sábado, 12 de junio de 2010

Herencia Maldita - Cap 6 - Naty Celeste

Disclaimer: La Saga Twilight y los personajes originales son de la increíble Sthephenie Meyer, los personajes adicionales y la historia son mias (ojalá eso no sea algo malo XD)

Summary: El nunca quiso esto, todo lo que deseaba era ser normal, pero eso no era lo que el destino le deparaba al hijo de una híbrida y un licántropo.

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Capítulo 6: Amigos

Volví a sonreír como en un comercial de pasta dental para intentar que no notara lo mucho que me dolía lo que me decía.

- Meg… -intenté tranquilizarla, parecía que estaba a punto de romper a llorar, y eso seguro que no podría soportarlo- No es necesario que… salgamos. Quiero decir, podemos ser sólo amigos -le dije alejándome un poco-. No tienes por qué estar interesada.

- ¡No! No es eso -aseguró rápidamente. Me sobresalté por el volumen de su voz-. Es sólo… -hizo una pausa y suspiro- No es eso… -repitió luego.

Quise ser capaz de darle algún tipo de explicación, de hacerle saber el por qué de la atracción que me había demostrado que sentía… todo lo que me moría por hacerle saber, pero que en definitiva yo tampoco entendía. La conocía hacía a penas dos días, y ya estaba listo para arrojarme de un edificio si me lo pedía. Ugh… hasta aquí con lo de evitar imprimar -pensé. Definitivamente no podía explicárselo, ¿qué clase de lógica tenía?

- Todo está bien -le aseguré con aparente despreocupación, encogiéndome de hombros. Asintió lentamente después de mirarme por un segundo, y luego pareció recordar lo que hacía en la cocina.

- ¡Oh, cierto! ¡Necesitas algo para la fiebre! -casi gritó. La detuve levantando una mano en su dirección.

- De hecho, creo que mejor sólo me acuesto un rato, no te preocupes… -asintió de nuevo, esta vez con algo mas de preocupación en sus grandes ojos-. ¿Qué te parece si dejamos el almuerzo para mañana? -sonrió con intención y miró por encima de mi hombro, a la pared encima de la puerta.

- De todos modos, no suelo almorzar a las cuatro de la tarde -seguí su mirada hasta el reloj, que marcaba las cuatro quince. Reí sin poder evitarlo. No tenía idea de en qué momento se me habían escapado las horas. Volví a mirarla-. Creo que mañana podría demostrarte mis habilidades culinarias -agregó contestando a mi pregunta.

- ¿No tienes que trabajar? -pregunté. Me había contado que trabajaba como ayudante en la biblioteca que se encontraba a unas calles del edificio.

- No… es algo así como un voluntariado -explicó-. A la señora Smith no le molestará si no me presento.

Sonreí de nuevo, asentí con la cabeza y comencé a alejarme dándole la espalda, temiendo que mi fachada se rompiera si pronunciaba una palabra más.

- Will… -murmuró. Volteé la cabeza para mirarla-. Gracias por no hacer preguntas -dijo en voz muy baja. Tragué en seco para aclarar mi voz.

- Todo el mundo tiene secretos -contesté fingiendo de nuevo una sonrisa digna de las páginas de un catálogo. Lamentablemente para mí, el suyo era un desarrollado sentido de autoconservación. Algo le decía que no debía enamorarse de un… de lo que yo era. Y aunque yo sabía que era lo mejor, eso no quitaba que doliera como mil demonios.

Cuando entré a mi departamento apoyé la espalda en una pared cercana y me dejé caer sentándome en el piso y tomándome la cabeza con las manos. Otra vez sentía las mentes de los demás taladrándome los sesos. No las escuchaba más alto de lo normal, pero Meg tenía algo que hacía que se callaran. Como si ella pudiera darme un respiro, un momento de silencio entre tantos de bullicio. Era muy extraño, pero estando con ella me sentía más normal de lo que nunca lo había hecho.

A partir de entonces, y a pesar de todo, nos volvimos inseparables. De hecho, pasaba con ella todo el tiempo que me era posible. Sólo una semana después de conocernos, ya lo sabía todo sobre sus gustos e intereses. Resultó ser una cocinera impresionante, así que la mayor parte del tiempo me la pasaba viéndola cocinar y haciendo esfuerzos sobrehumanos para intentar ayudarla sin que nada terminara incendiándose.

