lunes, 21 de junio de 2010

Odio amarte "Cap 06" - Kokoro Black

Disclaimer: Adaptado en la novela: El ojo del tigre de Diana Palmer. Todos los personajes y nombres le pertenecen a Stephenie Meyer, aunque en las noches Jacob es mío, en el día Edward, y también me presta a Ian, a Jared y a Gabe… para los fines de semana… hahaha

MALDITA MEYER! PORQUE HACE HOMBRES TAN IRRESISTIBLES!



Odio amarte

Capítulo VI – Conociendo los rumores.



Poco después de medianoche, Jacob me llevó a casa. Aún seguía molesta por haber tenido que cenar con Edward observándome. ¿Habría sido una coincidencia o le habría contado mi padre dónde iba a llevarme Jacob? Tenía que averiguarlo.

—Lo he pasado muy bien —le dije a Jake cuando éste apagó el motor del auto delante de mi casa—. Gracias por la cena.

—Ha sido un placer —dijo él con sinceridad.

Se inclinó hacia mí lentamente, dándome tiempo para retroceder.

Pero no retrocedí. Me gustaba Jacob. Aquella noche me había servido como pantalla con Edward. Se lo debía. Sonreí y cerré los ojos.

Era agradable besarlo. Pero no era tan explosivo ni inquietante como besar a Edward. Edward. Nadie podría conmoverme como lo hacía Edward. No podía hacerle creer a Jake algo que no era cierto. Me eché para atrás con un suspiro.

Me acarició la cara y se encogió de hombros. Luego sonrió. No estaba enfadado.

—Eres una buena chica —dijo—. De todos modos, tienes que salir conmigo. Te proporcionaré todo tipo de información inútil y te dejaré boquiabierta con mi pericia como guía local.

Me eché a reír.

—¡Estás loco!

Él me agarró la mano y se llevó a los labios.

—No permitas que ese pelirrojo furioso vea esa mirada tuya, cariño —me aconsejó, asintiendo cuando me alteré—. ¡Oh, sí! Eres muy transparente a veces, señorita inocente. No creo que él se haya dado cuenta, porque entonces te tendría en el bote, Edward no se anda con rodeos.

Eso lo sabía mejor que él.

—Estás equivocado —repliqué con firmeza—. Estuve enamorada de él cuando tenía dieciocho años, pero ya pasó. Ya no siento nada.

—Claro que no —dijo él, burlándose de mí. Se inclinó y me besó en la frente.

—De todos modos ten cuidado. No me gustaría que te hicieran daño. Me gustas mucho, señorita enfermera.

—Eres una buena persona —murmuré.

—Lo intento, lo intento. Damos una fiesta en el jardín el sábado. Estás invitada. Te recogeré a las diez. Y no discutas. Considéralo como una clase particular —añadió perversamente,

—¿Y qué opinará tu familia de que invites a una empleada de los Cullen?

—¡Por amor de Dios! ¡No empieces con eso! De lo único que debes preocuparte es de no perder la cabeza mientras mantengas a raya a mis hermanas. Mi padre será fácil de manejar.

Soltó una risita.

—Le gustan las chicas bonitas.

—Bueno… Si a ti te parece, a mí también. Pero no quisiera avergonzarte, y tengo una lengua rápida.

—¿De verdad? ¡Enséñamela!

—¡No seas tonto!

Él se estiró lánguidamente, sonriendo aún.

—Bueno, es demasiado tarde para jugar ajedrez con tu padre. Será mejor que me vaya a mi solitaria cama a intentar dormir.

Me miró de reojo mientras yo agarraba la manivela de la puerta.

—¿Seguro que no puedes venir a compartir mi almohada, Bella? Puedes utilizar mi cepillo de dientes. Incluso, compartiríamos la colcha.

—Gracias, pero mi padre tiene una escopeta cargada.

—Retiro la invitación. Soy alérgico a los disparos de escopeta.

Me incliné y lo besé en la mejilla.

—Eres un hombre encantador. Me gustaría haberte conocido hace cinco años.

—A mí también. Buenas noches, amor. Hasta el sábado por la mañana. A las diez en punto.

—¡Espera! ¿Qué debo llevar?

—Algo femenino y ligero.

Lo vi alejarse preguntándome qué rayos significaba "ligero". ¿Un vestido de cóctel? Sonreí maliciosamente mientras entraba en mi casa. ¿Un camisón?

