sábado, 5 de junio de 2010

Herencia Maldita - Cap 5 - Naty Celeste

Disclaimer: La Saga Twilight y los personajes originales son de la increíble Sthephenie Meyer, los personajes adicionales y la historia son mias (ojalá eso no sea algo malo XD)

Summary: El nunca quiso esto, todo lo que deseaba era ser normal, pero eso no era lo que el destino le deparaba al hijo de una híbrida y un licántropo.

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Capítulo 5: Elección

Mientras daba vueltas en la cama, escuchándola dormir al otro lado de la pared, me pregunté a qué se debía esa extraña sensación de vagar entre sentirme lobo y neófito. Quizás fuera que imprimar había causado un desequilibrio, llevando al extremo todas las consecuencias de ser un monstruo. Eso explicaría el aumento de la sed y de las voces, así como el de mi temperatura y de los temblores.

Me desperté de mañana, pero era la primera vez en al menos diez años en la que lograba recordar un sueño que no se tratara de criaturas sobrenaturales o sangre. No había soñado con monstruos mitológicos o fenómenos repugnantes. Sólo había soñado con ella. Algo simple y placentero. Ambos estábamos sentados en un sofá grande, en extremos opuestos, pero juntos al fin, tomando té y charlando sobre cosas sin importancia. Era extraño, pero en el sueño ambos habíamos envejecido. No mucho, pero cambio se percibía en sus facciones y también en la forma en la que yo me sentía.

Tragué el nudo en mi garganta y deseé con todas mis fuerzas que mi pecho no se hubiera inflado con la perspectiva de tal realidad. Eso nunca sería posible para mí. Al menos no lo sería si seguía sin ser capaz de controlar lo que era. Y ahora ella era parte de lo que me hacía un fenómeno. Era irónico saber que no desearía que esa realidad fuera posible si no hubiera imprimado de ella. Quizás ni siquiera le hubiera prestado atención.

Me levanté sopesando esa posibilidad. Si no hubiera sido lo que era, no hubiera tenido que soportar todo esto. No me sentiría tan atado a ella, ni sentiría la ridícula necesitad de acercarme y protegerla.

De todos modos nada de eso importaba. Yo me iría dentro de unos meses, y debería dejarla atrás. No importaba que la… -ugh- amara, no podía encariñarme con ella. No podía. No si sólo haría que me costara más marcharme. Yo solo dependía de mí mismo. No había espacio en mi vida para nadie más. Ya había aceptado eso una vez, y podría hacerlo de nuevo.

Me vestí rápidamente y noté que no tenía comida, así que tomé mis llaves para salir a comprar algo que desayunar . Además, quería probarme a mí mismo que no necesitaba estar cerca de… ella. “Diablos, ojala supiera su nombre” pensé al cerrar la puerta. Al menos así podría considerarla más como una humana, sentirme mas consiente de nuestras diferencias.

Se me antojó tomar el elevador, así que presioné el botón mientras jugaba con mis llaves con mis pensamientos en otra parte. Cuando las puertas se abrieron me maldije internamente al entender por qué se me había antojado tomar el elevador.

- Hola -saludó de forma cortés. Llevaba tres grandes bolsas en los brazos y su cara apenas llegaba a asomarse por detrás de ellas.

- Hola -murmuré mientras me hacía a un lado para dejarla salir. Entré en el pequeño espacio y al verla alejándose, deseé poder quedarme.

Cuando la puerta comenzó a cerrarse vi cómo tropezaba. No llegó a caerse, pero sus bolsas sí, desparramándose todo su contenido por el piso. En una reacción automática y totalmente inconciente, puse mi pie entre la pared y la puerta para evitar que ésta terminara de cerrarse. Salí y comencé a juntar las naranjas desparramadas, devolviéndolas a la bolsa de papel. Al verme medio sonrió, y yo sentí mi pecho entero derritiéndose a sus pies.

- Gracias… -murmuró poniéndose de pie.

- Esto de tropezar te pasa a menudo, ¿cierto? -le pregunté a modo de broma recordando la primera vez que la había visto.

- No, nunca -soltó sarcásticamente poniendo los ojos en blanco. Le quité las bolsas de los brazos mientras reía. Resultaba tan natural comportarme amablemente con ella…

- Al menos esta vez no fue mi culpa -repliqué.

