estupendo. Era una lástima que mi corazón perteneciera a aquel pecoso pelirrojo que esperaba en mi casa.

Volteé con el bolso en mano y entré. Mi padre y Edward estaban sentados en el cuarto de estar hablando. Edward aún llevaba su ropa de trabajo. Debía haber estado con los caballos. Le gustaba ayudar al entrenador de vez en cuando. Cuando era más joven, había participado en competiciones de polo y salto de vallas, y era un experto jinete.

—Hola cariño. ¿Qué tal la fiesta? —preguntó papá, sonriendo cuando entré en la habitación.

—Maravillosa —dije con un exagerado suspiro—. Me encantan las hermanas de Jake. Son muy agradables.

—¿Te refieres a Rachel, la gladiadora, y a Rebecca, la serpiente? —preguntó Edward.

—Debería de darte vergüenza llamarlas así. Son gente estupenda.

Edward se recostó en el asiento.

—Black debe haberlas amenazado con escribir su autobiografía —murmuró.

Sus ojos verdes recorrieron mi figura de arriba abajo.

—Me gusta —comentó—. El diseño es muy favorecedor.

—Eso es lo que piensa Jake —dije con una recatada sonrisa—. Voy a cambiarme para hacer la cena, papá.

Miré a Edward de reojo.

—¿Te quedas?

—¿Me invitas?

—Tú eres el jefe —le recordé, viendo cómo cambiaba su expresión—. No puedo ordenarte que salgas de una casa que es tuya, ¿verdad?

—¡Bella! —exclamó papá.

—¿No vas a dejarlo nunca? —rezongó Edward.

—Está bien. Nos gustaría que te quedaras a cenar, querido Edward —dije con una tenue sonrisa—. Espero que te gusten la coliflor y el hígado, porque es lo que voy a preparar.

—Cariño, ya sabes que Edward detesta la coliflor y el hígado.

—Me estoy reformando —dijo Edward entre dientes—. Me encantan la coliflor y el hígado.

Me fui a mi habitación con una sonrisa en los labios.

Me puse unos vaqueros viejos y una blusa que había conocido días mejores. Me quité los zapatos y no me molesté en peinarme ni en retocarme el maquillaje. Así se enteraría Edward Cullen de que a mi no me importaba lo que pensara de mi aspecto.

Cruzando el cuarto de estar en donde hablaban los hombres, fui directamente a la cocina y comencé a hacer la cena. ¿De qué hablarían Edward y mi padre todo el tiempo que pasaban juntos?

Tardé media hora en tener lista la cena. Avisé a los hombres y serví té helado en tres vasos.

Edward se mostró silencioso y reservado en la mesa. Pero sus ojos verdes no dejaron de seguirme cada vez que me movía por la cocina sirviendo más té, cambiando los platos y dejándolos en el fregadero. Su escrutadora mirada comenzó a ponerme nerviosa. Me sentí feliz de que la cena terminara y los hombres su fueran al cuarto de estar a jugar al ajedrez.

Después de fregar los platos, me puse unos mocasines viejos y salí a pasear por detrás de la casa. Desde el pequeño patio se veía la inmensa extensión de la granja. Apoyada en la valla de madera, bajo los robles, podía ver a los caballos de carreras haciendo cabriolas en la dehesa. Me encantaban sus gráciles movimientos. Me recordaban a mi infancia. Como aquella casa, en la que había nacido y vivido toda mi vida. Como… Edward.

Oí sus pisadas. No necesitaba voltear para saber quien era. Conocía sus pisadas tan bien como las mías.

Llegó junto a mí y se detuvo.

—¿Por qué te escondes aquí?

Me encogí de hombros, crucé los brazos sobre el pecho y sonreí débilmente.

—No sabía que me estuviera escondiendo.

El suspiro de Edward fue sonoro. Se acercó a mí con una mano metida en el cinturón. En la otra llevaba un cigarrillo.

—Es lo que parece a veces.

—Creía que lo habías dejado —comenté señalando el cigarrillo.

Él se encogió de hombros.

—Sigo intentándolo.

Se llevó el cigarrillo a los delgados labios.

—¿Te gustó la fiesta?

—Fue muy agradable. Mucha gente, mucha comida… incluso había una orquesta.

—A las Black les gusta dar fiestas.

Al parecer Edward observó mi aspecto descuidado.

—¿Te has vestido así para mí?

—En realidad, pensé que podría despertar tu pasión… ¡Edward!

Me había agarrado del brazo y había tirado de mí con tanta rapidez que no pude reaccionar antes de caer contra su cuerpo.