Mi padre ya se había acostado. Tendría que esperar a la mañana siguiente para preguntarle si le había dicho a Edward adónde iba a ir con Jacob. No supe en qué momento me perdí en el mundo de los sueños. A la mañana siguiente me levanté muy temprano, casi no había podido dormir, recordé que quería preguntarle a papá lo de Edward, pero al bajar las escaleras para desayunar, me encontré con Edward sentado en la cocina con mi padre, tomando café.

—Bueno, ya era hora —musitó Edward, mirándome—. ¡Bonita manera de tratar a un hombre herido! ¡Hacerle esperar mientras tú duermes después de tu apasionada cita!

Apenas eran las seis de la mañana. Estaba medio dormida, despeinada, sin maquillar y llevaba mi vieja bata verde encima del camisón transparente.

—¿Qué hombre herido? ¿Y qué haces tú aquí?

—Tu padre. Mira al pobre hombre. Está tan débil por el hambre que apenas puede tenerse sentado.

Mi padre lo estaba pasando de lo grande. Lo miré.

—¿Débil por el hambre? ¡Tonterías! ¿Desde cuándo eres su guardián?

—Alguien tiene que protegerle de su descastada hija —repuso Edward obstinadamente—. ¿Siempre duermes así?

Me sonrojé furiosamente y me volteé para comenzar a preparar el desayuno.

—¿Estás aquí para criticarme o para desayunar? —le pregunté mientras comenzaba a freír tocino.

—Para desayunar —contestó Edward—. Estoy muerto de hambre. Eli se ha torcido un tobillo y no puede andar. Y Heidi no se levanta hasta las once.

—¿Dónde está tu padre?

—Se ha ido a El Granero Rojo a desayunar.

—¿De verdad? Me asombra que no le hayas traído contigo.

—Le invité. Pero no quiso abusar.

Sentí deseos de tirarle algo. Y mi padre nos oía tranquilamente tomándose el café. ¡Hombres!

—Me gustan los huevos fritos —señaló Edward cuando empecé a batir varios en un cuenco.

—¿De verdad? ¡Qué bien!

Seguí rompiendo huevos y echándolos en el cuenco.

—¿Siempre es tan antipática por las mañanas? —le preguntó Edward a mi padre.

—No, en absoluto —replicó mi padre—. Es muy alegre.

—Entonces debe ser por mí —dijo Edward con un suspiro.

Me observó mientras me movía entre las sartenes. Edward llevaba sus ropas de trabajo; vaqueros y una camisa. Deseé que no la llevara a medio abrochar. Su pecho semidesnudo me distraía de mi tarea de hacer tostadas.

—Tostadas —suspiró Edward, apoyando los antebrazos en la mesa—. Nadie las hace como tú, Bella.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunté, echando un vistazo por encima del hombro mientras cortaba el pan y lo ponía en una sartén.

—Suelo venir a tomar café con tu padre. Después de marcharte tú, desde luego, pero generalmente quedan tostadas. Me encanta cómo las haces.

Me disgustó que su comentario me complaciera tanto. Contuve una sonrisa. Edward y mi padre comenzaron a hablar y puse la mesa y terminé de cocinar.

Cuando acabé, coloqué la comida sobre la mesa y me dirigí a la puerta.

—¿Dónde vas? —preguntó Edward.

—A vestirme.

—Se enfriara todo —riñó mi padre—. ¡Por amor de Dios! Siéntate. Vas decentemente cubierta.

—Opino lo mismo —le secundó Edward—. Siéntate mujer, no me inflamaras de pasión. Tengo fuerza de voluntad.

Cometí el error de mirarlo a los ojos en aquel instante, con los recuerdos del picnic del domingo reflejados en la cara. La mirada que intercambiamos me hizo estremecer. Afortunadamente, mi padre estaba ocupado untando mantequilla en el pan. Aparté la mirada y me senté enfrente de Edward. Al servir el café, me temblaron las manos.

—Trae.

Sus dedos me acariciaron las manos antes de quitarme la cafetera y sus ojos verdes buscaron mi mirada.

—¿Lo pasaste bien anoche? —preguntó con voz suave.

—La comida era deliciosa. ¿No opinas lo mismo?

—Sí.

—¿Le gustó a la señorita Volturi?

Él se agitó en su silla incomodo.

—No le gusta la comida francesa.