- Yo no estaría tan segura -fruncí el ceño al no encontrar la razón de lo que decía en su cabeza. De hecho, no escuchaba casi nada. Me pregunté por un segundo si sería como Bella, como yo mismo, inmune a las habilidades extrasensoriales, pero descarté la idea rápidamente. Sí la había escuchado antes.

- ¿A qué te refieres? -pregunté mientras la seguía hasta su puerta cargando las bolsas, sintiéndome como un idiota por tener que preguntar. Eso era nuevo para mí.

- Tropecé con tu tapete -explicó. Me reí con ganas mientras ella abría la puerta de su departamento.

- Siempre tienes que tener la última palabra, ¿cierto? -me miró un segundo antes de contestar.

- Sí -sentenció finalmente. Le sonreí como un idiota y me quedé en el umbral de su puerta cuando entró.

Miré el lugar con atención, más específicamente, las paredes. También había quitado el horrible papel tapiz, dejando pedazos pequeños aquí y allá, sobre todo en los lugares más altos. Sonreí para mis adentros. No podía creer que tuviéramos algo en común.

- ¿Te vas a quedar ahí? -me preguntó en un tono un poco grosero. Entré y puse las bolsas sobre la mesada de la cocina-. Gracias -repitió mientras se acercaba a la nevera casi sin prestarme atención.

Entendía parte de lo que pasaba por su mente si me concentraba, pero no todo. Algo sobre cigarrillos y agua.

- Por cierto, soy Megan -comentó mientras sacaba una botella de agua de la nevera. Sonreí sin poder evitarlo y sentí mariposas en el pecho al saber su nombre. Era el nombre más hermoso que hubiera podido imaginar. Por suerte para mí, no vio mi cara de idiota al estar de espaldas a mí.

- William -dije automáticamente sin siquiera pensarlo. ¿Qué rayos? ¡Idiota! Jamás le dices tu verdadero nombre a nadie, ¡A nadie!. Me grité mentalmente, enfadado por mi aparente incapacidad para pensar con lógica cerca de ella.

- William ¿qué?

- Black -hay, ¡¡¡maldita sea!!! Sonrió como si mi apellido se tratara de un chiste privado. Estaba seguro de estar controlando mi expresión, así que no me preocupé por eso, y sólo le pregunté.- ¿Qué es gracioso?

- Yo soy Megan White -sonreí ante la ironía. ¿En qué otra forma podíamos ser completamente diferentes? Ella sonrió y luego suspiró.

- Bueno, William, gracias por tu ayuda -dijo formalmente, como queriendo acabar la conversación.

- ¿Me estás echando? -le pregunté con un fingido tono ofendido. La verdad era que no quería que la conversación se terminara. Comenzó a sacar los comestibles de las bolsas lentamente. Se encogió de hombros casi imperceptiblemente y dijo lo que pensaba al pie de la letra. O al menos lo que logré detectar en su cabeza.

- Creí que estabas por ir a algún lado -señaló las llaves en mi mano con los ojos mientras guardaba unos bizcochos en la alacena.

- Oh, sí… supongo que sí -contesté espiando dentro de la única bolsa que quedaba encima de la mesada. Al verme le molestó que me entrometiera. “Metiche…” alcancé a escuchar en su mente y me reí por lo bajo.

- ¿Siempre eres así de metiche o descansas por las noches? -la miré con los ojos abiertos como platos. Lo había dicho. Sin fingir, sin disimular, sin pretender. Me reí con ganas a pesar de que su comentario debería haberme molestado.

- No, generalmente me importa un carajo lo que hagan los demás -contesté siendo sincero. Me costaba no serlo cuando me preguntaba algo ella. Y técnicamente era cierto. El hecho de que supiera lo que pensaban y hacían los demás no quería decir que me importara. Cuando me quitó la bolsa y continuó guardando los comestibles me puse a caminar por el departamento. Así como su nombre, era completamente diferente al mío. No había demasiada tecnología y un montón de cosas se apilaba en cada rincón disponible. No parecía sucio, pero sí demasiado cargado. Necesitaba comprar varios armarios, o por lo menos unas cuantas repisas para poner todos los libros que infestaban el lugar.

- ¿A dónde ibas? -preguntó para llamar de nuevo mi atención.

- A comprar algo para comer -contesté sin mirarla mientras paseaba los ojos por los títulos de sus CD’s. “La próxima que me hable sin mirarle lo mando a la-” logré captar en su mente, e interrumpí la línea de su pensamiento.- No tenía nada para comer -dije mientras volteaba para mirarla. El tono en el que escuchaba su “voz” -cuando era capaz de escucharla- era bastante alto, y lo que pensaba estaba empezando a molestarme.

