viernes, 2 de julio de 2010

Herencia Maldita - Cap 9 - Naty Celeste

Disclaimer: La Saga Twilight y los personajes originales son de la increíble Sthephenie Meyer, los personajes adicionales y la historia son mias (ojalá eso no sea algo malo XD)

Summary: El nunca quiso esto, todo lo que deseaba era ser normal, pero eso no era lo que el destino le deparaba al hijo de una híbrida y un licántropo.

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Capítulo 9: Mentiras

Desperté a la mañana siguiente enredado en las sábanas de la cama de Meg y con su perfume embriagándome completamente. Suspiré llenando mis pulmones de su aroma y la miré mientras dormía por un segundo. No quería parecer un enfermo, pero de verdad era difícil evitarlo, se veía increíble recostada boca a abajo con la sábana enredada en las piernas y el cabello alborotado.

Por un momento me pregunté porqué me sentía tan tranquilo justo donde estaba. Nada parecía haber cambiado a mi alrededor, y sin embargo todo era diferente. Miré a Meg de nuevo y observé cómo sus ojos se movían ligeramente, indicando que soñaba.

Intenté por unos segundos entrar en su mente, escuchar lo que soñaba, o al menos captar alguna imagen, pero fue inútil. Era como si hubiera olvidado como hacerlo. Presté atención de nuevo y finalmente comprendí lo que me parecía tan diferente. Era el silencio. Estábamos dentro de una deliciosa burbuja de silencio mental, en la que -casi por primera vez en mi vida-, sólo escuchaba mis propias reflexiones.

Busqué escuchar los pensamientos de las personas que escuchaba moviéndose y hablando en el piso de abajo, pero de nuevo sólo hice eco en el silencio. Sonreí sin poder evitarlo y suspiré de nuevo en ese ambiente cargado de su perfume. Para mi sorpresa, tampoco hubo quemazón. Casi no pude evitar gritar y reír por el cambio. Me sentía relajado, no mas que eso… ¡estaba a gusto! ¡Dios! Yo estaba completa y totalmente… feliz.

Me permití mirarla un largo momento más antes de finalmente suspirar y resignarme a apartar la vista. Me levanté de la cama moviendo el colchón lo menos posible y me estiré haciendo crujir mi espalda y destrabando mis músculos. Me puse mis boxers negros y salí de puntitas intentando hacer el menor ruido posible.

Pensé que le gustaría desayunar en la cama, así que comencé a buscar las cosas para preparar algo. Miré a hora para asegurarme de que no debería estar preparando el almuerzo. Eran cerca de las diez, así que a penas nos habíamos dormido hacía un par de horas. Sonreí sin poder evitarlo: de todas formas me sentía totalmente renovado. Como una persona nueva.

Puse los huevos en el sartén y los mezclé cuando las yemas se rompieron. Supuse que estaría bien hacerlos revueltos en lugar de fritos. Los dejé en el fuego mientras buscaba el café en las alacenas. No tenía idea de dónde lo había dejado. Fue entonces cuando escuché a Meg a mis espaldas.

- Se suponía que te llevara el desayuno a la cama -me quejé sin voltear para mirarla. Pareció sorprendida porque la hubiera escuchado.

- ¿Cómo me esc…? -se quedó callada y casi pude imaginármela negando con la cabeza.

- Súper oído -dije en tono bromista mirándola finalmente. Pero mi sonrisa se distorsionó cuando mi mandíbula casi cayó al piso al verla. Llevaba puesta solamente una de mis camisetas, que le quedaba enorme y el cabello corto alborotado. Estaba sonriendo y la luz del Sol que entraba por la ventana le iluminaba la piel y los ojos, haciendo que un extraño resplandor la envolviera. Hubiera jurado que era un producto de mi imaginación si no la hubiera tocado con mis propias manos la noche anterior… y vaya que la había tocado…

Soltó una risa muda y movió una mano en frente de su rostro como si pensara que me había dormido o algo así.

- Lo siento, es que te ves hermosa -me excusé y luego sonreí cuando sus mejillas se tornaron rosadas. Disfruté tanto de su timidez como de la extraña ausencia de la sed al ver el color en su piel.

Puso los ojos en blanco, se acercó y tomó una espátula para revolver los huevos, que al parecer se estaban quemando. Sólo entonces se puso en puntillas de pie para darme un rápido beso en la mejilla.

- ¿Sólo eso? -me quejé con tono divertido-. La mejor noche de tu vida y ¿todo lo que recibo es un beso en la mejilla? -bromeé. Me golpeó con la espátula en el pecho y yo me reí con ganas.