Ella adoraba hacerlo, y en realidad se molestaba cuando yo no lograba hacer bien ni las tareas más simples. Tenía muchísimo carácter y era increíblemente terca, así que chocábamos bastante, pero siempre tenía una forma de hacerme entender sus opiniones. Nadie había podido lograr eso antes conmigo.

Ambos éramos testarudos, pero no había demasiadas oportunidades de ganar una discusión cuando peleabas contra tu impronta. Al parecer había un deseo subconsciente de darle la razón todo el tiempo, y eso contrastaba terriblemente con mi naturaleza.

- ¿Qué películas tienes? -pregunté levantándome de la mesa para pasear la mirada por los títulos de los pocos DVD’s que tenía junto al televisor.

- Elije la que quieras -concedió mientras levantaba su plato y lo llevaba a la cocina-. Te toca lavar -agregó después. Como ahora siempre comía con ella, habíamos llegado a un acuerdo: quien cocinaba, no lavaba los trastes. Razón por la cual siempre era yo quien lavaba.

- En un minuto, sólo déjame ver… -pasé mi dedo por el dorso de las cajas, leyendo los títulos en voz baja-. “Nothing Hill”…0 “The lake house”… “Ghost”… “Sleepless in Seattle”… -me reí con ganas- ¿Tienes aunque sea una película que nos ea para chicas?

Entrecerró los ojos y me hizo una mueca.

- Son buenas películas -replicó.

- No dije que fueran malas, sólo que eran para chicas.

- ¿Y?

- ¿Me ves aspecto de chica? -pregunté levantando las cejas. Pretendió meditarlo.

- Bueno, quizas con otro corte de cabello, algo de maquillaje… las corpiños con relleno hacen milagros hoy en día -me reí con ganas- Vamos… ¿Qué sucede muchachote? ¿Te da miedo ver un filme “para mujeres”? -preguntó con tono condescendiente y dibujando las comillas en el aire.

- No es eso -murmuré mirándolos de nuevo.

- ¿Entonces…? -insistió con tono soberbio. Solté una carcajada y saqué uno de la pequeña pila mostrándoselo.

- ¿“Titanic”? ¿Es en serio? -pregunté conteniendo la risa. Me puso mala cara y me quitó la caja de las manos, volviéndola a poner en su lugar.

- Bueno, pues si te sientes tan amenazado de ver una película romántica, entonces ¿qué propones que hagamos?

Me encogí de hombros ignorando su pequeño intento de provocación.

- ¿Qué tal si salimos? -frunció la boca un segundo.

- ¿A bailar? -preguntó.

- Sí, seguro, a donde quieras -aseguré. Sonrió y no evité devolverle el gesto.

- Perfecto. Tu lavas, yo me cambio -anunció. Asentí y ella se metió en la habitación mientras yo iba a la cocina. Cuando terminé de lavar los trastes me sequé las manos y me dirigí a mi departamento.

- ¡Volveré en un minuto! -anuncié antes de salir, para que supiera que ya no tenía mucho tiempo. No quería tener que esperarla por horas.

Me bañé rápidamente y me vestí con unos jeans nuevos y una camisa azul que era de las pocas que siempre conservaba. Volví en sólo unos quince minutos, pero para mi sorpresa, Meg ya estaba sentada en la mesa esperándome.

- ¿Por qué te tardaste? -preguntó con tono inocente mientras se descruzaba de piernas y se ponía de pie lentamente. Me quedé congelado con los ojos como platos y la boca abierta. De seguro sólo faltaba que babeara.

La miré muy lentamente desde los pies hasta la cabeza -quizás más de lo debido-. Llevaba unas botas cortas de taco fino, una minifalda justo del largo adecuado para que fuera sexy sin volverse vulgar, y una camisa negra ajustada a su cuerpo, que le marcaba la cintura y dejaba al descubierto parte de sus pechos, en un escote formado por los botones sin abrochar.

Tragué con dificultad y luego me aclaré la garganta en un intento de aclarar también mi mente. Había notado lo hermosa que era, pero jamás me había dado cuenta de lo sexy que podía verse.

- ¿Will? -me llamó, y noté que tenía los ojos clavados en sus piernas ¡Cielo Santo, que idiota!

