miércoles, 24 de marzo de 2010

Encuentro Placentero "Cap 03" - Kokoro Black

Disclaimer: Adaptado en la novela de Mauren Child: La hija del magnate. Todos los personajes y nombres le pertenecen a Stephenie Meyer, aunque en las noches Jacob es mío, en el día Edward, y también me presta a Ian, a Jared y a Gabe… para los fines de semana… hahaha

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Encuentro Placentero

Capítulo III – Mia

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Emmett

Miré a la mujer con la que pretendía casarme y me percaté de que sólo sentía un cierto interés por ella. No se podía comparar con lo que había sentido por aquella misteriosa mujer con la que había estado.

Había esperado que con el tiempo la leve atracción que había entre mi futura esposa y yo se intensificara, pero no había ocurrido todavía.

Recordé a Rose, como sonreía, el aspecto que tenía que había tenido desnuda, como me había deseado… Ante aquellos recuerdos, sentí que me ardía el cuerpo y una cierta opresión en el pecho.

No podía dejar de preguntarme que habría estado buscando Rose. Me había seducido deliberadamente, me había atraído a ella para luego desaparecer. ¿Qué clase de persona haría eso? ¿Y por qué?

—Mi padre me ha dicho que estas interesado en la pista de aterrizaje del Estado de Nueva York –dijo Marian, captando mi atención.

— Sí, es lo suficientemente grande como para albergar varios vuelos al día y ya he planeado una nueva agenda con mis pilotos –contesté, quería concentrarme en aquello y olvidarme de la mujer misteriosa que tanto me estaba distrayendo. Bebí un poco del café que había pedido después de cenar y miré el mousse de chocolate que había sobre la mesa.

Había aprendido una cosa acerca de Marian durante los anteriores meses y era que le preocupaban más las apariencias que la realidad. Estaba extremadamente delgada y casi nunca comía nada cuando salíamos. Pero aun así, siempre pedía comida con ganas para después no probar casi nada.

No era como Rose, ella sí que tenía curvas, un cuerpo diseñado para que un hombre se hundiera en su suavidad…

¡Maldita sea!

Marian me estaba observando con sus calmados ojos marrones. Llevaba su pelo castaño oscuro peinado en un moño e iba ataviada con un vestido negro de cuello alto que le hacía parecer aun más delgada de lo que en realidad estaba. ¿Por qué la estaba mirando de manera distinta?

La cajita de terciopelo que llevaba en el bolsillo comenzó a quemarme. Sentirla me recordaba constantemente lo que iba a hacer aquella noche, pero hasta aquel momento no había sido capaz de pedirle a Marian lo que sin duda ella quería oír.

Cuando sentí que mi teléfono móvil vibraba, lo agarré aliviado.

—Lo siento –me disculpé—. Los negocios.

Ella asintió con la cabeza y miré la pantalla de mi móvil. No reconocí el número, pero respondí de todas maneras.

—Emmett Cullen.

—Soy Rose.

Al oír aquello, sentí que me daba un vuelco en el corazón. Aunque ella no se hubiera identificado, hubiera reconocido su voz, ya que llevaba oyéndola en sueños durante muchas noches.

Pero no comprendí como había conseguido mi número. Miré a Marian, la cual me estaba observando, y hablé en voz baja.

—Quería hablar contigo.

—Ahora tienes una oportunidad —contesto ella—. Estoy en la cafetería Drake, en la autopista del pacifico.

—Conozco el sitio.

—Tenemos que hablar. ¿Cuánto tardarías en llegar?

Miré a Marian. Me sentí aliviado de poder escaparme de aquella situación y no tener que pedirle lo que había ido allí a preguntarle.

—Dame media hora.

—Está bien —respondió Rose, colgando a continuación.

Cerré mi teléfono móvil, lo metí en el bolsillo y miré a la mujer que tenia adelante.

—¿Problemas? –preguntó ella.

—Más o menos —contesté, agradecido ante el hecho de que Marian no exigiera explicaciones.

Ella estaba acostumbrada a que su padre se marchara de las cenas para atender sus negocios.

Entonces el saqué dinero para pagar la cuenta, junto con una cuantiosa propina, y me levanté.

—Te llevare a casa primero.

—No es necesario –dijo ella, dando un sorbo a su café—. Me terminare el café y después me iré a casa.