- Presumido -murmuró y yo le saqué la lengua y fui por una servilleta para quitar el aceite y los restos de huevo que me había dejado en el pecho.

- Bueno, no se de la tuya, pero definitivamente ha sido la mejor noche de la mía -comenté aún con cierto tono bromista, incluso a pesar de que no era más que la pura verdad. Volteó y me quitó la servilleta de las manos.

- Deja, yo lo hago -dijo justo antes de pasar su lengua por mi pecho, plantando luego pequeños besos sobre mi piel. Solté un gruñido e intenté concentrarme en no sonar demasiado animal. Aunque dudé que después de los de anoche, algo pudiera asustarla. Paseé mis manos por los costados de su cuerpo, cerrando mis puños en la tela de la camiseta y tirando de ella.

- Ahora sí pareces agradecida -comenté bromeando con la voz ronca y la garganta seca.

- ¿Will? -murmuró entre un beso y otro.

- ¿Sí? -respondí cuando pareció que ya no volvería a hablar.

- Cierra el pico -ordenó. Me reí, pero no pronuncié ni una palabra más. En lugar de eso, me dediqué a tirar de la tela y a estirarla aún más para poder tocar la dulce piel de sus caderas. Disfruté increíblemente de la falta de interrupciones en mi recorrido: no llevaba ropa interior.

Gruñí de nuevo y me aseguré de que no hubiera nada en la mesada antes de levantar a Meg para sentarla ahí, de modo que yo quedara de pie entre sus deliciosas piernas abiertas.

Siguió besándome como si ni siquiera hubiera notado el movimiento, y yo estaba tan entretenido en donde se encontraba mi mano izquierda -subiendo por el interior de su muslo-, que no noté dónde estaba la derecha.

- ¡Hay, maldición! -dije alejándome un poco y quitándola de la hornalla rápidamente. Al parecer llevaba un buen rato ahí. Meg frunció el ceño mientras yo me acercaba la mano a los ojos para examinarla mejor.

- ¿Estás bien? -preguntó dudosa.

- Sí, no te preocupes -le resté importancia-, sólo le tomará unos segundos arreglarse -agregué con la voz calmada. Parecía que la había sobresaltado un poco.

- ¿Puedo ver? -preguntó un poco curiosa. Sonaba como una niña. Me miré la quemadura: se veía bastante mal. Pero luego volví a mirar su expresión, entusiasta y alentadora, y me encogí de hombros.

- Seguro -respondí dudoso entregándole mi mano para que la observara mientras se curaba.

- ¡Wow! ¡De verdad estabas entretenido! -se burló.

- Corrección: De verdad me estabas entreteniendo -contraataqué. Soltó una pequeña risita, pero su atención estaba concentrada en la herida. Tenía los ojos abiertos como platos mientras la observaba sanando rápidamente. Sólo cuando la cicatriz se volvió rosa fue que se atrevió a tocarla, aunque con suma suavidad.

- ¿No te duele? -preguntó aún sorprendida.

- No, ya no -respondí sinceramente.

- ¡Es asombroso! -musitó. Sonreí. Todo lo que a mis ojos era extraño y repulsivo a ella le parecía interesante e incomprensible. Negué con la cabeza y reí en voz baja.

- ¿Quieres verlo de nuevo? -pregunté de repente.

- ¿Qué? ¡No! ¡No quiero que te quemes vivo, idiota! -puse los ojos en blanco y apagué la hornalla al tiempo que me estiraba para coger un cuchillo-. Will… -se quejó.

- Shh… sólo mira -puse mi brazo entre nosotros e hice un corte poco profundo en la palma de mi mano mientras Meg observaba con atención. Su ceño se frunció un poco hasta que alejé el cuchillo y luego su expresión volvió a ser la de una niña. El corte dejó de sangrar y cicatrizó en cuestión de segundos.

- ¡Increíble! -exclamó mirando mi mano con atención, como si intentara averiguar el truco en un acto de magia. Estiré la mano aún mirándola a los ojos, midiendo su reacción, y la puse debajo del grifo del agua para quitar los restos de sangre. Cuando la devolví al lugar en el que estaba, Meg la secó con su… bueno, mí camiseta, retorciéndola y estirando la tela.

Repentinamente recordé lo que hacíamos antes, cuando ese movimiento provocó que pudiera ver parte de su cuerpo desnudo. Deslicé mi mano por su pierna y eso pareció distraerla bastante, ya que soltó un leve gemido al tiempo que cerraba los ojos. Pasé los dedos de la mano que mantenía cerca de su rostro por sus carnosos y tentadores labios.