- Sí, sí… lo siento ¿Qué decías? -soltó una risita tierna que me pareció increíblemente sensual y luego tomó su bolso y pasó a mi lado para salir del departamento. Tuve que apretar los dientes para evitar saltarle encima.

Tomamos un taxi hasta un bar que ella conocía. No parecía de mucha categoría, pero cualquier lugar estaba bien si ella estaba conmigo… y más todavía con ese atuendo.

Sólo unos segundos después de haber entrado al lugar, noté como se envaraba. Fruncí el ceño.

- ¿Estas bien? -le pregunté.

- Claro -no le creí, pero no me dio oportunidad de replicar-. ¿Por qué no vas a buscar algo para beber mientras voy al baño?

- Ok… ¿qué quieres?

- Una cerveza -contestó segura. Sonreí. Me agradaba que no fuera de las que pedían un “pezón resbaloso” o un “sexo en la playa”

Cuando estuve en la barra comencé a buscar lo que la había incomodado tanto. Un tipo estaba pensando en ella. Fijé la vista en él y luego algo más importante me distrajo. “Dios, ¿por qué tenía que pararse justo ahí? No puedo esquivarlo… bueno, de seguro si espero se irá, y además está con esa modelito de revista”

Era ella. Eran los pensamientos de Meg… hacía semanas que no la escuchaba. Me perdí por un momento en el tono de su mente y luego la escuché hablar en voz alta.

- ¡Ben! -entonces comencé a acercarme-. No te había visto, que gusto verte -mintió. La conocía. Podía decir que estaba a punto de llorar. ¡Maldición! Nadie debería tener el derecho de hacerla llorar. Las manos me temblaron, pero me controlé, ahora me necesitaba, no podía dejarme llevar por el instinto.

“No puedo creer que esté con esa-” Las palabras se le atropellaron en la mente y dejé de prestarle atención. Estaba muy ocupado quitando a la gente de mi camino.
Ella estaba de costado a mí, así que no me vio acercándome. Dejé las cervezas en una mesa que pasé y llegué justo cuando noté que la voz se le quebraría en el medio de otra frase cordial. De seguro el bastardo la había lastimado mucho, pero no podía pensar en descuartizarlo en ese momento.

- ¡Amor! -la llamé tomándola de la cintura para que volteara hacia mí. Cuando lo hizo, le guiñé el ojo que la pareja no podía ver. Era claro que el tipo era su ex, y quería sacarla de esa situación. Apoyé mi mano libre en su rostro y la miré a los ojos cuando soltó un largo pero disimulado suspiro de alivio-. Creí que te me habías escapado -dije cerca de su boca y luego planté un beso muy romántico en sus tiernos labios.

La noté envararse un poco al principio, pero luego siguió el juego y el beso se volvió un poco más recíproco. Aunque no era tanto un juego para mí. Sentía cómo mi corazón se rompería en cuanto tuviera que volver a la realidad.

- ¿Will? -tuve que apretar los puños para concentrarme. “No es real, no es real” me repetí.

- ¿Sí? -pregunté en tono inocente. Se alejó y miró a la pareja. A mí me costó dejar de mirarla a ella.

- Amor -imitó mi apodo improvisado-… él es Ben -me presentó señalando con la mano al tipo pálido y mal vestido-. Ben, él es Will.

Le estreché la mano con un poco más de fuerza que la necesaria y fingí estar apenado por lo descarado del beso.

- Lo siento, no los había visto -me excusé.

- Yo soy Lisa -se presentó la rubia, claramente molesta por que Ben no la hubiera incluido en la conversación.

Sólo asentí levemente casi sin mirarlos y luego volví mi vista a Meg. También ella fingía su sonrisa a la perfección, aunque yo sí podía ver a través de su fachada.

- Meg, ¿Te molestaría si nos vamos? No me estoy sintiendo muy bien -tenía que sacarla de allí, y pronto. Sus ojos reflejaron gratitud y alivio por una fracción de segundo, y luego volvió a su personaje.

- Claro que no, mi amor -contestó en un tono tan sexy que casi me lo creí.

- Perfecto -murmuré plantándole otro beso en la boca. Ya no era necesario, pero simplemente no logré resistirme.