No me gustó aquello. Me sentía mal por dejarla para ir a ver a otra mujer y lo mínimo que podía hacer era llevarla a casa. Pero Marian tomaba sus propias decisiones.

—No seas tonto, Emmett. Puedo telefonear para pedir un taxi. Márchate. Ocúpate de los negocios.

No debía haberme sentido aliviado, pero así se fue.

—Está bien. Mañana te telefoneo.

Marian asintió la cabeza, pero ya me había dado la vuelta y me dirigía hacia la salida. Iba pensando en mi próxima cita; por fin me iba a encontrar con mi mujer misteriosa. Iba a descubrir lo que está había pretendido cuando se había acercado a mí y si estaba protegida por algún método anticonceptivo cuando habíamos estado juntos.

Y tal vez, si ella jugaba bien sus cartas, ambos podríamos disfrutar de una noche más de increíble sexo.

Cuarenta y cinco minutos después aparqué el coche frente a Drake. Aquel lugar era todo un clásico en aquella zona de California. La comida era buena, barata y siempre estaba abierto.

Era un sitio muy distinto del restaurante en el que acababa de estar y, cuando abrí la puerta para entrar, me encontré con una gran algarabía. La gente estaba manteniendo conversaciones, reían, un niño lloraba… Había una brillante luz en el techo y cuando la camarera que recibía a los clientes me vio, pareció que ella misma también se iluminaba.

Apenas si le hice caso, ya que estaba mirando hacia las mesas para encontrar a la persona que estaba buscando. Pelo rubio, mejillas pálidas… y unos ojos azules que me estaban mirando.

—Gracias –dije, pasando de largo la camarera—. He encontrado mi mesa.

Mientras me dirigía hacia Rose, no dejé de mirarla ni un instante y traté de descifrar las emociones que se reflejaban en su cara. Pero eran muchas y cambiaban demasiado rápido.

Aquella noche no estaba vestida para seducir. Llevaba puesta una camiseta verde de manga larga y estaba despeinada, como si se hubiera estado pasando los dedos entre el pelo. Se estaba mordiendo el labio inferior.

Ella debía de estar nerviosa. Yo tenía unas cuantas cosas que decirle y dudaba que le fueran a gustar. Pero con solo mirarla ya me estaba excitando y sentí que mi miembro se endurecía. Aquella mujer me afectaba como ninguna otra lo había hecho jamás. Pero, aunque era cierto, aquello no era algo que quisiera admitir. Cuando llegué a su mesa, me detuve delante de ella, abrí la boca para hablar y la volví a cerrar.

Al lado de Rose, colocada en la banca en la que estaba sentada, había una sillita para niños. Y en ella había una niña pequeña. Fruncí el ceño cuando la nena, que seguramente no había cumplido ni un año, giró la cabeza y me miró. Me sonrió, mostrando dos diminutos dientes blancos…

Y sus ojos.

Aparté la vista de la niña y miré fijamente a Rose.

—¿Qué demonios está pasando?


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Rose

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Durante un segundo, me planteé si Vera no habría tenido razón. Quizá debía haberle dado la noticia por teléfono ya que por lo menos de esa manera, no hubiera tenido que enfrentarme a un hombre tan atractivo que me estaba mirando como si fuera un extraterrestre.

Lo había observado desde que había llegado a la cafetería y había visto como se acercaba a mí, vestido con aquel elegante y carísimo traje que llevaba. Lo miré a los ojos, los mismos ojos que veía todas las mañanas cuando mi hija se despertaba y me sonreía. Traté de controlar los nervios que me estaban revolviendo el estomago.

Estaba convencida de estar haciendo lo correcto, pero eso no significaba que me sintiera cómoda con aquella situación.

Observé como él volvía a mirar a la niña y después a mí, momento en el que sentí como su tensión aumentaba ya que irradiaba de su cuerpo.

Y las cosas iban a empeorar durante los minutos siguientes.

—¿Por qué no te sientas, Emmett? –sugerí finalmente, indicándole el asiento que había frente a mí. Tenía que mantener la calma, somos dos adultos capaces de arreglar la situación.

Como si repentinamente se hubiera percatado de que estábamos en público, Emmett se sentó donde le había indicado.

—Gracias por venir.

—Oh, ¿Ahora vamos a ser educados? –dijo él, agitando la cabeza y mirando de nuevo a la pequeña.