Memoricé su suavidad antes de llevar ambas manos al borde de la tela para quitarla de una buena vez. Luego la besé mientras paseaba de nuevo las yemas de mis dedos por el interior de su muslo. Como respuesta automática, sus piernas se abrieron aún más, y yo sonreí contra sus labios y dejé que mis dedos encontraran su camino hasta su intimidad.

Gimió muy bajo en mi oído cuando sintió dos de ellos invadiéndola y luego sus manos se aferraron a mis hombros y sus uñas se clavaron en mi piel cuando comencé a bombear suavemente. Mantuve un movimiento constante por unos cuantos minutos, dedicándome también a deslizar mi lengua por su cuello, sus hombros y sus pechos alternativamente. Masajeé su punto más sensible después de un momento, y sonreí cuando aumenté la velocidad y la escuché susurrando mi nombre al correrse.

Después de eso le hice el amor sobre la mesada, y mas tarde contra la pared de la cocina, antes de terminar de nuevo en la cama.

Para entonces, ambos intentábamos recuperar el ritmo de nuestra respiración mirando fijamente el techo. Después de unos minutos, Meg se incorporó, sentándose en la cama, y estiró los brazos por encima de su cabeza suspirando profundamente y haciendo que crujieran sus articulaciones. No pude evitar reaccionar al ver esa hermosa espalda descubierta, y me incorporé también para plantar besos en su cuello mientras mis manos masajeaban sus hombros. Primero soltó un leve gemido de placer y despreocupación, y luego soltó una tenue risa y volteó para encararme.

- Moriremos de hambre -murmuró teatralmente antes de besarme en los labios. Me reí.

- Sólo si sigues pavoneándote en frente de mí sin ropa interior cuando intento cocinar -repliqué.

- Ah… así que fue mi culpa.

- Naturalmente, por supuesto -respondí seguro.

- ¿Qué me dices de ti, señor “No necesito ponerme nada más que mis calzoncillos”? -me reí con ganas. Mi pecho se inflaba con la posibilidad de que a ella le provocara mi cuerpo las mismas sensaciones que a mí me provocaba el suyo. Pero mi risa se transformó en un gemido cuando su mano encontró de nuevo su camino hasta mi miembro, que ya estaba más que listo para el round… bueno, cualquiera que fuera el número.

******

- Definitivamente, tenemos que comer algo -suspiró un par de horas después.

- Bueno… -solté burlón, bromeando por el doble sentido que la palabra “comer” tomaba después de lo que acabábamos de hacer. Tomó una almohada y me golpeó con ella en el rostro intentando ponerle fuerza al golpe, sabedora de que no me dolería de todas formas. Pude haberlo esquivado, pero estaba demasiado cómodo donde estaba. Había terminado perpendicular a ella, con mi cabeza sobre su estómago. Ambos mirábamos el techo mientras sus dedos se perdían en mi corto cabello y trazaban figuras en él, al tiempo que mis manos yacían inmóviles sobre mi pecho. Tanto a Meg como a mí nos hacía reír la forma en la que nuestros estómagos gruñían, pero ninguno de los dos parecía estar dispuesto a hacer algo al respecto.

- Qué tal si pedimos una pizza? -preguntó de repente rompiendo el silencio, justo como si hubiera estado leyéndome la mente.

- Genial -murmuré cerrando los ojos y concentrándome en la sensación que me provocaban sus dedos en mi cuero cabelludo. Solté un largo suspiro.

- Detrás de las orejas ¿cierto? -preguntó en tono jocoso. Solté una carcajada por la sutil referencia a mi condición de chucho, pero en seguida recobré la compostura. Me incorporé y volví a recostarme, esta vez poniéndome de costado para poder encararla.

- No es un chiste, Meg… -musité. Se acercó un poco mas y movió su mano desde mi pecho hasta mi cuello para rascar suavemente en el hueco del costado de mi mandíbula. Cerré los ojos de nuevo: había descubierto mi punto débil hacía ya varias horas, y no hacía mas que aprovecharse desde entonces. “Pobre de mí” pensé sarcásticamente, y luego abrí los ojos de golpe cuando noté que estaba ronroneando como un estúpido gato.

- Un malo y peligroso monstruo ¿no? -se burló y yo fruncí el ceño. Volvió a acariciarme la garganta y puse los ojos en blanco. Su caricia de verdad estaba comenzando a afectarme. Me quedé callado durante más de un minuto y luego me obligué a mi mismo a hablar, aunque claro que con la voz notablemente más ronca.