—Pues la has despertado —dijo Edward.

Estaba tan cerca que sentí su aliento en los labios cuando se inclinó hacia mí.

—¡Suéltame! —protesté.

El corazón me latía descontrolado. Mis pechos quedaron apretados contra el duro tórax masculino.

—Convénceme de que quieres que te suelte, Bella.

El sol salpicaba de sombras el suelo y la brisa movía nuestros cabellos. A lo lejos, relinchó un caballo.

—No soy una mujer libre. ¿No lo has oído?

—Lo he oído. Pero no me lo creo. Bésame.

Retiré la cara. Pero él tiró el cigarrillo y, tirándome del pelo, me volteó la cara hacia él.

—Ahora, lucha… —musitó contra mis labios antes de apoderarse de mi boca en un beso que me llenó de deseo, dejándome indefensa.

Conocía muy bien el poder que ejercía sobre mí y sabía cómo despertar mis más profundos anhelos.

—No luches conmigo, pequeña —susurró Edward cuando aparté la cara ligeramente—. ¿Qué podría hacerte aquí, con tu padre en casa?

—No quiero que me beses —susurré entrecortadamente.

—¿De verdad?

Sus dedos se movieron sobre mi pecho. Luego me apretó suavemente hasta que sintió los latidos de mi corazón.

—Tu corazón late alocadamente, pequeña Bella. Como el mío. Siéntelo.

Me agarró una mano y la deslizó bajo la camisa entreabierta. Contuve la respiración y mis dedos se crisparon sobre la carne.

—Aquí.

Él me obligó a estirar los dedos y a moverlos sobre la espesa mata de vello rojizo sin dejar de mirarme a la cara mientras sentía los lentos e involuntarios movimientos de los dedos. El corazón de Edward latía violentamente. ¿De verdad lo excitaría?

—Bella —susurró.

Me besó en la frente, mientras me estremecía. No sabía muy bien qué hacer y Edward se dio cuenta.

Tras un momento de vacilación, apoyó ambas manos sobre su pecho. Me sentía débil. Apenas podía tenerme en pie. Deseaba apoyarme en él, pero sabía lo que ocurriría si lo hacía. A pesar de mis dudas y suplicas, no quería hacerle pasar tan mal rato.

Su cuerpo era sólido y musculoso bajo mis manos. Recordé el roce de su vello contra mis pechos desnudos la noche que hicimos el amor. La intimidad de los recuerdos era tal que apenas pude soportarlo. Él se estremecía y su corazón latía como la noche en que me poseyó.

—Edward… —comencé a protestar.

—Shhh…

Me besaba en las cejas, en los parpados cerrados.

—No pienses. Acaríciame más.

Guié las manos hasta el liso estómago. Se estremeció cuando le acaricié. Pero titubeé cuando él quiso que siguiera bajando las manos. Entonces me besó y me acarició los labios con la lengua.

—Todo está bien —susurró—. Todo está bien, pequeña. No te avergüences.

Le permití que me bajara las manos. Edward gimió cuando lo toqué. Me eché hacia atrás inmediatamente, asustada de mi propia audacia.

—¡No puedo!

—Está bien —murmuró él.

Me abrazó manteniendo la mitad inferior de su cuerpo cuidadosamente apartado de mí.

—Eres muy inocente en algunos aspectos, pequeña. No debes avergonzarte de nada. Me gusta tu manera de ser.

—No debes hacer estas cosas —dije con firmeza.

Pero me temblaba la voz.

—¿No sientes curiosidad por mi cuerpo? —preguntó él—. Yo sí la siento por el tuyo.

—Ya conoces todo lo que hay que conocer.

—No. Conozco muy poco.

Edward levantó la cabeza y buscó mi mirada.

—Me gustaría verte como te vi aquella noche, Bella. Ardiendo de pasión.

Me sonrojé e intenté librarme de su abrazo. Pero él me lo impidió.

—Aquella noche te defraudé. Quiero resarcirte.

—No quiero volver a acostarme contigo.

—Quiero hacerte el amor. No es sexo solamente.

—Contigo, sí. Quieres que vuelva a bailar al son que tú toques, Edward Cullen. No me quieres. Lo que te molesta es que Jacob me quiera. Como verás, ahora te conozco. Sé cómo funciona tu cerebro. Y no quiero lo que puedas ofrecerme. ¿Está lo bastante claro? Ahora, ¡suéltame!

Al parecer percibió mi miedo. Me soltó.

—Tengo cosas que hacer —musité, turbada.