—Entonces, ¿por qué la llevaste a un restaurante francés?

—No me lo dijo hasta que era demasiado tarde.

Deseaba preguntarle si sabía que Jacob y yo íbamos a estar allí. Pero me faltó valor. Me concentré en mi desayuno, dejando hablar a los hombres de los asuntos de la granja.

Cuando terminamos, recogí la mesa y dejé los platos en remojo mientras me vestía.

—Tengo prisa. Entro a las siete y media—comenté secándome las manos.

—¿Se terminara el mundo si llegas unos minutos tarde? —gruñó Edward, como si no quisiera que me marchara.

—No, pero mi trabajo podría terminarse —repliqué—. A diferencia de usted, señor Cullen, yo tengo que trabajar para vivir.

—¡Bella!—exclamó mi padre.

—Es cierto —le dijo Edward—. Bella y yo llevamos años peleándonos. ¿No lo habías notado?

—Sí —replicó papá.

Edward bebió su café tranquilamente.

—¿Te gustaría ir a navegar conmigo el sábado? —preguntó inesperadamente.

Lo miré boquiabierta.

—¿Yo? ¡Dios mío! ¡últimamente estás muy sociable con tus empleados!

—¡Bella! —gimió mi padre, ocultando la cara en las manos.

—Me gustan mis empleados —repuso Edward—. ¿Y harás el favor de dejar de avergonzar a tu padre?

—Al fin y al cabo, es mi padre. ¡Puedo hacerle avergonzarse si me da la gana!

—¿Vendrás a navegar o no? —insistió.

—No me gusta navegar.

—¡Fuiste con Black!

—Me gusta Jacob. Preferiría pescar o pasear. Pero fui a navegar con él porque me gusta su compañía, La tuya no. ¡Y sabes por qué!

Él me miraba fijamente mientras papá nos observaba con curiosidad.

—Además —musité, apartando la mirada—, Jacob me ha invitado a una fiesta en su jardín el sábado por la mañana.

—¿En su casa?

Lo miré.

—Estarán presentes sus hermanas, además de otros invitados. Y antes de que me lo preguntes, te diré que no, no lo ha hecho colgado de las ramas de un árbol. ¡Se lo pregunté y me contestó!

—¡Dios mío!

Papá se cubrió la cara otra vez, moviendo la cabeza.

—¿En qué he fallado con ella?

—¿Quieres callarte? —le dije a mi padre. Luego volví mi enfadada mirada a Edward—. ¿Ves lo que has conseguido?

—¿Cómo puedes preguntarle algo así? ¡Le darás ideas! —exclamó Edward colérico.

—¿A papá?

—¡A Black! ¡Lo sabes perfectamente bien!

Edward estaba furioso. La cara se le había puesto tan roja como su pelo.

—¿Intentó algo anoche?

—¿Y tú? —repuse.

Él cada vez estaba más furioso.

—Escucha, Bella, te vas a meter en líos si sigues con ese mujeriego.

—Papá, ¿por qué no le dices que mi padre eres tú y que no tiene derecho a interrogarme así? —me quejé.

Papá sonrió.

—Está haciéndolo muy bien, cariño.

Levanté las manos.

—¡Me voy a trabajar!

—¿Huyes? —me provocó Edward.

—¡Por supuesto!

Subí a mi cuarto, me puse el uniforme y me medio maquillé. Cuando volví a la cocina con la toca en la mano, Edward seguía sentado allí.

—Tienes un aspecto estupendo, pequeña —comentó después de mirarme aprobadoramente—. Pareces un ángel de misericordia.

Apreté los dientes y me sonrojé.

—Llegaré tarde si no me doy prosa —musité, inclinándome a besar a mi padre en la mejilla—. Hasta luego.

—¿No me besas a mí también? —preguntó Edward.

—Sólo beso a la familia.

—¿Y a los primos muy lejanos? Iré corriendo ahora mismo a investigar la historia familiar.

Le saqué la lengua.

—¡Bruto!

—Que pases un buen día, cariño —me deseó papá mientras salía.

Yo le deseé lo mismo sin mirar a Edward y corrí hacia mi coche. No creía que fuera capaz de seguirme, pero no iba a darle ninguna ventaja.