- Debería advertirte que no tengo absolutamente ningún problema con la idea de morir de hambre -musité.

Se echó a reír y luego jaló de la sábana al ponerse de pie para cubrirse el cuerpo con ella.

- Demasiado tarde para ponerte pudorosa -bromeé riendo. Volteó y me sacó la lengua antes de salir de la habitación. Se fue a su departamento para llamar, diciendo una y otra vez que debía buscar el número de teléfono del restorán. Fruncí el ceño, pero hice lo que me pedía: agucé el oído para detectar si no había nadie en el pasillo.

En cuanto se fue me desplomé en la cama e intenté hacerme a la idea de lo que había pasado. Sentía que el pecho me explotaría por la felicidad, pero la cabeza me daba vueltas por el miedo. No conseguía conciliar todo lo que sentía, pero sí estaba seguro de una cosa: era más que demasiado tarde para intentar alejarme de ella. Simplemente ya no era una opción.

Suspiré profundamente y me incorporé en la cama. Por el momento, prefería no pensar en las consecuencias de mis decisiones. Una parte de mí sabía que tarde o temprano me arrepentiría, pero ahora era más feliz de lo que jamás había sido, y no estaba dispuesto a abandonar ese sentimiento.

Meg se tomó unos minutos mas, probablemente para arreglarse, así que decidí darme una rápida ducha para sentirme un poco más fresco. Mi temperatura había aumentado bastante en los últimos días, y no me ayudaba que ella pareciera querer provocarme con cada movimiento, con cada caricia, con cada mirada.

Abrí el agua fría y sacudí la cabeza riéndome de mí mismo. La mujer de verdad me volvía loco. Sólo me tomé unos minutos más para relajarme un poco, pero ella de seguro ya estaría de vuelta, y aunque me pareciera estúpido, estaba ansioso por verla de nuevo.

Salí del cuarto de baño esperando verla en la cama, pero me sorprendió no hacerlo. Miré la hora. Me había tardado quince minutos en bañarme, lo cual significaba que Meg se había ido hacía casi veinticinco minutos. Era extraño que se tardara tanto cuando había dicho que llamaría por teléfono y estaría de vuelta en cuanto colgara.

- ¿Meg? -la llamé mientras me ponía mis pantalones dando saltos para continuar caminando mientras lo hacía. No la vi ni la escuché en el departamento, así que salí al pasillo. No la escuchaba escaleras abajo, así que asumí que seguiría en su departamento.

- Meg, ¿estás aquí? -dije en voz alta al abrir la puerta. No quería que pensara que la seguía sólo para molestarla. Pero cuando terminé de abrir la puerta no tuve oportunidad de seguir pensando en ser demasiado insistente. Meg estaba inconciente en el piso de la sala, recostada sobre su costado aún envuelta en la sábana-. ¿Meg? -le grité justo antes de correr a su lado. No parecía haberse golpeado demasiado fuerte. Ni tampoco aparentaba tener huesos rotos o señales de daño permanente.

Apoyé mi mano en su mejilla y la acaricié siendo lo más delicado posible. Mi corazón galopaba como si estuviera intentando salirse de mi pecho, y las manos me temblaban como si fuera a transformarme justo ahí, pero esta vez no era por el calor el que me recorría las venas, era el miedo. Estaba absolutamente aterrorizado.

- ¿Meg? Meg ¿estás bien? -susurré, y luego solté un quejido de alivio cuando sus párpados temblaron-. Meg, ¿estás bien?

Sus ojos se abrieron y tardaron un segundo en enfocarse en mi rostro. Sentí que estaba a punto de enfermarme, pero tomé aire y esperé a que se recuperara.

- ¿Will? -murmuró y yo suspiré y asentí con la cabeza.

- ¿Qué sucedió? ¿Estás bien? -frunció el ceño.

- Nada, no te preocupes… -musitó removiéndose para incorporarse.

- Espera, espera, quizás no deberías moverte. Pudiste haberte golpeado la cabeza -puso los ojos en blanco y se sentó haciendo caso omiso de mi sugerencia.

- Estoy bien, solo fue un golpe -explicó. Se incorporó y yo apoyé mi mano en su espalda por si perdía la fuerza.

- ¿Qué sucedió? -volví a preguntar.

- No estoy segura… -murmuró poniéndose de pie sosteniéndose de mi brazo.

- Quizás te tropezaste con la sabana -sugerí.

- ¡Sí! Sí, de seguro fue eso -levanté una ceja y la miré con curiosidad. La conocía lo suficiente como para saber cuando estaba mintiéndome-. O quizás me bajó el azúcar -agregó desviando la mirada.