Me despedí de la pareja diciendo nombres que sabía que no eran los correctos y salimos del lugar lo más rápido posible. Meg apenas respiraba, y en cuanto estuvimos afuera usó su inhalador y luego suspiró. En el trayecto a casa ninguno de los dos dijo nada. No le pregunté, y ella decidió no decirme nada. Pude ver en el reflejo del vidrio que lloraba mirando a través de la ventana del coche. Me moría por acercarme, por abrazarla, pero no creí que fuera lo apropiado. No parecía querer que me acercara. Jamás me había sentido tan inútil en toda mi vida.

Cuando salimos del elevador iba a acompañarla, pero levantó un poco la vista y habló en voz baja y cansada.

- Si no te molesta, creo que preferiría estar sola -dijo dudando un poco.

- Claro… -susurré- ¿Estás segura? -Tenía que preguntarle. Saber si lo que me pedía era que me mantuviera alejado. Asintió con la cabeza y casi me quejé en voz alta por su expresión. Se veía tan… débil-. ¿Estás bien? -pregunté sabiendo que no lo estaba.

- Seguro, sólo estoy cansada -mintió y luego abrió la puerta. Me di media vuelta y comencé a caminar-. ¿Will? -volteé la cabeza para mirarla-. Siento haber arruinado la noche… -puse los ojos en blanco a modo de respuesta.

Dudó un segundo que se me hizo eterno.

- Gracias… -susurró luego en voz más baja.

- Cuando quieras -repliqué. Se quedó quieta un momento y luego asintió y entró despacio a su departamento.

Fui directo al mío y me arrojé en la cama cubriéndome los ojos con las manos. Gruñí al recordar lo que había pasado. Los carnosos labios de Meg sobre los míos… aún podía sentir su sabor en mi boca. Reviví el momento una y otra vez en mi cabeza. De verdad era un idiota. ¿Para qué rayos lo había hecho si sabía perfectamente que luego me sentiría como los mil demonios por no poder hacerlo de nuevo?

- Por ella… -contesté en voz alta a mi propia pregunta. Me volvía loco escucharla llorar al otro lado de la pared. Deseaba con todas mis fuerzas tener una formula mágica para calmarla… o al menos saber qué rayos le sucedía.

Me quedé despierto hasta que Meg dejó de llorar y finalmente se quedó dormida, y un poco más después de eso. No paraba de pensar en lo mucho que quería verla de nuevo. Hablar con ella, mirarla, preguntarle que demonios había sucedido con ese idiota.

¡Diablos! Incluso me apetecía discutir con ella, como solíamos hacerlo todo el tiempo. Sólo deseaba estar en la misma habitación… No. Deseaba mucho más que eso. Pero me conformaría con estar en la misma maldita habitación. Lo que en realidad deseaba era muy diferente. Deseaba ser alguien que estuviera ahí para ella, ser quien secara sus lágrimas, quien se asegurara de que nunca más fueran necesarias. Deseaba poder abrazarla, rozar su piel con la mía, lograr que se ruborizara con sólo una mirada.

Anhelaba hundir mi rostro en su cabello y llenar mis pulmones de su dulce perfume. Y más que todo –o casi todo- quería ser capaz de probar su tierna boca de nuevo. Sentir sus suaves labios sobre los míos una vez más.

- ¡Maldición! –solté apretando los dientes. Me estaba volviendo completamente loco. Me apreté la cabeza con las manos intentando que volviera a funcionar de una maldita vez. Mi cerebro parecía haberse tomado unas jodidas vacaciones. Miré la hora de nuevo y luego me levanté de la cama, asqueado con la idea que me había cruzado por la mente al escuchar a Meg revolviéndose en su cama. Definitivamente no sería un maldito acosador mutante. Bastaba con que la escuchara a escondidas, esperando captar un suspiro de su parte. Me acerqué a la ventana y miré a través del vidrio sin ver nada en realidad. Contemplé el mar por unos segundos y pensé en ir a nadar, pero nada me llamaba más que la muchacha al otro lado de la pared.

- De verdad estás enfermo –murmuré para mí mismo negando con la cabeza, y luego volví a la cama y me forcé a cerrar los ojos, que simplemente no parecían dispuestos a la tarea.