Fue un día muy largo. Hubo una urgencia tras otra, y al final de mi turno estaba agotada. Jacob me llamó aquella noche y el cansancio apenas me permitió hablar con él. El resto de la semana estuve igualmente ocupada. En cierto modo, fue una bendición porque así no tuve tiempo de pensar en Edward. No había acudido el jueves a jugar ajedrez con mi padre debido a una reunión de negocios. Estaba ansiosa de que llegara el fin de semana para descansar.

El viernes por la tarde salí con Alice para comprarme algo ligero para la fiesta en casa de Jake.

—Esto se está convirtiendo en el ritual de los sábados —dijo Alice riéndose mientras recorríamos el enorme almacén.

—Sí, lo sé —suspiré—. Espero no quedarme sin dinero antes de que se agoten los sitios a los que Jake quiere llevarme. No me entusiasma esta fiesta. No conozco a nadie de los que van a ir.

—Eres tan buena como cualquiera —me recordó Alice—. No lo olvides.

—Lo intento. Si no me gustara tanto Jake, no iría. Es un hombre encantador, pero nuestra relación no va a ser nada serio. No suenan campanillas.

—Las campanillas son ruidosas —dijo Alice con firmeza—. Debes buscar seguridad. ¡Por amor de Dios, Bella! ¡Las campanillas pueden comprarse!

Me reí del espíritu práctico de mi amiga.

—¿Qué haría yo sin ti?

—No intentemos averiguarlo. Éste es un bonito vestido —dijo, llevándome hasta una túnica de algodón blanca y morada con muchos volantes.

Destacaba "mis bonitas y largas piernas" según Alice, me daba un aspecto de ingenua.

—Éste es —dijo Alice con seguridad—. Ahora a pagar antes de que mires la etiqueta del precio. ¿De acuerdo?

Fue lo mejor que pude hacer, porque costaba la mitad de mi sueldo de una semana. Pero siempre podría utilizarlo para asistir a barbacoas o a meriendas y a otros acontecimientos sociales, como ser presentada a alguna Reina si alguna vez pasaba por Washington. Se lo dije a Alice y mi amiga se retorció de risa.

—Puedes ponértelo para ir a la iglesia, ¿no? Además, imagina ¡cuántas cabezas se volverían si aparecieras con ese vestido!

Suspiré. La única cabeza que me importaba era una pelirroja. Probablemente acabaría casándose con la joven Italiana. La idea me deprimió y para animarme, invité a Alice a tomar una enorme banana Split en una heladería cercana.

A la mañana siguiente, Jacob pasó a recogerme a las diez. Estaba tan nerviosa que casi me eché atrás.

—Todo saldrá bien —me aseguró él—. Estás preciosa, tonta, y yo estaré a tu lado todo el tiempo. ¿De acuerdo?

—De acuerdo. Pero, por favor, no me dejes sola.

—No te dejaré —prometió él—. Vamos.

Mi padre no estaba. No le había visto desde que me había levantado. Le dejé una nota y salí acompañada por Jake.

La casa de Jacob era maravillosa. Era casi tan grande como la de los Cullen y se erguía de una enorme extensión de césped rodeada por vallas blancas y caballos de carreras.

—¿Te gusta? —preguntó Jake mientras aparcaba detrás de un Rolls, cerca de la enorme casa de ladrillos rojo.

—Es maravilloso, sobre todo los jardines.

—Espera a ver el patio trasero —musitó él, escoltándome hacia el mismo.

La realidad superaba todo lo que había imaginado. Habían instalado carpas por todas partes. Las damas, con vestidos ligeros, estaban acompañadas por caballeros elegantemente vestidos con caras prendas informales. Al fondo había una enorme piscina de tamaño olímpico. Todos tenían muy buen aspecto y mi aparición no causó ningún revuelo. Los invitados no parecían escandalizados porque hubiera sido invitada la hija del carpintero.

—¿Lo ves? Son como todo el mundo —bromeó Jake, agarrándome de la mano.

—Supongo.

Eché un preocupado vistazo a mí alrededor. Mi mirada se detuvo en unas jóvenes gemelas morenas. Ambas vestían exquisitamente y me estaban mirando con odio.

—Jake, ésas deben de ser tus hermanas, ¿no?

Él volteó la cabeza y sonrió falsamente. Apretó mi mano.

—Ignóralas —dijo con expresión irritada—. Nunca les gusta nadie que traigo yo. No te lo tomes como algo personal. Les aterra que pueda casarme porque ellas perderían el control de la casa.