Sabía lo que Emmett estaba viendo. Una preciosa niña pequeña con un hermoso pelo oscuro y rizado… y unos grandes ojos marrones. Tenía unas mejillas sonrosadas, ya que había estado durmiendo durante el trayecto hacia la cafetería y sonreía abiertamente. Parecía encantada con el mundo.

Pero Emmett no parecía tan encantado. Lo que parecía era como si le acabaran de dar un gran golpe en la cabeza.

No podía culparlo; se acababa de percatar de una realidad con la que yo llevaba viviendo casi dos años. Y era mucho que asimilar. Sobre todo para alguien como él.

Según las investigaciones que había realizado sobre él, era un mujeriego. De ahí que hubiera tratado de seducirle en el bar del hotel la semana anterior. Había sabido que iba a responderme si yo mostraba el más mínimo interés. Y precisamente eso fue lo que Emmett hizo. Era un hombre que no podía comprometerse por más de unas semanas, estaba dedicado a satisfacer a su propio placer y a vivir su vida plenamente. No era el prototipo de padre ejemplar.

Cuando volvió a mirarme, me puse tensa. Los ojos de él reflejaban acusación y reproche.

—Como estamos siendo tan civilizados… ¿Quieres explicarme qué es exactamente lo que está ocurriendo aquí?

—Por eso te telefoneé, para explicártelo.

—Empieza por decirme como conseguiste mi número de teléfono móvil –exigió saber él, asintiendo con la cabeza con una camarera que les llevo café.

La muchacha dejo el café sobre la mesa y se retiró apresuradamente al percibir la desdeñosa mirada de Emmett.

—Telefoneé a tu oficina del aeródromo Cullen —contesté—. El contestador automático de allí ofrece tu número de móvil por si hay alguna emergencia. Y pensé que esto se podía describir como tal.

Emmett respiró profundamente y dio un sorbo de café.

—Está bien. Ahora, ¿Qué te parece si me explicas el resto? Comenzando por tu nombre completo.

—Rose, Rosalie Hale.

—¿De dónde eres?

—Vivo justo en las afueras de Sacramento, en un pequeño pueblo llamado Darby.

—Muy bien. Ahora, acerca… —dijo él, mirando de nuevo a la pequeña.

Respiré profundamente con la esperanza de controlar los nervios que me estaban revolviendo todo por dentro. Había sabido que aquello iba a ser duro, pero lo que no había previsto era que me iba a quedar muda cuando llegara el momento de hablar.

Carraspeé y me dije a mí misma que simplemente lo dijera. Acerqué la mano para acariciar la cabeza de mi hija.

—Esta es Mia. Tiene casi nueve meses… comencé a decir, haciendo una pausa para mirar a Emmett a los ojos— y es hija tuya.

—Yo no tengo hijos – contesto él, frunciendo el ceño—. No comprendo que estas tratando de conseguir, pero no va a funcionar. No te había visto nunca hasta hace una semana.

—Lo sé.

Emmett se rió sin humor.

—Vine aquí porque quería descubrir quien eras, porque huiste de mí, y si estabas tratando de atraparme al quedarte embarazada adrede… pero parece que ibas mucho más adelantada que yo.

Me enderecé, sintiéndome insultada. Estaba tratando de hacer lo correcto y él pensaba que…

—No estaba haciendo nada por el estilo.

—Aquella noche me sedujiste intencionadamente.

—No fue difícil –respondí, recordándome con ello que no lo había secuestrado, ni atado a la cama, ni me había aprovechado de él. Pero al recordar de nuevo aquella noche mi cuerpo se excitó a pesar de mis intentos de controlarme.

—Ese no es el asunto –dijo Emmett, agitando una mano de manera desdeñosa—. Tú lo tenías todo preparado y quiero saber por qué.

Tras agarrar una servilleta, Rose me eché para adelante y le limpié la boca a la pequeña Mia. Entonces miré de nuevo al hombre que estaba sentado a la mesa con nosotras.

—Fui allí para tomar una muestra de tu ADN.

Emmett volvió a reír. Más alto que la vez anterior, más duramente.

—¡Pues llegaste muy lejos para conseguirlo!

Me ruboricé y pude sentir el calor en mis mejillas. Miré a mí alrededor para asegurarme de que los demás comensales no me estaban prestando atención.