La oscuridad no era como siempre solía ser. No me resultaba reconfortante ni encubridora. En lugar de eso, todo lo que hacía era alterarme los nervios en una forma que yo sabía que no era normal. Me desesperé e intenté buscar una fuente de luz, pero en mi búsqueda, todo lo que conseguí fue ponerme aún más nervioso. Mis manos tantearon la pared que sentía a mis espaldas sin conseguir encontrar ningún interruptor. Mis ojos revolotearon por la habitación sin conseguir ver algo más que la tenue silueta de una persona. Una mujer.

La sentía tan cerca, y sin embargo no conseguía verla con claridad. Su mano se deslizó en el aire hasta toparse con uno de mis hombros. El tacto suave y delicado no me parecía familiar, pero tampoco se sentía mal. Respiré bruscamente y mi cabeza se desconectó ante el fuego abrasador que me quemaba la garganta. El cuerpo entero comenzó a temblarme como una hoja justo antes de que la luz me quemara los ojos.

Me incorporé de repente en la cama intentando recuperar el aire. No me sentía capaz de respirar. Me quité los auriculares y los dejé sobre la mesita de junto a la cama sin prestarle importancia a cómo caían. Me restregué los ojos con las manos y suspiré profundamente intentando recuperar el ritmo de mi respiración. Creí que había dejado atrás esa pesadilla. Intenté no soltar un quejido cuando escuché a Meg en la otra habitación, removiéndose incómoda en su cama.

Podía decir que no estaba dormida por la forma en la que respiraba, y la velocidad con que latía su corazón. Tenía que hacer algo, verla, hablarle, espiarla… algo.

Me levanté rápidamente y me metí en la ducha intentando calmar las ansias de verla. No eran más de las ocho, y de verdad tendría que encontrar una buena excusa si me aparecía en su departamento cuatro horas después de que prácticamente me había echado de él. Me tomé mucho tiempo debajo del agua para recuperarme un poco de la mala noche.

Después de vestirme con deliberada lentitud, decidí salir a comprar algunas cosas para hacer el desayuno. Meg llevaba cocinando para ambos por días, y quizás le gustaría que preparara algo yo para variar. Bueno, en realidad no había muchas cosas que supiera cocinar, pero de seguro apreciaría el gesto.

Para cuando volví del supermercado ya eran casi las diez. Supuse que sería una hora razonable para aparecerme de sorpresa, y me decidí cuando la escuché levantada, dando vueltas por su departamento, sin parecer concentrarse en nada en particular.

Toqué a su puerta y arrastró los pies hasta llegar a ella. Ugh. Definitivamente su noche no había sido mejor que la mía. Un par de ojeras oscuras enmarcaban sus hermosos ojos, y parecía mucho mas pálida que de costumbre. Si no la hubiera conocido, hubiera pensado que era un vamp-

- Hola –saludé en voz baja cortando mi propia línea de pensamiento. No debía pensar en esas cosas.

- Hola –respondió, y se hizo a un lado para que pasara.

- ¿Cómo estás? –pregunté con cautela.

- ¿Cómo me veo? –respondió sarcástica.

- Cómo si te hubieran estado martillando los ojos toda la noche –respondí sincero. Soltó una carcajada muda y luego simuló el sonido de una campana, como indicando que había dado con la respuesta correcta.

Me metí como si estuviera en mi casa y fui directo a la cocina, sacando las cosas de las bolsas que traía. Me miró desde el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido.

- ¿Se puede saber qué haces? –preguntó con tono cansado. Sonreí con la esperanza de contagiarla un poco, pero ni una mueca se asomó a sus labios.

- El desayuno –respondí finalmente. Levantó una ceja, incrédula.

- ¿Comeremos huevos con tocino? –entrecerré los ojos al mirarla y me contuve de sacarle la lengua. No creí que fuera muy maduro de mi parte.

- No –contesté con suficiencia-. Eso no es lo único que sé hacer –repliqué.

- Oh, lo siento, y ¿con qué delicia nos deleitará el chef esta mañana? –soltó irónica haciendo una pequeña reverencia fingida. Saqué el pan en rebanadas de la última bolsa de papel y lo sostuve en el aire mostrándoselo.

- Sándwiches de queso tostados –anuncié como si fuera el título de una película y logré que sonriera mirándome. Casi grité al volver a ver su sonrisa y no pude evitar devolvérsela mostrándole hasta las muelas del juicio. Eso solo hizo que riera con cautela. Puso los ojos en blanco y yo comencé acortar el queso mientras ella se acercaba para sacar el tostador de donde lo guardaba.