- Ah… -contestó un poco ausente-. ¿Quieres quedarte? -preguntó de repente-. Podemos preparar algo.

Me pateé mentalmente cuando noté lo mucho que me gustaba que hubiera dicho eso. Lo mucho que quería acceder. Se suponía que no me encariñara con ella. Hice una mueca con la boca. Me dio pánico lo mucho que deseaba acercarme aún más a su cuerpo. Quedarme con ella y envejecer a su lado. Deseché la idea rápidamente y hablé con la voz un poco menos amable.

- Quizás otro día -respondí-. Creo que mejor me voy.

- OK -asintió encogiéndose de hombros y caminé hasta la puerta.

- Nos vemos, Megan.

- Meg -corrigió-. Prefiero “Meg”.

- Nos vemos, Meg -dije mirándola y asintiendo con la cabeza.

- Hasta luego, Will -respondió.

- William -corregí yo también. Me miró un segundo frunciendo el ceño y haciendo una cómica mueca con la boca, para luego finalmente negar con la cabeza.

- Nop. No te queda. Hasta luego, Will -repitió, y yo bufé antes de salir.

Cuando estuve fuera comenzó a tararear una canción mientras se movía por la cocina. Deseé por un momento haber aceptado su invitación mientras me subía al elevador, pero luego recordé mis motivos para rechazarla. Además, ella era pedante, grosera, gritona y terca. Suspiré profundamente y noté su perfume en el pequeño espacio. Mi cuerpo se estremeció como si intentara probarme que esas cosas en realidad no me importaban en lo absoluto.

Parecía un idiota, y ciertamente me sentía como tal, pero en cuanto salí del edificio sentí un estúpido hueco en mi pecho, y para colmo, las voces aumentaron de volumen de nuevo haciendo que casi me estallara la cabeza. ¡Cielos! ¿En qué momento había perdido el control de esa manera? Ni siquiera la conocía, no debería significar nada para mí. Y sin embargo, sentía que no podría respirar realmente hasta que volviera a su lado.

Miré la hora. A penas había pasado cinco minutos sin verla ¿Cómo era posible que no pudiera evitar, o siquiera controlar las ansias por volver?

- Al carajo -dije en voz alta y levanté la vista buscando alguna excusa. Compré lo primero que se me ocurrió para llevar, no queriendo presentarme con las manos vacías, y al volver al edificio subí las escaleras a la carrera. Tenía que verla, lo necesitaba. Me importaba un cuerno todo lo demás, esto era mucho más fuerte que mi miedo, que mis inseguridades, que mi terquedad y que yo mismo. Más fuerte que cualquier otra cosa que hubiera sentido jamás. Y no me quedaba otra opción que rendirme.

Cuando llegué a su puerta me quedé congelado con el puño en alto, deteniéndome antes de tocar. De pronto me sentí más nervioso de lo que pensé que fuera posible. La mano me tembló en el aire y por un segundo entré en pánico. No sólo apostaba todo lo que tenía al hacer esto. También la apostaba a ella. A Meg. Su seguridad, su bienestar. Aún me debatía cuando la puerta se abrió de repente frente a mí.

- ¡Hay, maldición! -casi gritó, y luego se aferró el pecho con una mano mientras se mantenía aferrada a la puerta con la otra. Parecía tener problemas para respirar.

- Lo siento, no quise asustarte -me excusé- ¿Estás bien? -le pregunté acercándome, pero evitando tocarla. No tenía idea de cuál fuera mi temperatura, pero estaba seguro de que no sería normal.

Meg inhalaba con esfuerzo, como si de verdad le costara trabajo. En realidad me asusté.

- Meg ¿Estás bien? -repetí.

- As… ma… -susurró con dificultad y luego señaló hacia adentro, a la habitación. Me metí sin dudarlo y siendo lo más rápido posible, yendo directamente a donde había olido el plástico del inhalador, a un lado de su cama, en el bolsillo de otro pantalón. En menos de un segundo ya estaba poniéndolo en su mano. Lo agitó antes de usarlo, y sentí como mis propios pulmones volvían a funcionar a la par de los de ella.

- Lo siento -volví a decir-. No fue mi intención asustarte -negó con la cabeza y medio sonrió.

- Pues entonces no te escondas detrás de la puerta- dijo en tono de broma, pero no pude evitar fruncir el ceño. No sólo era una humana, si no que era aún más frágil y delicada que las demás-. No te preocupes, siempre me sucede. Normalmente tengo mi inhalador conmigo, no sé qué hacía tan lejos.