—Vamos a conocerlas. Me encantan las películas bélicas.

Él se echó a reír entusiasmado.

—Eres una pequeña guerrera. Está bien. Vamos allá.

Sentía pavor, pero no estaba dispuesta a estar incomoda toda la mañana. Durante mis cuatro años como enfermera había aprendido a tratar con la gente.

Sonreí ampliamente a ambas mujeres y me divirtió la sorpresa que se reflejó en sus caras perfectamente maquilladas.

—¿Ésta es tu invitada? —le preguntó una de las Black a su hermano, mirando desdeñosamente mi vestido—. ¿No te conozco, querida? —añadió con una sonrisa ligeramente maliciosa mientras su gemela nos observaba con un brillo similar en los ojos—. Eres la hija del carpintero de los Cullen, ¿no?

—¡Dios mío! ¡Así es! —contesté arrastrando las palabras—. Y ustedes deben ser la familia de Jake.

Tomé la mano de la hermana que me había hablado y la estreché firmemente.

—¡Estoy encantadísima de conocerlas! No puedo decirles cómo me quedé cuando Jacob me invitó. ¡Imagínense! ¡Una pobrecita como yo en un sitio tan increíble como éste! Haré un gran esfuerzo para no sorber la sopa y para no limpiarme la boca con la manga. ¿Eso es una piscina de verdad? ¡Ustedes deben de ser asquerosamente ricos!

Las hermanas estaban boquiabiertas. Jacob estaba doblado de la risa.

—¡Me chiflan las fiestas! —continué, con toda desenvoltura—. ¿Estará mal si me desnudo y me baño en ropa interior? No he traído traje de baño.

La que me sostenía la mano carraspeó.

—Yo…

Miró irritada a su hermano…

—¿Jacob?

Él se enderezó con lágrimas en los ojos.

—Rachel, no tienes nada que hacer con Bella —dijo, secándose las lágrimas—. Ya me has oído hablar de ella. Por favor, ignora sus atroces modales —añadió, dándome un tirón del pelo—. El aire fresco de la mañana le ha afectado el cerebro. Bella, cariño, éstas son mis hermanas Rachel y Rebecca.

—Debo disculparme por mis atroces modales, si no te importa —dije con firmeza. Me dirigí a las dos mujeres, sonriéndoles maliciosamente—. Estoy encantada de conocerlas. Y no deben preocuparse. No voy a bañarme en ropa interior. En realidad, no sé nadar.

Rachel parecía muy agitada. Su hermana parecía divertirse.

—Encantada de conocerte, Bella Swan —dijo Rebecca con una sonrisa—. Felicidades. Acabas de pasar la prueba de fuego. ¿Verdad, Rachel?

Reí encantada y estreché la mano que Rebecca me tendía.

—Lamento haberme pasado un poco —me disculpé—. He tenido una semana espantosa. Además, estaba asustada.

—Bella es enfermera —les informó Jake orgullosamente, acercándose a mí.

—Estoy impresionada —dijo Rachel, y parecía sincera—. Vete, Jake y déjanos hablar con la señorita Swan.

—No la intimides —le advirtió a su hermana—. Me gusta.

—Yo nunca intimido a la gente —fue la indignada replica—. ¡Lárgate!

Jacob me besó en la mejilla y, con las manos en los bolsillos, se unió a un grupo de hombres.

—Siéntate, querida —dijo Rachel, guiándome hasta una sombrilla, cerca de la piscina.

Junto a nosotras pasó un camarero con una bandeja de vasos con limonada helada. Rachel tomó tres vasos y se sentó a la sombra, abanicándose la cara con la mano.

—Hoy es un día bastante soleado. Siento como si el sol fuera derretirme la cara.

—¡Cómo eres exagerada! —exclamó Rebecca.

—Es la verdad. Tengo muchas ganas de irme de este clima raro y viajar al Caribe. Hace calor pero por lo menos es constante y sé a qué atenerme.

—¿Vas a casarte con Jake? —preguntó Rebecca bruscamente.

Sonreí.

—No.

—Comprendo —murmuró Rebecca con una sonrisa maliciosa.

—No, no creo que lo comprendas —repliqué—. Yo no tengo aventurillas. Ni siquiera con hombres ricos. Tu hermano me gusta mucho, pero no lo suficiente para casarme. Estoy interesada en mi profesión, no en el matrimonio.