Preparé los sandwiches y los comimos mientras aún estaban calientes. Ella no tenía problema en comer hasta saciarse, y eso me encantaba. No era de las que se la pasaban comiendo cosas que para mí parecían césped.

- Bueno... no estuvo tan mal ¿o sí? -pregunté. Nos habíamos terminado casi dos paquetes de pan rebanado... aunque me parecía que yo era el que más había comido. Meg sonrió un poco, aunque noté que sólo estaba forzándose a ser amable. Esa era sólo una amarga sombra de la que normalmente era su sonrisa.

- No, salvo por el par que dejaste en el fuego hasta que se carbonizaran, todos estaban muy bien -comentó intentando sonreír de nuevo. No me gustaba que fingiera conmigo. ¿No se suponía que se sintiera lo suficientemente cómoda como para ser sincera? De verdad me irritaba saber que no confiaba en mí ni siquiera como un amigo. Sentí mis manos temblar sobre la mesa y las quité rápidamente ocultándolas sobre mi regazo. Apreté los dientes y los puños intentando detener el avance del calor.

- ¿Estás bien? -preguntó acercando su mano a mí por encima de la mesa. Levanté la vista para mirarla a los ojos.

- ¿Tú lo estás? -contesté entre dientes. A pesar de que intenté suavizar el tono de mi voz, no lo logré en lo más mínimo. Había algo acerca de su expresión que me ponía los pelos de punta.

- Claro que lo estoy. Mejor que nunca -respondió poniéndose muy incómoda y alejando su mano para cruzarse de brazos sobre el pecho. Levanté una ceja e hice una mueca con la boca.

- ¿Lo ves? Justo ahí. Justo eso es lo que me molesta -solté señalándola e incorporándome en la silla.

- ¿De qué hablas? -murmuró en voz baja abriendo los ojos como platos.

- ¡Eso! Esa actitud de "estoy bien" que tienes todo el tiempo -le dije levantando la voz-. No necesito que me mientas, Meg. De acuerdo, quizás no quieras decírmelo todo, y no me importa si no me dices quién rayos era el idiota de anoche... pero no puedes decirme que estás "mejor que nunca" -dibujé las comillas en el aire con tono irónico-. ¡Rayos, Meg! ¡Anoche casi no podías mantenerte en pie! Te pasaste prácticamente toda la noche llorando... -murmuré bajando la voz al final de la frase, cuando noté que no se suponía que supiera eso.

- Oh, bueno... discúlpame por tener sentimientos, señor "no tengo lazos con nadie" -musitó sarcástica poniéndose a la defensiva.

- No es eso a lo que me refiero. No es tu relación con él lo que me molesta -mentí. Eso también me ponía los pelos de punta, pero jamás lo admitiría. Mi lado racional sabía que yo no tenía ni el derecho ni la posición para preguntarle sobre esas cosas. No era su pareja, no era su novio, al parecer ni siquiera me consideraba su amigo. Mis manos volvieron a temblar y me puse de pie bruscamente, casi volteando mi silla hacia atrás-. No es eso lo que me molesta -repetí-. Lo que no soporto es que finjas que no te afecta. Que siempre estás bien.

- ¡Pero estoy bien! -mintió de nuevo.

- ¿Lo ves? ¡Ahí está otra vez! No puedes confiar en mí, Meg. No te pido que me cuentes todo lo que te pasa, pero ¿qué rayos estoy haciendo aquí si no puedo servirte ni siquiera como apoyo? ¿Cómo amigo?... Ni siquiera te atreves a admitir que estás triste, o que en alguna forma te afectó el idiota de anoche. Ni siquiera me importa lo que te haya hecho, pero alguna razón tienes que haber tenido para llorar todo el trayecto a casa.

- ¿Qué quieres que te diga, William? -preguntó con expresión dura. Tuve que llevarme las manos a la espalda para evitar que notara que mis brazos se estremecían.

- Es sólo que no entiendo porqué me excluyes... -respondí esforzándome por bajar el tono de mi voz. Lo que planeaba no era reclamarle, sólo quería comprender por qué me mantenía al margen. Soltó una carcajada irónica y se puso de pie de repente, acercándose para hacerme frente con la barbilla en alto.