Miró alrededor un poco confundida mientras me indicaba con un gesto que entrara. Levanté la bolsa que traía del suelo y lo hice.

- ¿Dónde estaba?

- En tu habitación -respondí distraído, mirándola con atención y escuchando el latido de su corazón, que parecía normalizarse a cada segundo. Me tranquilicé cuando volvió a su ritmo normal. La miré guardando su inhalador en uno de los bolsillos de su pantalón estilo militar, que le quedaba demasiado grande. Parecía apenada.

- No quiero que lo tomes a mal, pero ¿qué haces aquí? -me preguntó sacándome de mis pensamientos. Noté que sentía la cabeza relajada. Mucho más que de costumbre. El dolor se había ido y casi no escuchaba las voces. Me encogí de hombros restándole importancia.

- No lo se, pensé en cocinar, pero no me sentía con ganas, así que se me ocurrió volver. Después de todo, tu me invitaste -le sonreí con timidez y luego borré la estúpida expresión de mi rostro ¿Desde cuándo le sonreía a las chicas sin tener que hacerlo?

- ¿Y qué trajiste? -preguntó señalando la bolsa en mi mano mientras volvía a la cocina conmigo siguiéndola.

- Oh… es helado.

- ¿Helado? ¿A las diez de la mañana? -preguntó levantando las cejas.

- Bueno, se que es raro, pero-

- No, no me refería a eso, es solo que adoro el helado por la mañana, es extraño encontrar a alguien más.

- No hay muchas comidas que me gusten -expliqué.

- Eso es porque nunca has probado algo cocinado por mí -dijo sonriendo con suficiencia.

- Lo dudo mucho -contesté intentando no pensar en las cosas que solían parecerme apetecibles. Por suerte, ahora casi no sentía la sed. De hecho, era la primera vez en años en que podía respirar sin pensar en el dolor de mi garganta. Meg frunció el ceño.

- Eso me suena a desafío -murmuró mientras hacía un ademán simulando subirse las mangas, a pesar de que llevaba una camiseta de tirantes. Me reí y puse los ojos en blanco.

- De acuerdo -concedí.

- Bien ¿qué tal si preparo el almuerzo de hoy?

- Ok -respondí con la frente en alto. Se fue a la cocina dejándome solo y yo me senté en el sofá.

Volvió con dos cucharas y el tarro de helado abierto.

- Por cierto, siéntete como en casa -comentó con tono irónico al verme muy cómodo en donde se me había antojado.

- Gracias -contesté en el mismo tono. Rodó los ojos y se sentó en la otra punta del sofá, poniendo el tarro entre nosotros y dándome una de las chucharas.

Hablamos de todo lo que nos vino a la mente. Me esforcé en ser cuidadoso y no darle demasiada información de mi mismo, pero estaba seguro de que ella hacía lo mismo. Me contó que sus padres habían muerto cuando era pequeña. No recordaba muchas cosas sobre ellos, y las pocas que me contó coincidían con sus sueños. Me pregunté el porqué de la falta de color, pero no era algo por lo que pudiera preguntarle en voz alta.

Me habló sobre el accidente automovilístico y sobre como vivió en un orfanato la mayor parte de su vida, hasta que había cumplido los dieciocho. Ahora tenía casi veintiún años.

Usaba mucho las manos para describir las cosas que le gustaban, como su libro favorito. Se pasó diez minutos pintando el jardín de muros altos y puertas escondidas de “El jardín secreto”. nunca creí que un libro pudiera sonar tan interesante.

- Dios, debo estarte aburriendo -comentó sonrojándose un poco. De haber sido cualquier otra persona el color me hubiera resultado mucho mas tentador, pero por alguna razón, la sed no era tan intensa en ese momento.

- No, para nada -sonreí. No quería que dejara de hablar-. ¿Por qué es tu favorito?

- No lo sé, supongo que me gusta la idea de que sea un secreto. Algo sólo de ellos y de nadie más -hizo una pausa-. Creo que las personas no entienden que las cosas no tienen que ser famosas para ser buenas. A veces las cosas que se mantienen en secreto son las mejores.

- No siempre -murmuré pensando en mis propios secretos. Me miró por un segundo y luego volvió a bajar la vista.