Me volteé y me alejé de él. Sabía que más tarde estaría muy enfadada conmigo misma por aquel momento de debilidad. ¿Por qué no conseguía rechazarle?

—¿Por qué no quieres escucharme? —grito él—. Siempre das por supuesto que conoces mis sentimientos y mis deseos. ¡Pero nunca puedo explicártelos porque no quieres oírme!

Me volteó para mirarlo.

—Si te escuchara, acabaría como hace cuatro años. Ya no soy tan estúpida, Edward.

—No. Sólo estás sorda y ciega. Tú serás muy testaruda, encanto, pero yo lo soy más. Y, a pesar de todas esas bonitas palabras sobre lo que siento y lo que no sientes. Me basta con tocarte para que te deshagas.

Me puso granate, pero no aparté la mirada.

—Estoy segura de que causas ese efecto en otras mujeres.

—No me interesa lo que sientan otras mujeres. Sólo me interesas tú.

Me recorrió con la mirada lentamente, absorbiendo cada detalle.

—Si pudiéramos pasar unas horas solos en algún sitio tranquilo, te diría exactamente lo que siento.

Hice un esfuerzo por sonreír. Me encogí de hombros con aparente indiferencia.

—Lo siento, jefe. Tengo un fuerte instinto de supervivencia. ¡Y pienso ponerlo en funcionamiento!

Lo miré desafiante antes de volverme y dirigirme hacia la casa corriendo.

Irrumpí en la cocina y la emprendí con los platos.

Edward entró tras de mí y cerró la puerta.

Lo miré.

—¿No tienes nada que hacer?

—Voy a jugar otra partida de ajedrez con tu padre dentro de unos minutos. Está hablando por teléfono con el viejo Harry.

—¡Oh!

—¿Por qué no quieres salir conmigo? —preguntó Edward inesperadamente.

Él tiró de una silla y se sentó a horcajadas. Luego, encendió un cigarro.

—El domingo pasado hablamos. Hablamos de verdad. Me gustó mucho.

A mi también, pero no podía arriesgarme a estar a solas con él. Era demasiado vulnerable.

—Aún me deseas, Bella —observó él en voz baja—. Sí, lo sé, aunque a ti te desagrade que lo sepa —añadió cuando me volteé bruscamente para negarlo—. Pero es la verdad. Y yo siento lo mismo.

—No quiero tener una aventura contigo — dije volteandome a mirarlo fijamente, con ojos atormentados.

—Me alegra oír eso. Yo tampoco busco una aventura.

—A ti te gustan más los revolcones de una noche, ¿verdad?

—Si quieres saber la verdad…

Pero antes de que pudiera continuar, papá entró en la cocina sonriendo de oreja a oreja.

—El viejo Harry se ha decidido por fin a venderme la prensa que quería para mi taller —dijo alegremente— Ha decidido que su artritis le impide seguir trabajando. Ahora podré tirar ese trasto viejo que he estado usando y hacer un trabajo decente.

—¿Cuándo tienes que recogerla? Puedo llevarte yo —se ofreció Edward.

—¿No te importa? Entonces podemos ir ahora mismo, antes de que ese viejo chivo cambié de opinión.

—¡Qué manera de hablar de tu mejor amigo! —le reprendí.

—¿Por qué no? Deberías de oír lo que me llamó él a mí cuando gané aquella apuesta sobré el campeonato mundial.

Levanté las manos.

—Abandono.

—Sólo después del décimo —dijo Edward cuando mi padre salió.

Sonreí al ver su expresión.

—El décimo niño, ¿recuerdas? Lo llamaremos…

Me sonrojé.

—¿Lo llamaremos?

—Mi esposa y yo, desde luego.

¿Esposa? ¿La joven italiana estaría haciendo progresos?

—Volveré —dijo él—, así que no salgas con ese donjuán.

—Me tiene sin cuidado si vuelves o no —repliqué desafiante, apartando la mirada.

—Conseguiré que te importe. Ya lo verás —dijo él.

Cuando levanté la vista, se había marchado.

Los dos hombres tardaron solamente una hora en recoger la prensa y llevarla a casa. Luego pasaron otras dos horas en el taller instalándola y probándola.

No sabía que a Edward le interesara la carpintería. Pero, cuando fui a ver la prensa, lo encontré torneando la pata de una mesa con movimientos rápidos y precisos. Lo hacía bien.