- ¿Realmente crees que eres el indicado para reclamarme que te excluyo? -preguntó resaltando cada palabra. Su tono de voz reflejaba la ira con la que hablaba- ¿Tú? ¿Justo tú, de todos?

Me mordí el labio con fuerza intentando que el calor remitiera.

- ¿Qué me dices de todos los secretos que me guardas, eh? ¿Crees que soy estúpida? Todo el mundo tiene secretos. Yo jamás te he pedido que me cuentes miles de cosas que me pregunto sobre ti ¡Idiota hipócrita! ¡Nunca pensé que tuvieras la cara para reclamarme que soy yo la que no te dice algo!

Sentí el dolor en mi estómago que sólo podía significar una cosa. Esa sensación de que me quemaba por dentro esperando expandirse a la menor provocación.

- Meg... -susurré, pero ya era tarde. Ella gritaba a todo pulmón dejando salir todo lo que guardaba.

- Y ni me hables de excluir a las personas, maldita sea... ¿Qué me dices de tu familia, eh? Vienes y me dices que te mantengo afuera cuando las personas que más te quieren en el mundo no tienen ni una puta idea de dónde rayos estás.

- Meg... -repetí, intentando advertirle. Ya era demasiado tarde para evitarlo. Debía salir de allí. Me di media vuelta como pude y comencé a caminar hacia la puerta, pero Meg ya no estaba en sus cabales tampoco. Corrió para bloquearme el paso y cerró la puerta con llave.

- Ni pienses que te vas justo ahora. No ahora. ¿No querías que fuera sincera contigo? ¿Que te mostrara lo que pensaba, lo que sentía? Bueno, pues aquí está: Pienso que eres un idiota por ignorar a tu familia. Y siento que deberías avergonzarte por rechazar a los tuyos como lo haces. Ni siquiera le hablas a tu madre, ¡por Dios santo! ¿Sabes lo que daría por poder hablar con la mía ahora? Incluso aunque fuera por un minuto...

- Meg -solté con más volumen. Ya todo mi cuerpo temblaba y la bola de fuego de mi estómago parecía incontenible.

- ¡Qué! -respondió prestándome atención finalmente. Me incliné hacia adelante intentando contener lo inevitable. Sabía que no lo lograría por mucho más tiempo.

- Debes irte -rogué y luego solté un quejido por el esfuerzo.

- ¿Qué te sucede? -preguntó abriendo los ojos como platos e intentando acercarse más para sostenerme en pie. Me alejé un paso como pude y repetí mi petición.

- ¡Que te vayas! ¡Ahora! -grité en su dirección pero sin levantar la vista del piso. No quería que me viera a los ojos de esta forma. No quería que conociera ese lado de mí.

- ¿Will? -susurró.

- ¡Lárgate! -mi respiración esforzada y agitada a penas me dejó pronunciar esa palabra-. Por favor... -agregué cuando no la sentí moverse. Se había quedado plantada en el centro de la habitación, mirándome fijamente.

- No... -susurró como si se tratara de algo trivial. Me alejé de ella caminando hacia atrás y me topé con la mesa. La moví con la mano y la sentí estamparse contra la pared, dándome espacio para alejarme más. Pude oler su miedo en el aire ante el brusco movimiento.

- Dime que traes... tu inhalador... -supliqué levantando la vista finalmente. Vi su mano reaccionar y tantearse el bolsillo derecho del pantalón, donde un bulto me indicaba que sí lo traía. Hubiera suspirado de haber estado respirando, pero mi cuerpo ya no me lo permitía. Todo lo que buscaba era liberarse. Eso era más importante que el oxígeno en ese momento. Solté otro quejido y cerré los ojos con fuerza al caer de rodillas al piso, sintiendo la transformación corriendo por mis venas.