—Tomé algunos de tus cabellos. Recuerdas cuando me besaste…

—Sí recuerdo bien, tú me besaste a mí —me interrumpió.

Era cierto. Yo lo había hecho. Todo había ido parte del plan que había comenzado a ir mal casí instantáneamente después de que mi boca hubiera tocado la de él…

—Está bien. Te besé. ¿Recuerdas que te tiré del pelo?

—Ah, sí —contestó él, echándose para atrás en su asiento y reposando la espalda en el respaldo. Se cruzó de brazos—. Dijiste que te sentías salvaje.

—Sí, bueno… necesitaba un folículo de tu pelo para que pudieran analizarlo.

—¿Por qué no simplemente lo pediste?

En aquel momento fui yo la que se rió.

—¡Claro! Voy a acercarme a un extraño y pedirle una muestra de su ADN.

—¿Prefieres acercarte a un extraño y besarlo?

—En ese momento me pareció una buena idea —admití, frunciendo el ceño.

—¿Y el resto? —quiso saber él—. ¿También era parte de tu plan? Pasar la noche conmigo… ¿Para qué? ¿Para de alguna manera atraparme en algo? ¿Para excitarme tanto que ninguno de nosotros dos considerara utilizar protección?

Me sentí mal ante aquello. Aquella noche ni siquiera había penado en utilizar protección. Según recordaba, había estado tan excitada, tan necesitada, tan al límite, tan embargada por un deseo que nunca antes había sentido, que no me había parado a pensar en utilizar un preservativo. Y aquel había sido un gran error.

—No planeé nada de eso —dije con firmeza—. Todo lo demás que ocurrió aquella noche simplemente… ocurrió. Y ya que estamos hablando del tema, me gustaría asegurarte que estoy perfectamente sana. Espero que tú puedas decir lo mismo.

—Sí, lo estoy.

Me sentí un poco más aliviada.

—Estupendo.

—¿Y la otra preocupación que excite? —preguntó él despacio como juzgando mi reacción.

—¿Te refieres a un posible embarazo?

Emmett inclinó la cabeza hacia Mia.

—Parece que eres suficientemente fértil, así que es una pregunta razonable.

—No tienes que preocuparte —contesté—. Los medicos dicen que me resultaría muy difícil quedarme embarazada de forma natural.

Él levantó una ceja y me sentí un poco avergonzada. Mi historia personal era eso, personal. No era algo de lo que hablara con cualquiera.

—Aun así… —Emmett asintió de nuevo hacia Mia—. Mira, dejemos todo lo demás apartado por el momento y ocupémonos de lo que es realmente importante. Necesitabas mi ADN, ¿Por qué? No nos habíamos visto nunca antes. ¿Cómo podías pensar que yo era el padre de tu hija?

Más historias personales de las que prefería no hablar. Pero había ido allí aquella noche porque había pensado que no tenía otra opción.

—Hace casi dos años… —comencé a decir en voz baja— fui a la clínica Mandeville…

En aquel momento, vi la comprensión que reflejaron las facciones de él, cuya mueca se relajó y cuya mirada se dirigió de nuevo hacia Mia. Pero en vez de enfado o sospecha, lo que reflejaron sus ojos fue asombro.

—El banco de esperma —murmuró él.

—Así es —coincidí, incómoda al tener que hablar de aquello con el "donante" que había hecho posible el nacimiento de mi hija.

Emmett agitó la cabeza y se restregó una mano por la cara.

—No es posible.

—Sí que lo es —le contradije.

—No, no comprendes —insistió él, mirándome penetrantemente a los ojos—. Admito que cuando estuve en la universidad fui a una clínica con un amigo mío. Habíamos perdido una apuesta y…

—¿Una apuesta?

Él frunció el ceño.

—Bueno… —continuó— fuimos a la clínica, hice la donación, y no volví a pensar en ello hasta hace más o menos cinco años. Me percaté de que no quería tener un hijo propio, desconocido por mí, creciendo en algún lugar. Les dije que quería que destruyeran la muestra.

Al oír aquello, sentí que un escalofrío me recorría el cuerpo. Miré a mi hija y, mientras una oleada de amor me embargaba, traté de imaginarme una vida sin Mia. Y no pude. De alguna manera, por un error burocrático, la orden que había dado Emmett no se había cumplido. Y yo no podía estar más agradecida. Saber lo cerca que había estado de no tener a Mia sólo conseguía que apreciara aún más a mi hija.