- No, no siempre… -concedió en voz tan baja, que de haber sido humano, no la habría escuchado. Me pregunté a qué se refería e intenté escucharlo en su mente. Parecía como si intentara entenderle a una radio con interferencia. Comenzó a dolerme la cabeza por el esfuerzo-. ¿Will? -susurró y pestañeé de vuelta a la realidad-. ¿Estás bien? -preguntó-. Estás temblando… -murmuró. Miré mis manos y me crucé de brazos cuando noté que era cierto.

- Estoy bien -mentí. Se me formó un nudo en la boca del estómago cuando la realidad me golpeó de repente, golpeándome con el recuerdo de lo que era.

- ¿Estás seguro? -preguntó levantando una mano en mi dirección, como para tomarme la temperatura. Me alejé automáticamente, encogiéndome, y su mano quedó congelada en el aire.

- Estoy bien -repetí con la voz más seca.

- Pues no lo parece -replicó con la misma terquedad, desafiándome con la mirada. Eso sólo hizo que temblara aún más. Levantó una ceja incrédula.

- ¿Puedo tomarte la temperatura o vas a comportarte como un niño de nuevo? -no dije nada, ni tampoco me moví. Así que puso los ojos en blanco y repitió el movimiento, sólo que esta vez sí sentí su mano en mi rostro.

En cuanto su piel tocó la mía, los temblores cesaron de repente, como si hubiera presionado un interruptor. Todo en lo que podía pensar era en su mano tocándome. No se sentía como nada que hubiera sentido antes.

- Dios, estas ardiendo -comentó preocupándose y acercándose mucho más de lo que era conveniente. Antes de que pudiera reaccionar, sus suaves labios estaban en mi frente, verificando la… “fiebre”.

Cerré los ojos al sentirla y me concentré en esa sensación. Se quedó quieta más de lo que pensé que fuera necesario y cuando se alejó la miré buscando sus ojos. Simplemente no podía apartar la mirada.

- Iré a buscarte algo para la fiebre -susurró casi sin sonido muy cerca de mi rostro. La tensión era evidente, y fue demasiado para que mi autocontrol tuviera oportunidad. Me acerqué lentamente mirándola a los ojos y luego los cerré cuando mis labios tocaron los suyos. Sentí mi corazón desbocarse al mismo tiempo que el suyo, en el momento en el que sus dedos se enredaron en el corto cabello de mi nuca, atrayéndome más hacia su cuerpo.

Ahora no escuchaba absolutamente nada que no fuera el latido de su corazón, y adoraba esa sensación. Nunca había sentido tanto con sólo un beso. Sólo esto era más excitante que todas las noches de sexo que había pasado con extrañas sin nombre. Su mano se movió hasta mi hombro, empujándome hacia atrás, y dejé que lo hiciera sin poner resistencia, recostándome en el sofá con la parte alta de la espalda descansando en el apoyabrazos.

Mis manos se pasearon por su cintura cuando la suya se deslizó por mi pecho, y me abrí paso en su boca con mi lengua, exigiendo más de su sabor. Ese pensamiento me perturbó por un segundo, pero era conciente de que no la mordería. Esta vez los besos no me torturaban, sólo me tentaban, pero en una forma totalmente diferente a la tentación que sentía con otras mujeres. Se removió un poco y se arrodilló sobre el sofá poniéndose a horcajadas de mi cadera. Cuando bajó su cuerpo no pude evitar gemir contra sus labios.

Bajé mi mano hasta su cadera y la presioné hacia abajo para sentir ese contacto de nuevo. Soltó un pequeño gemido que me volvió loco, y luego sus labios se detuvieron, congelándose contra los míos. Sentí su respiración agitada contra mi rostro cuando se alejó, y abrí los ojos para mirarla.

- ¿Qué sucede? -le pregunté.

- No… no puedo hacer esto -susurró con la voz ahogada, y yo me quedé quieto-. Lo siento -agregó alejándose y bajándose de mí. No me moví por un momento, esperando a que bajara la… adrenalina, y se me acomodaran las ideas. Entre tanto, Meg caminaba dando vueltas por la habitación frotándose las manos una contra la otra como si intentara calentarlas.

Evité mirarla y concentrarme en otra cosa que no fuera su cuerpo. Era increíblemente difícil. Ahora que conocía el sabor de sus labios, sabía que no sería fácil olvidarlo, o siquiera sacármelo de la cabeza.