Todo lo hacía bien. Excepto, tal vez, una cosa… pero incluso entonces había sido la respuesta de mi cuerpo la causante de mis molestias. Puede que hubiera sido molesto con cualquier hombre, pero mi temeraria pasión podía haber provocado la brusquedad de Edward. Además, él ignoraba que fuera virgen.

No quería seguir recordando. Dejé a los hombres trabajando y charlando y volví a la casa. Preparé la cafetera y la dejé en la cocina junto con un plato con bizcocho y una nota. Luego me acosté. No podía soportar a Edward ni un minuto más. Había tenido suficiente por aquel día.


Hola a toda/os paso a dejarles el capí. La semana pasada fue muy intensa, LiiQanLu y Tini Black fueron a visitarme y conocerme… fuimos juntas a Eclipse y fue increíble. Jamás cambiaría esa semana… gracias chicas. Y gracias a ti por seguir leyendo… millones de besos mordelones.

14 comentarios:

  1. Mi Koko que puedo decir quedo sin palabras enserio quedo como en el aire me encanta Jake todo solidario para hacerle cuadritos la vida a Ed y me encanta Ed todo obstinado y tratando de resarcir su error y esa Bella mierd koko ya quiero mas ..... mi corazon late como el de Bella segun Edward !!!! aaaaaa!!!! miles de besos mi Alpha
    ya sabes que fascinooo!!

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  2. wowwww que capitulo me encantan cuando pelean!!!! qiuen se resiste a un hombre asi!! ya caeras isabella hahahahahahaah
    besos guapa bss

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  3. hay hay como extrañaba esta historia la verdad esta bueno cuando pelean pero ¡¡¡ya no!!! porfa porfa quiero ver amor mucho amor jijijiji hay no veo la hora de seguir leyendo como sigue el proximo capiiiii

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  4. estuvo genial
    que trama edward
    y bella
    jake la ayudara con su perpe ctiva de darle celos a edward espero que pronto actulices
    saluods
    besos y abrazos

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  5. Ahi hija ahora si hiciste que me lata el corazon jiji o tal vez reviviste algunos recuerdos escondidos jeje y me encanta esta historia!!! bueno me encantan todas tus historias tienes un don tan grande para expresar los sentimientos.....increible
    saludos de mi lindo ecuador

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  6. Me cuesta tanto esperar una semana para deleitarme con esta historia y es que es mi preferida, ademas ya tengo ganas de saber que cuernos le paso a Edward en el pasado con Bella, por que se comporto con ella asi, para luego ni siquiera casarse, quizas divague mucho mi cabeza, pero no se que me da, que el esconde algo, bueno esperop no tardar en descubrirlo, un beso cariño y recuerda que una chica por aqui te quiere mucho
    Irene

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  7. wowwwww kokoro, el capitulo genial como siempre. la cosa cada vez se pone mas interesante.
    besossssss

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  8. hola kokoro
    buenisimo el capitulo esta historia me gusta muchisimo, esas peleas entre bella y edward son para morirse de risa.
    y tan lindo jacob me gusta que tenga claro que tenga claro que bella no le quiere por que asi no sufrira por ella.
    haber como termina este par, bella que lo deje hablar y explicarse un poco, pobre edward ella siempre esta a la defensiva.
    besos guapa

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  9. me encanto que jacob le ayude a poner celoso a Edward
    ya esperaba el capitulo me gusto mucho

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  10. estuvo genial los he leido todos yescribes bien bueno solo he leido sobre edwar ybella claro los del otro no me gustan yme animo a escribirte solo porque edwar es el herue de la historia que bien que el pobre de jacobo tenga alguien que lo consuele porque obvio bella no.

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  11. tarde pero seguro!
    waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    como toda la vida
    EXTREMO!!!!!
    me dejo con la voca abierta!
    ske la zorres
    y eso se ke se bese con jacob...bueno ya se ke es por ayuda..pero bueno de todos modos te deja medio mal!
    y luego el encuentro con edward CANDENTE!!jajajja
    ke experimentacin tan experimentada (jajjaja eso ke)
    pero bueno ske dios.....y luego eso de ke nunca lo escucha
    COMPLETAMENTE CIERTO!
    pero bueno...espero una platica!
    la neta
    y bueno el papel de bella de "la dificil" da resultados!
    jajjaaj
    waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    (ovio el grito no podia faltar)
    jaja
    bye
    besos
    wow
    como siempre
    tkm

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  12. wwuuaaoo me super enkantoo
    team robdward and krisella 4 ever
    me enkantoo wwi k iaa se den las kosaas :D

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  13. Amo esta historia, es fascinante... me encanta de veras... eres genial kokoro...

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...