—Bueno, nunca se sabe —intervino Rachel sonriendo—. Es cuestión de encontrar a la persona adecuada. ¿Qué tiene de malo mi hermano? ¿No es lo bastante bueno para ti?

—Es maravilloso —dije con sinceridad—. Me gustaría haberle conocido hace unos años. Pero merece una mujer que lo ame por entero. Yo no puedo.

—Es culpa tuya —le dijo Rebecca a Rachel—. Si no la hubieras insultado cuando llegó…

Rachel se sonrojó.

—Ya sabes la clase de mujeres que suele tratar Jake —confesó con pesar—. Y bueno… Hace unos años hubo rumores sobre ti…

Me sonrojé profundamente.

Tuve que morderme la lengua para no responder bruscamente.

—¿Qué clase de rumores? —pregunté tan educadamente como pude.

—Sobre ti y Edward Cullen —contestó Rebecca—. Tanya te acusó de ser la responsable de su ruptura. Le acusó de haber tenido una aventura contigo.

—¡Es falso! —exclamé.

Y lo era. Había hecho el amor con él una vez, pero aquello no constituía una aventura.

—Edward salió conmigo una vez para darle celos. Le salió bien. Al día siguiente, se comprometieron y yo me marché a estudiar a Phoenix aquella misma semana. Eso es todo lo que ocurrió.

Las hermanas sonrieron tristemente.

—Lo siento muchísimo —dijo Rachel—. De haberte conocido, no habría creído los rumores. La familia tiende a proteger a la familia. Tal vez demasiado. Aunque debo admitir que su elección en este caso me parece muy bien.

Me ofreció un palto de aperitivos de queso.

—Toma algo. ¿De verdad no te gustaría casarte con Jake?

—Nosotras nos encargaríamos de todo —añadió Rebecca son una sonrisa—. Tú sólo tendrías que decir sí ante el altar. El resto sería cosa nuestra.

Me reí suavemente. La conversación se dirigió gradualmente a otros temas y descubrí que las dos mujeres eran encantadoras. No tenían nada que ver con lo que me habían parecido al principio. Cuando Jake volvió, sentía como si las conociera desde hacía años.

—¿Aún tienes el cuero cabelludo en su sitio, Bells? —bromeó Jake.

—Todos los pelos en su sitio —respondí animadamente—. Para ser ricas, son encantadoras —añadí, sonriendo maliciosamente a las dos mujeres.

—Y ella no está nada mal… para ser una chica trabajadora —declaró Rebecca—. Estamos intentando convencerla de que se case contigo y nos libre de ti.

Jacob se sonrojó.

—Bueno…

—No te preocupes —le aseguré—. Me he negado. Estás totalmente a salvo.

—¡Fiu!

Se pasó una mano por la frente como si se limpiara el sudor.

—¡Y yo que temía por mi libertad!

Me sonrió.

—En realidad, ya sabes que no me importaría casarme contigo.

—Si te importaría. Ronco y no sé hornear pan.

—Puedes contratar a una cocinera —intervino Rachel, agitando un dedo en dirección a su hermano—. ¡No aceptes un no por respuesta, muchacho!

—No, señorita —replicó él, ayudando a levantarme—. Ahora tendrás que casarte conmigo. Mis hermanas te han aceptado.

—Rachel se pondrá a gritar si no paseamos —dijo Rebecca, levantándose.

—Sí, necesito agarrar aire. Jake, preséntale a Bella al príncipe árabe. ¡No debe perdérselo!

—Hasta luego —dije por encima del hombro mientras Jake me agarraba de la mano y me llevaba hacia la ponchera—. Me agradan tus hermanas.

—Me alegro. Después del recibimiento de Rachel, estaba preocupado. Me hubiera gustado que me tragara la tierra. No es una relamida, de verdad. Pero…

—Ella me lo ha explicado.

No sabía nada de los rumores que habían corrido. Mi padre nunca me había dicho nada. Claro que él no se movía en aquellos círculos, pero…

¡Qué terrible debió ser para Edward que su intento de poner celosa a Tanya terminara de aquella manera! Pero, ¿por qué habría esperado dos meses para romper su compromiso y acusarme de haber tenido una aventura con Edward? No tenía sentido. Pobre Edward. Sus manipulaciones habían dañado dos vidas, la suya propia y la mía.

—¿Te habló de los rumores? —preguntó Jacob sin mirarme.

—¿Los conocías?