14 comentarios:

  1. siiiiiiiii!!!!!!..soy la primera.por fin

    eso muestra que amo tu historia naty

    me encanto
    que dira cuando lo vea
    ohhh me muero por saber
    malditos dias que pasan tan lento
    pero la espera es mi mejor recompensa siempre me sorprendes eres la mejorrrr


    siiiiisisisisis

    amo herencia maldita!!

    un beso
    te escribo el proximo sabado

    un beso

    y tam bien me encanta nessie y jake

    ajala actualices pronto esa tam bien
    TQM

    bye

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  2. Naty Celeste OOOOMG!!!!
    MI LOBITA BELLA DIOOOOOOS QUE BUENO ESTUBO AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA ME ENCANTOOOOOO ME FASCINOOOO WOW RECON TRA WOW ....
    NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO PORUQE SE TERMINO AHI PORQUE PORQUE PORQUE QUIEROOOO SABER MAS QUE PASARA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
    AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
    AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA VIDA MIA QUIERO SABER ... TE FAJASTE CON ESTE CAPI MI NATY MILES DE BESOS

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  3. o por diooos!!! se va a transformar en frente de ellla!!! lo unico qe espero es ke no le aga daño al transofrmarse.. y ojala qe ella no lo rechaceee
    me encanta tu historiiaaaa

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  4. Dios.... no puede ser que acabe a si el capitulooo
    nooo
    una semana entera esperandooo
    quieres volverme locaaaa!!!!!!

    Oh!!!! quiero saber que pasa ya!!!!!

    besostes

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  5. Hay se va a transformar!!!!! OMG OMG!!! Naty estoy como loca por diooos muy buen capitulo.

    Hay Will, tanto que se estuvo conteniendo... a ver como va a reaccionar Meg. Naty excelente, espero el proximo, besos.

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  6. Naattttyyyyy quiero saber quiero saber quiero saber ya... estoy picadisisisisima con el fic...

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  7. me entantoo el cap!!
    espero el proximooo!!
    bss

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  8. hya hay hay hayyyyyyyyyyyyyyy sisisi huy noooo no puede ser porq porqqqqqqqqqqqqqqq(cabeza contra la pared jajaj) quiero saber como sigueeeeeeeeeeeeeeeee

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  9. Muero Naty! Me encanto el capitulo! Quiero leer masss! mass!! Ya quiero leer masss!!!!!
    Att: Dayana

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  10. Dios Dios!!!
    No podia ni parpadeeeear! Oh Naty!
    TE extrañare tanto, extrañare nuestrfas charlas por el chat, tus letras, tu Will, aaaaaaaaaah mi Dios!!
    Dioooooos!!!

    Pero que genial historia, como toda tu!
    Te quiero mi Naty!
    BL! :D

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  11. ah!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!............ se va a trasformar!!.. mi dios kiero el otro cap. ia!!!.. me voy a volver loca!!... amo tu trabajo U.U.. por fa si pudieras subir antes el cap... te lo a gradeceria de corazon ...bsos!!.. cdt... espero con ansias el prox. cap.!!

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  12. Andripili-swansea.
    natu!!!! por fin puedo escribirrrrr, dejarte coment, es que tenia rota la pc..UUU!!! sòlo podia leerte ..ahora al fin .Nù se por donde empezar.. ahhhhhh!! cuando creo que ya se por donde va la historia...vos. das un giro espectacular y me dejas UUU!! mi dios!
    estoy, estoy que no me aguanto!!! los dias se hacen eternos!!! UU!!
    Q pasarà, adoro a Wil, adoro a Meg, no puedo creer que ella haya sufrido por otro amor! y el pobrecito de wil UU!! no se còmo haces pero eres genial, me tienes terriblemente enganchada, a todos los que puedo les cuento la historia y kedan igual que yo hahahaha!!!ç
    De paso aprovecho para decirte que el capi Jake-Nessie estuvo estupendo, cuanto lemons por favor,,,,<<<
    weno, estoy super encantada por todo lo que haces en este blog, eres sin duda alguien especial,,,, te kiero mucho, porque te haces kerer con tanto talento y tanta dedicaciòn te deceo lo mejor ..ojala pronto chateemos nuevamente...saluditos

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  13. O por Dios no nos pueden dejar asi !!!
    waaa qe genial capi no puedo esperar al otroo

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  14. aaaaaayyyyy....decime que se transformaa.!!! por fasorrrrr..!!!
    cuando ella le gritaba yo dije chauuu...aca se fue todo a la mier..... jajajaja
    aahh se me cruzaron tantas cosas por la cabezaaa..diosss...como me gusta esta historiaa..
    con cada capituloo la amo masss..!!!!
    su relacion avanza pero a la vez retrocedeee....
    me encanta me encantaaa,me encantaaaaaa...
    espero el proximo capitulo...!!!

    besos enormess..!!!

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...