- Debería darte algo para la fiebre -comentó como si intentara cambiar de tema y luego salió disparada hacia la cocina. Me puse de pie en cuanto reaccioné y la seguí lo más rápido que pude. Estaba en cuclillas junto a un aparador, revolviendo el contenido de un cajón abierto. Parecía estar híper ventilando.

- Hey, hey… -susurré acercándome y agachándome a su lado, poniendo mi mano en su hombro. Se encogió ante el contacto-. ¿Qué te sucede? -pregunté suavizando mi voz lo más que me fue posible, buscando su mirada. Su corto cabello castaño cubría la mitad de su rostro. Lo quité con los dedos y finalmente me miró-. Meg… -musité con la voz ahogada al ver su expresión, parecía temerosa- ¿Qué sucede? -volví a preguntar.

- Lo siento… no puedo… -repitió casi sin sonido. Evité demostrar lo mucho que me dolía lo que decía y simulé una sonrisa, la misma que siempre fingía junto a todos.

- ¿Y cual es el problema? -respondí restándole importancia con mi tono de voz.

- No lo sé… no lo entiendo -murmuró sin esperar que la escuchara. Fruncí el ceño y quité mi mano de su espalda para evitar que sintiera el repentino temblor de mis dedos. Nos pusimos de pie lentamente. Ella no quitaba su mirada de mis ojos, y eso me estaba volviendo loco.

14 comentarios:

  1. awww... me encantoo!! a ke se refiere meg con qe no puede??? uuu
    esperare con ansias el proximo capi
    me encanta como escribes

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  2. WAAAAA
    ME ENCANTÓ EL CAP
    ESPERO EL PROXIMO
    NO DEJES DE ESCRIBIIRR!!

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  3. porek no puede digo es WILL como merda no puede?
    jajaja
    a pero eske se refiere a ke lo akaba de konocer
    y eso no? bueno supongo pero eske la imprimacion te ase hacer lokuras jajaja eso ke le valga
    cuando encuentras a un hombre asi te vale madre todo jajaja TE AMO amiga ya kiero ke sea dia de publikacion de nuevo jejeje BESOS

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  4. Aaaaauh!
    ella ya sabe que esta total y perdidamente enamorada de Will, cierto!?!? cierto!?¡?!
    aaaaaaaaaaaaah!
    Naty!!!
    Ya siento que te amo, no espera, ya te amaba! ^^ jajaja
    pero ahora más!
    Mucho más con dos capis, uno de Jake y Nessie y ahora este. Joder me dara un ataqueeeeeee!!!

    BL :D

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  5. hay hay me encantooo sisisi!!! se dejo llevar por fin will y ahora hay q saber q le pasa a meg no? q sera?

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  6. me EN CAN TO!!! por DIos, por que no puede esa mujer...
    besos
    jud

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  7. y luego??? que maaaaasss??? Hay Naty como me dejas asi, que cruel!!! me gusto mucho, que no se pueda alejar de ella y que sin querer sea sincero, jaja me encanto eso.

    espero el proximo, saludos.

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  8. WoW NATY soi fan d este blog enseriooo a q c referia cn q no podia..... bn espero con ansias el prox capitulo jajaja sigue asi

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  9. me encanbtooooo!! me encanta esta historia.... es magnifica..... dios!!! no puedo creer que hasta dentro de una semana no sepa que pasaaa....nooo!!! necesito saberloooooo.... Besotes

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  10. Waa; OMG estta Geniial ((:
    Me qedee facinadaa ^^
    Aunqe Meg diga qe no puedeee
    TQidaaz;

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  11. ahhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!! me encantoo..... mi dios .... cuando subes el sgt cap... necesito leerlo yaa!!!.... besos!!!!

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  12. ay que tiernasooo..!!! por finnnnnnnnnnnnnnnn..!!!!!
    willl...vamos amigoo, vos podess...
    podes olvidar todo ese rencor y resentimientooo...podes ser felizz..!!
    ay como lo amoooo.
    ahora q le pasara a meg..?? mmmmmmmmmmmmmmm...
    diosss...ya quiero proximo capp..!!!
    jajajaja

    besos enormes..!!1 me encanto el capitulooo..!!!

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  13. A mi Naty hermoso capitulooo que emocion y que porque se quita??... aaaaaaa que cosa que cosa aaaaaaaaaaaaaaaaaa Naty mi Naty me encantaa

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  14. ¿Como que no puede?
    OMG! Algo pasa! hay algun secreto!

    Me encanta su relacion y que sean tercos jajaajjajjajajajjaajajaj ♥

    Escribes genial! muchos besos♥

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...