—Bueno, me alegra saber que no hicieron lo que les ordenaste —dije, sonriendo.

—Obviamente.

No fue difícil intuir los sentimientos que aquello había provocado en él… estaba evitando mirar a Mia a toda costa. Pero a mí no me molestaba.

No quería que él estuviera interesado en mi hija. Mia era mía, era mi familia. Sólo había ido a hablar con Emmett porque sentía que éste tenía derecho a saber que tenía una hija.

—Pensaba que lo bancos de esperma eran anónimos —dijo él tras un momento.

—Se supone que así debe de ser.

Cuando había acudido a la clínica Mandeville me había asegurado de que nunca sabría la identidad del padre de mi hija. Después de todo, no estaba buscando una relación sentimental y no necesitaba una pareja que me ayudara a criar a mi hija. Todo lo que había querido había sido un bebé al que querer, tener una familia propia.

Cuando me aseguraron que la identidad de los donantes estaba muy bien protegida, me sentí aliviada. Y ese alivio me había acompañado siempre hasta hacia más o menos un mes.

—Hace casí cuatro semanas me llegó un e-mail—expliqué—. Era de la clínica Mandeville. En él aparecía mi nombre, el número de donante que elegí y te identificaba a ti como el hombre que realizó el depósito original.

Emmett esbozó un leve gesto de dolor.

—Naturalmente me puse furiosa. Recuerda que se suponía que todo esto debía era algo anónimo. Telefoneé a la clínica para quejarme —continué— Se pusieron muy nerviosos. Parece ser que alguien consiguió la información de sus ordenadores y envió docenas de e-mails a mujeres identificando al padre de sus hijos. Se suponía que aquello no tenía que haber ocurrido, pero ya era demasiado tarde para cambiar nada.

—Entiendo —dijo Emmett de manera contenida.

Comprendí el enfado de él, pero también él debía de entender que para mí también era una situación desagradable.

—Yo no quería saber el nombre del padre de mi hija —aseguré con firmeza—. No estaba interesada en quien era cuando me inseminé y no lo estoy ahora. No fui a un banco de esperma buscando una relación duradera; lo único que quería era un bebé.

—Y descubriste todo esto hace un mes —dijo él.

—Sí.

—¿Y por qué has esperado tanto para decírmelo?

—Si te digo la verdad… —contesté nerviosa—, al principio consideré no decirte absolutamente nada.

Emmett pareció bastante impresionado.

—Pero enseguida me percaté de que tenías derecho a saberlo… si realmente eras el padre de Mia.

—¿Lo dudaste?

—¿Por qué no iba a hacerlo? —respondí—. Sólo porque algún pirata informático se coló en el sistema de la clínica no significa que hiciera un buen trabajo —añadí, mirándolo directamente a los ojos—. Además, tú no eres la clase de padre que yo quería para mi bebé. Cuando fui a Mandeville, solicité el esperma de un científico.

Durante un segundo, la cara de Emmett reflejó lo insultado que se sentía, entonces agitó la cabeza como si no pudiera creer que estuviéramos manteniendo aquella conversación.

—¿Un científico?

—Quería que mi hijo fuera inteligente.

Emmett me miró fijamente.

—Yo me gradué con magna cum laude.*

—¿Con una licenciatura en fiestas? ¿O en mujeres?

—Resulta que tengo un máster en administración de empresas, claro que eso no es asunto tuyo.

Eso ya lo sabía gracias a la investigación que había llevado a cabo, pero también sabía lo que Emmett Cullen consideraba primordial en su vida. Y no era alcanzar méritos intelectuales.

—Ya no importa —dije, suspirando—. Quiero a mi hija y no me importa quién es su padre.

—Pero, aun así, en cuanto descubriste que su padre era Emmett Cullen… —respondió él— viniste a mí. ¿Así que sobre qué versa esta pequeña reunión?

—¿Perdona? —pregunté de una manera tan estirada como indignada.

—Ya me has oído, Rose Hale. Viniste aquí para presentarme a mi hija…

—Mi hija —corregí, preguntándome porque repentinamente aquella conversación parecía estar convirtiéndose en algo más que una batalla verbal.