Él me miró.

—Sí. Todo el condado de Olympia lo sabía, gracias a Tanya. Estaba furiosa por haberle perdido.

—¡Pero si fue ella la que rompió el compromiso!

—Eso es lo que la gente cree. Pero yo conozco a Edward y conozco a Tanya. Y te aseguro que fue él quien rompió.

Me mordí el labio inferior mientras caminábamos.

—¿Por qué?

—Tal vez le remordía la consciencia, Bella. Se portó muy mal contigo.

—Al parecer, estás muy enterado.

—Tú no te acuerdas, pero yo estaba en el club Crescent la noche que Edward te llevó allí. Le había visto en acción en otras ocasiones y vi cómo lo mirabas. Es una suposición querida, pero yo diría que aquella noche te sedujo.

Me puse lívida y Jacob supo que había dado en el blanco.

—He acertado, ¿verdad? Consiguió lo que quería. Pero luego descubrió que Tanya no lo quería a él, sino a su dinero. Todos lo sabían, menos Edward. Estaba ciego en todo lo que se refería a ella. Pero yo tengo la impresión de que lo que te hizo le abrió los ojos. Después de aquello cambió. Apenas ha salido con nadie desde entonces. Dicen que ahora lleva una vida tranquila. Su reputación de mujeriego pertenece al pasado.

No podía mirar a Jacob. Me sentía demasiado avergonzada de que él hubiera adivinado lo ocurrido.

Jake me acarició la mejilla y me obligó a mirarlo.

—No te preocupes. Será nuestro secreto. No se lo contare a nadie más.

Me tranquilicé un poco.

—Fue hace tanto tiempo… Aún me quedan cicatrices, pero ya no estoy enamorada.

—Eso es lo que tú dices, Bella. Pero cuando lo miras, los ojos te traicionan. Lo miras como si te estuvieras muriendo de ganas de tenerle.

Sonrió con ternura.

—Y si el capta esa mirada, estarás perdida, Bells. Porque a él le ocurre lo mismo.

—Será su consciencia.

—Tal vez sí, tal vez no. Edward se ha pasado la vida manipulando a la gente. ¿Qué te parece si le pagamos con su misma moneda?

Lo miré sin comprender.

—¿Cómo?

—Iremos juntos a todas partes, nos convertiremos en una pareja habitual. Acudiremos a su restaurante favorito, al embarcadero, lo haremos todo menos anticipar nuestros planes futuros y le veremos sudar.

—Él no…

—Te apuesto lo que quieras.

Titubeé.

—¿Por qué harías algo así por mí?

—Porque me gustas, Bells. Me gustaría casarme contigo y cuidarte el resto de mi vida, pero sé que no puedes ofrecerme tu corazón. En consecuencia, te ayudare a conseguir lo que deseas.

—¿Y qué es lo que deseo?

—Venganza. O cierta satisfacción. Lo que sea. Vamos, Bells. Mis hermanas nos ayudaran.

—Bueno…

Había ciertas posibilidades y sería divertido. Sonreí.

—De acuerdo.

—Buena chica.

Me besó en la mejilla.

—Vamos a conocer el dichoso príncipe árabe.

Confiaba en que no nos saliera el tiro por la culata. Sería divertido manipular a Edward un poquito, pero no quería quedar atrapada. Con una vez bastaba.


Espero les haya gustado el capí. Millones de besos mordelones. ¿aullidos?

18 comentarios:

  1. Hay koko, esta historia la espero siempre como aguita de mayo, ajajajaajaj
    Y es que me encanta, pero ya no puedo aguantar la incertidumbre, de por que Edward hizo lo que hizo con Bella en el pasado, no se me tiene desconcertada , algo sucedio para que se comportara asi, ¿y si no fue tan malo? jajajajajajajaj
    divagando, como siempre, mi cabeza no da mas de si, jajajajajaj
    Bueno cariño gracias por regalarme tus palabritas y por darme estas hitorias tan bellas, eres un amor
    Ya sabes y si no lo sabes te lo digo , que endulzas y emocionas mis dias con historias como esta, que espero el lunes como el que espera la tercera entrega de Twilight, jajajajajaj
    Un beso y cuidate
    Irene /esperado anochecer

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  2. Me encanta este Fic, lo espero impaciente cada lunes, cada capitulo me engancha un poquito más.Saludos!!!

    Miyoko.