- Creo que deberíamos ir al médico -sentencié, rodó los ojos de nuevo.

- Hay, por favor… es un poco exagerado, ¿no te parece? Solo me tropecé, Will -musitó entré dientes y levantó la sábana para caminar al teléfono sin tropezarse con ella.

Levantó el tubo y marcó rápidamente el número del restorán mientras yo la seguía con la mirada, aún preocupado porque fuera a caerse de nuevo.

- Hola, ¿Berni? -saludó amablemente. De seguro llamaba siempre a ese lugar-. ¿A qué te refieres? -hizo una pausa mientras su interlocutor hablaba-. Oh, si, si, quería cambiar la orden -murmuró. Entonces ya había llamado. Levanté una ceja y ella desvió la mirada-. Agrégale una de pepperoni, ¿sí? … Perfecto, gracias Berni, saludos a Peny -sonrió y colgó el teléfono.

Sólo la miré con curiosidad.

- ¿Ya habías llamado? -pregunté.

- Ajá. Pero creí que serían mejor dos pizzas en vez de una, ¿no? Te ves hambriento.

Buscó un par de cosas en un cajón y luego se dirigió hacia la puerta. Cuando pasó a mi lado me plantó un beso en los labios antes de salir. La seguí y cerré la puerta al salir para volver a mi departamento.

11 comentarios:

  1. waaaaaaaa soy la primeraa!!
    en fin k me encantoo
    me dejate con la intrigaa ;)
    a ver que pasa en el proximoo
    sigue escribiendoo
    bsss!!

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  2. mmm que bueno mmm pero me preocupa q paso?¿ hay no me aguantooooo

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  3. Uuuy!
    No pare de leer hasta que no le vi fin!
    Dios Naty, empiezo a odiarte! jajaja XD Pero es un odio con fundamentos: Quiero otro capitulo! :D
    jajaja, pero te amo y te odio a la vez ¬¬, yo y mis raresas... XD

    Uuuy, ese Will, insasiable como si padre... :]

    Gracias por este cpai, mi Naty, BL's n__n

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  4. ohhhhhh......que paso pobre meg

    ahora que tiene
    pero me encanta que alargues la historia
    asi nos tienes mas entretenidas
    jijiji
    eres un genio naty

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  5. Ahhhhhhhh!! sin parar que rico el poder de los inmortales no????
    Jajaajjaaajaajaajajaja
    me ha encantado el capitulo!!!!!!!
    bye!
    kiss!
    tk!

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  6. Sencillamente me encantó. Yo quiero un Will.. DIOS!!! horas y horas de sana diversion en pareja, jajaja.

    Como dicen: De tal palo, tal astilla... Will se parece mucho a su papi Jake.


    Saludos Naty.

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  7. Naty que tramsa ahora que sucede con la linda imprimacion de Will Dios no se cansan de amarsen aaaaah!! hermosoooooo Naty Hermooosoooo!!!
    me encanta como va este fic asi que ya quieor el siguiente gracias opr tus palabras
    I LOB FUCKIN GRIL

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  8. uyyyyyyyyyyyyyy..
    o queria parar de leerrrrr..rogaba y pedia que fuera el capitulo mas largo que pudiera llegar a leer en mi vida...jajaja
    no se si me gusta mucho la historia que no me cansaria nunca de leerrr..!!
    muy buen capituloo..
    la introga del finall..diossss...como mataa..!!
    q le habra pasadooo..??
    se habra desmayado por la baja de azucar..??
    por tanto sexoo desenfrenado :P ??? jajaja
    o estara embarzadaaaa..???
    yaaaaaaaaaaa...??
    OMG...!!!! no puedo esperar al proximo capituloooo
    besos enormessssssss..!!

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  9. Hola!
    Permiteme presentarme soy Catherine, administradora de un directorio de blogs, visité tu blog y está genial,
    me encantaría poner un link de tu blog en mis sitios web y así mis visitas puedan visitarlo tambien.
    Si estas de acuerdo no dudes en escribirme a munekitacat19@hotmail.com
    Exitos con tu blog.
    Un beso
    Catherine

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  10. maldita sea!!! odio no haber tenido internet
    por tanto tiempo jajaja NATY amiga
    me dejas sin palabras adoro el fic
    AMO A WILL y bueno MEG la odio solo por estar
    con el jajaja es un repudio estilo BELLA
    jajaja esta buenizimo mi NATY

    kiero UN WILL<3

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  11. eso de su demayo me suena demaciado a embarazo eh?! o tu que dices naty?
    sayo

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...