—Lo que hace que cualquier hombre se pregunté qué es lo que quieres. ¿Dinero? —Sugirió él, sacándose la cartera del bolsillo de la camisa—. ¿Cuánto quieres? ¿Quieres sustento para la niña? Todo esto versa por el dinero ¿Verdad?

—¡Qué típico! —espeté, sintiendo cómo comenzaba a enfadarme—. No me extraña que pienses que es sobre dinero. Es así como ves el mundo, ya te lo he dicho; no quiero nada de ti.

—No te creo.

Respiré profundamente y deseé no haberle hablado nunca sobre Mia.

—Puedes pensar lo que quieras, no puedo evitarlo. Pero lo que sí que puedo hacer es marcharme. Esta conversación se ha terminado.

Entonces me di la vuelta hacia mi hija, desabroché los cinturones de seguridad de la sillita para niños que había estado utilizando, la tomé en brazos y me levanté. Sentir la calidez de Mia sobre mi fue como un bálsamo tranquilizador ante el enfado que sentía por dentro. No importaba lo que Emmett Cullen pensara o hiciera, yo había hecho lo correcto y podía olvidarme de él.

Entonces lo miré… y lo hice con la pena reflejada en mis ojos, ya que él no podía ni imaginarse lo que se estaba perdiendo. No conocía a la niña que había ayudado a crear.

—Pensé que tenías derecho a saber que habías ayudado a que la vida de esta preciosa niña fuera posible, tanto si fue hecho por voluntad propia como si no —dije, indignada—. Pero ahora me doy cuenta de que fue mi error. No te preocupes, Emmett, Mia jamás sabrá la poca consideración que su padre sintió por ella.

—¿Es eso cierto? —quiso saber él, sonriéndome. Parecía que pensaba que mi indignación era actuada—. ¿Qué le dirás de mí?

—Le diré que estás muerto —contesté en voz baja—. Porque, en lo que a mí respecta, lo estás.


* Magna cum laude: 'con grandes alabanzas' (muy destacado), corresponde al rango medio de los desempeños academicos destacados.


¡Wiiiii! TODAS ESTABAN MAL! Ahahhahahhaha No estaba embarazada, ya tenía a su hija. Ahahahahahaha cayeron redonditas… Jojojo. ¿Ya van entendiendo para a donde vamos? Las amo muchoooo

Ahhh un poco de autopromoción, si les gustó mí OS: Te quise olvidar, (y si tienen Fanfiction) voten por mí aquí.


Y si les gustó mi OS: Experiencia Mecánica, voten por mí aquí

Sería súper lindo que se tomaran la molestia^^, y no se apuren si no son sus favoritos, voten por el que les guste más, pero no dejen de votar.

Gracías a todas^^ millones de besos mordelones…

¿Aullidos para esta lobita Alpha?

20 comentarios:

  1. wawwwwwwww me encanto la actitud d Rose!!!!!!!....jamas me imagine q la historia tomara este rumbo, simplement perfecto =). Escribes super bien plisss jamas dejes d hacerlo, me he vuelto fanatica a tu pagina, graxias por hacernos suspirar, llorar, fantacear y sonreir con todo lo q escribes........t deseo muchos exitos (en serio t los merecs)

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  2. Electrica Cullen Black dijo
    Sip me engañastes bien... este cae antes que jazz... jajaja

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  3. chica muy bueno, sere pasciente y esperarre al proximo a ver q sucede. aunque tengo q decierte que lo hare con ganas!! jajaj
    cuidate loba y sugue por todas.. garcias

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  4. chica muy bueno, sere pasciente y esperarre al proximo a ver q sucede. aunque tengo q decierte que lo hare con ganas!! jajaj
    cuidate loba y sugue por todas.. garcias

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  5. Dios... me encanto... vamos Edward tenia a Bella cerca, Jazz era amigo de Alice, pero Emmett se volo la barda con Rose... esa chispa entre ellos siempre verdad?

    auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu

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  6. wooooooooowwwwwwwwwwwwwwww !!!!!!11 se me habia hecho una ensalada jajajaj me enroscaste bien eh jajaja me encanto la historiaaaaaaaaa quiero otro capi

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  7. estuvo bueno este capi, cuando salio la bb yo me quede "Que" cuanto tiempo paso, pero segui leeyendo y me quede OMG, me encanto como siempre gracias por alegrarme el dia :)

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  8. ahh!yo tambien pense ke estaba embarazada!ni me imagine ke ya tendria a la niña.me encanto el capitulo espero con ganas el proximo.