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  3. holaaa koko muasskk nna, por un momento crei que se apareceria de nuevo Edward en la fiesta jijiji pero ya seria mucho. Espero que sufra poquito koko plisss no me lo martirizes muacho linda muaskk estuvo interesante :)

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  4. Mi Koko, me encanta este fic, estoy loca por ver a Edward sufrir, yo lo adoro, pero por perro, debe sufrir un poco antes de ser perdonado, me encanta a idea maqueavelica de Jacob, siempre me ha robado el corazon, pero soy como Bella, enamorada de Edward y queriendo a Jacob, jajaja!!

    Cariños, Shandra

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  5. Estuvo magnifico bueno me encantoooooooo
    espero que bella llegue a hacer eso con ed estaria magnifico.

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  6. Andrea:

    AUUUU!!
    amo esta historia, no se si comprendi bien, pero acaso bella se casara con Jake a cambio de venganza contra edward?, espero que si, por una vez me gustaria que Jake ganara, seria un final unico, de esos que aunque no sean felices por siempre te atrapan mas a que si lo hubieran sido, porque pue no se se vuelven repetitivos en cambio esto seria un giro de 360º =) jaja no puedo esperar para ver que pasa

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  7. Aaaaaaahhh!!!! Koko... genial, muy, muy bueno. Pobre Edward si Bella sola lo estaba haciendo sentir mal, ahora con Jake de ayudante, pobrecito.. yo lo consuelo :P

    Que bueno que ya regresaste, ansiaba una actualizacion de esta historia, gracias, hermosa.

    Besos espero el proximo, bye.

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  8. ME VUELVE LOCA ESTA HISTORIA ME FASCINA SISISIS !!!PERO NO ME GUSTA COMO LO HACE SUFRIR A ED YA NO?

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  9. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    me dejo sin palabras....coerente
    xke todo lo ke sale de mi boca ahorita son gritos
    no lo puedo creer
    jacob es un genio
    el lo entendio
    no presiono las cosas
    no se dejo llevar
    lo esta tomando con seriedad, ademas de darse cuanta de una causa perdida
    y eso enserio ke me gusto
    uhhhhh celos a edward!!!!
    eso si ke me gusta
    una pareja normal...fuera de lo comun
    eso me gusta
    y la demostracion de "madures" de bella con las hermanas de jacob me gusto
    fue como un kien vive!!1
    jajaj
    y el dichoso principe arabe...jajaj un relleno mas
    pero el desayuno fue insuperable
    edward asi o mas ovio enfrente de charlie
    jajaj se me hace ke charlie sabe mas de lo ke aparenta
    sera verdad?
    ke pasara en el siguiente cao?
    nos dejaras mucho tiempo en ascuas?
    xke sigo gritando? jajaj

    besos
    bye
    tkm

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  10. Mierda y doble mierda quede!!! como rumores no por poco medio continenete seenterooo pobre bells bueno Edwar se merece un poco de su propia medicinaaaa no aaaaa Kokoro sos una genioooo te a mooooooo aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!!!!!!!!!!

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  11. por dios kokoro me encanto el capiii saltan tantas chispas entre ellos q me encanta. a proposito pobre edward seguro se le pone el pelo blanco de
    la frustracion jajaja. ahhh ahora q pienso seguro hay mas peleas etre el y bella ..me encanta!!!

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  12. hola kokoro
    que capitulo, ufff, buenisimo.
    me gusta mucho la actitud de charlie, creo que este ayudara a edward jaja.
    y jacob sabe que no tiene nada que hacer con bella, ella esta enamorada de edward, asi que ese plan que tiene para torturar a edward me gusta mucho jaja.
    aunque claro que sufra muy poco edward por favor.
    besos guapa

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  13. Llego casi de ultimo pero he llegado xDU!!!
    Me ha encantado el capi bien merecido lo tiene Edward juuu que sufra un poco u.u

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  14. simplemente fascinante el capitulo ya espero el otro para ver que va a pasar el la fiesta y que va a hacer Bella con edward

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  15. amoooo esta novela espero muy ansiosa el proximo cap por favor decinos cuando subis!!!!!! un poquito de su propia medicina no le vendria mal a edward

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  16. jajajajaj pobresillo de mi edwarddd
    lo aran sufrir mucho mmmmm k mal
    por fin tengoo de leertee koko
    me enkantra me enkanta y me enkantaa

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...