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  9. You have really great taste on catch article titles, even when you are not interested in this topic you push to read it

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  10. Cuña radial MI Rooo en el de experiencia meanica hace siglo vote en el de ff :( no tengo cuenta en ff y pos te lo debo

    ahora el cpuitulo madre miaaaa eso si que fue una graaaaan sorpesaaaaaaa osease mi Rooooo casi me tumbo la casa del grito que pegue .... A esos cullen son unos cabezoootaaas .... pobre Rose peor amo a miaaaa!!!! AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
    QUIERO LEER EL SIGUIENTE YA!!!!!!
    que hara mi Emmett paapsito ricoooooo y que pasara con Mariam, con Rose aaaaa quiero leerte yaaaa

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  11. Por Dios te juro que creí que estaba embarazada....tienes una mente perversa y privilegiada...espero el próximo....me encantó....se nota que los ánimos te volvieron...besos...Rohayhu

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  12. aaaaaaaaaaah no no no no y nooo

    golpe bajo para emmeeeet

    aahahhaa x ser tan plastico

    lo odio pero me facino el cap

    quisiera q por fis por fis

    subieras mas capitulos

    de esa novela ='( complaceme

    lo ame <3

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  13. WoW! ésto es perfecto!! Lo amé... Muero por el próximo Capítulo Besos!!

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  14. OMG...la nena se llama Mia como yo...O.o qe hermoosaaaaaaaaaa...xDD

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  15. LO ADMITO: CAI REDONDITA!!!! YO SI CREI QUE ROSE ESTABA EMBARAZADA NO QUE YAAAAA HABIA TENIDO A LA NIÑA.
    ME ENCANTO LA ACTITUD QUE DEMOSTRO,AUNQUE QUERIA UN CIENTIFICO??? JAJAJA, Y SU NIEVE??? YO ME CONFORMO CON EMMETT.

    KOKORO, UNA VEZ MAS SUPERASTE MIS ESPECTATIVAS Y MIRA QUE CADA VEZ SON MAS ALTAS POR TU CULPA EEEH. YA NO ME PONGO A LEER CUALQUIER FREGADERA, JAJA. ESPERO YA EL SIGUIENTE CAPITULO.
    BESOTOTES KOKO, DESDE MONTERREY.

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  16. Dios!!
    nos engañaste a todas ^^
    pero debo decir que la situacion que conllevo a Mia me encato, inusual, inesperada!

    Buenisimo Ko! como todo lo que escribes!

    Besos gigantes y ya espero ansiosa el siguiente

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  17. puedo asegurar ke todas caimos redonditas en un hoyo profundo!!!!
    juro ke me imaginaba ke estaba enbarazada
    pero eso de los espermas fue genial!!!!!
    fue completamente nuevo y espectacular
    diso Mia!!!!!!waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    ke hara emmet?
    dios

    ya tiene un hija
    y me la imagino, debes estar hermosa jajajjajajjaj pero ke genial esta esto

    besos
    tkm
    chao

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  18. koko en serio caiiii
    pero io?
    io pernsava k?
    pero eia?

    o ia me reburuje jejr
    super el kap
    y emm es un idiota jeje
    bueno me despido koko

    me fasina este fic
    al igual k me fasinaron
    negosio y amistad
    placentera, wuau
    si k los ame
    tnks por tan lindisiomos fics
    bueno me despido
    nallely santos

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  19. Aaaauuuuu!!!!! sin duda kai redonditoooooo
    wow me engañaste por kompleto...
    jajajaja
    sigo leyendo va
    Aaaaauuuuuuu..............

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Por favor dejanos tu !!AULLIDO!!... asi es, !!TU AULLIDO!!
Y que se escuche fuerte y claro ya que son los que nos alimentan a seguir escribiendo^^
Ademas seras recompensado con un Edward, o el Cullen o lobo que quieras... (Menos Jacob, ese es !MIO!)XP
Kokoro



AULLA!!

Pueden robarte cada frase, cada palabra, cada suspiro y hasta el ultimo de los alientos. Pero, hay algo que tu sabes y que todas sabemos... aunque te roben todas tus ideas siempre tendras mas y mejores, por que luego de cada golpe siempre volveras mas fuerte.
Gracias Annie...